Escribe Simón.
Mucha gente tiene miedo de que los gobiernos, instituciones internacionales, y hasta los medios de comunicación social, comiencen a dictar pautas de que comer, beber y vestir, y que tradiciones seguir o abandonar, en un mundo donde en lugar de ampliar las libertades de los ciudadanos, se las restringe con el argumento de que así proporcionan seguridad.
El miedo a ser controlado hasta en los íntimos detalles no es infundado. Hay cámaras de vigilancia en todos lados, controles, registros, etc. También ahora se empieza a tratar de definir que plantas deben sobrevivir, y que clase de té puedes consumir.
Un reciente informe de la Junta Internacional de Estupefacientes (órgano de la ONU) "recomendó" a los gobiernos de Perú y Bolivia que prohíban a sus habitantes a mascar hoja de coca.
Para el Ejecutivo boliviano, esta petición de la JIFE responde a una "visión occidental" y representa "un verdadero atentado" contra la cultura andina, según ha dicho el canciller, David Choquehuanca.
El presidente Evo Morales envió una carta al secretario general de la ONU, Ban Kimoon, señalando que "Bolivia no acepta certificaciones unilaterales, ni imposiciones de gobiernos extranjeros". En la carta, el gobierno reivindica los convenios internacionales que respaldan el libre accionar de los pueblos indígenas y el respeto a sus tradiciones. También recuerda la Declaración de los Derechos Humanos y la resolución de la ONU de 1988 que reconoció el consumo tradicional de la coca.
Ante el aumento constante del consumo de drogas en los países desarrollados, ese organismo no encuentra otra manera de frenar su consumo que atacar una práctica milenaria de los pueblos aborígenes de los Andes.
No sólo confunde consumo de cocaína con mascar la hoja, sino que se atreve a recomendar su prohibición.
El cultivo de coca se practicaba en los Andes mucho antes de la llegada de los españoles según está documentado. La mala utilización de los derivados de la hoja, porque se necesita todo un proceso para producir cocaína, no es responsabilidad de los pueblos andinos que simplemente mascan las hojas o las consumen en té.
Está demostrado también que el masticado y retención de la hoja en la boca ayuda a distraer el hambre, el cansancio y el sueño. Según el estudio "Capacidad física con el uso de la coca", la masticación aumenta el rendimiento físico, debido a componentes que hacen que el consumidor baje su producción de adrenalina y consuma menos oxígeno. En los hoteles bolivianos se sirve té de coca para que los extranjeros puedan tener una mejor adaptación a la altura.
Pero el organismo de las Naciones Unidas cree que prohibir la masticación de la hoja puede reducir el consumo de cocaína en los países desarrollados. Una idea absurda y descabellada.
Sería igual que prohibir el café por ejemplo, ya que se conoce que su consumo abusivo puede provocar alta presión arterial, hemorroides, y hasta "acelerar" a personas nerviosas.
Con el mismo argumento, las Naciones Unidas podrían prohibir el mate en Uruguay y Argentina. Su consumo con agua caliente puede provocar cáncer de esófago, por ejemplo, y en ocasiones, quemaduras en el cuerpo cuando se produce algún accidente. Ni hablar del tabaco. Y así, casi cualquier cosa puede ser prohibida porque siempre su mal uso provoca consecuencias negativas.
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