Por Juan Cameron.
Aunque tardía, una revisión de lo ocurrido en este género, durante el año anterior, se hace necesaria para valorar el trabajo de varios autores regionales y de figuración nacional, en un momento de crisis y de ausencia de lectores.
Si bien hubo una nutrida actividad en el género, durante el año anterior, varios hechos vinculados con la región de Valparaíso permiten mirar con mayor optimismo el desarrollo del género en la provincia.
Lo más preponderante parece ser la obtención, por parte de Guillermo Rivera, del Premio del Consejo Nacional del Libro en el certamen Mejores Obras Literarias en la categoría de poesía inédita. Rivera, nacido en Viña del Mar en 1958, obtuvo la más reciente versión del concurso hacia finales de año haciéndose de una bolsa superior a los ocho millones de pesos (algo más de diecisiete mil dólares). Evidencia del teatro, como posiblemente ha de llamarse el trabajo, es una mirada crítica al modelo de país y será publicado en los próximos meses por LOM Ediciones, en Santiago. Con anterioridad había obtenido el Premio de los Juegos Florales de Vicuña y, en 2002, fue distinguido por el Gobierno Regional de Valparaíso con la publicación de su libro El Tractatus y otros poemas.
Las recopilaciones de autores jóvenes muestran reiteran, para la región portuaria del país, un prometedor futuro en el oficio. El Mapa no es el territorio/ Antología de la joven poesía de Valparaíso se denomina la recopilación hecha por Ismael Gavilán Muñoz y editada bajo el sello de Editorial Fuga, en septiembre anterior. Se trata de un serio y elaborado trabajo que reúne a una treintena de poetas entre Sergio Madrid (1967) y Mariela Trujillo (1985). Autores ya no tan jóvenes y otros sin una extensa trayectoria envuelven la obra de los más destacados y recientes nombres de poetas menores de treinta, entre ellos Claudio Gaete, Karen Toro, Alberto Cecereu y Marcela Parra. Por otro lado, y con una selección a cargo de José Miguel Camus y Rodrigo Gutiérrez, apareció la Antología de poetas nocturnos Valparaíso Bohemio. La publicación, de Editorial Puerto Alegre, reúne las contribuciones de quienes martes a martes leen sus trabajos en el tradicional Bar Pajarito. Si bien esta recopilación no observa la rigurosidad de la anterior, es más vivaz y prometedora en aportes futuros a la poesía local. Por el momento destacan allí los no tan jóvenes Sótero Apablaza, Juan Antonio Huesbe y Enrique Moro junto al singular Absalón Opazo y en compañía, vía homenaje, de un texto del desaparecido Arturo Rojas.
Y para culminar, para el próximo mes se anuncia la aparición de Carta de Ajuste, antología de poetas inéditos en Valparaíso (1973-1989), a cargo de Antonio Rioseco Aragón y Juan Eduardo Díaz. Las fechas entre paréntesis no indican el año de aparición de estas novísimas promociones, sino el lapso de nacimiento entre el menor y el mayor de los veintidós autores incluidos (David Ávalos, en 1973, y Valentina Arregui y Gabriel Manzur -quien recién publicara Suburbios del olvidado-, en 1989. Es decir, se trata de quienes llegaron al mundo durante la dictadura.
En cuanto a ediciones particulares, un hermoso volumen con más de un centenar de páginas encargó el Sindicato de Empresa de la Compañía Sudamericana de Vapores para saludar a sus afiliados en un nuevo aniversario de la organización. Con ilustraciones de Pato González, contiene poemas de las desaparecidas María Raquel Cereceda y Alicia Galaz y un abanico de autores en los que figura Ennio Moltedo, Eduardo Embry, Renán Ponce, Gregorio Paredes, Axa Lillo, Carolina Lorca, Cristián Vila, Ana María Julio, Eduardo Jeria, Claudio Gaete, Absalón Opazo y Alberto Cecereu, el trabajo da cuenta en forma sucinta de la mejor poesía porteña. Se acompaña también de crónicas firmadas por Nancy Astelli, Manuel Peña Muñoz y Marcelo Novoa.
No estuvo ausente el espectáculo. El 6 de noviembre culminó en Valparaíso el encuentro Chile Tiene la Palabra organizado por la Sociedad de Escritores de Chile. El congreso se clausuró con una lectura en la Plaza Aníbal Pinto a la que concurrieron figuras como Ernesto Cardenal, Claribel Alegría, Eduardo Embry, Raúl Zurita, Waldo Rojas, Jorge Bocannera, Carlos Germán Belli y Arturo Corcuera, entre otros. "El texto y la escritura son ejercicios inseparables de nuestro depósito de memoria, y son desde siempre, parte de la metáfora que una ciudad tan mágica y provocadora como ésta necesita", señaló Aldo Cornejo, Alcalde de la ciudad. Reynaldo Lacámara, Presidente de la SECH, agradeció la bienvenida que Valparaíso dio a los escritores, convirtiéndolo en sede del encuentro en su último día.
Pero no todas son flores para la entidad edilicia. Al poeta y profesor Eduardo Correa Olmos se le negó el Premio Municipal de Literatura 2007 por vulgares arreglines de pasillo. Un jurado técnico, integrado por el poeta Cristián Vila Riquelme, el cronista y profesor Álvaro Bisama y la académica Darcie Doll, determinó hace algunos meses otorgar la más reciente distinción a Correa, de larga y reconocida trayectoria literaria. Sin embargo el Concejo Municipal -con un mínimo de votos y la notable excepción del alcalde y de los ediles Alberto Neumann y Marisol Paniagua- decidió, en una actitud sorprendente, distinguir al postulante que iba en tercer o cuarto lugar, en razón de ser conocido de ellos y, presumiblemente, por méritos políticos. Este fue el punto más oscuro de la temporada.
Además, y primero que nada, una buena producción tuvieron los poetas locales durante el año recién pasado. El arquitecto Sótero Apablaza inicia su camino con Fronteras reencontradas; y del mismo modo lo hizo Pablo Maire, con Escribí estos versos de espalda, bajo el sello de Ediciones Cataclismo. En la otra esquina del tiempo se publica el póstumo Oda a la Estelario, del profesor Ignacio Balcells Eyquem (1945-2005) y algunos consagrados contribuyen desde otras ciudades, como en el caso de la antología Cilantro, del sanantonino Roberto Bescós, y del quillotano Hernán Miranda Casanova, quien publica Rumbo a Corfú por Mago Editores en Santiago. Y Felipe Hernández, ahora por París o Nueva York, bajo el nombre de Gaspar Bert entrega Bajo el sol de las cosas, que obtuviera accesit en el Premio de Poesía Tomás Morales, del Cabildo de Gran Canaria.
En tanto nombres de mayor circulación en el medio también entregaron lo suyo. Ocurre con Contemplaciones de Alejandro Cerda, Calíope, la musa de la poesía épica de Víctor Hugo Gajardo, y Río Babel de Felipe Mondaca. Y aquellos ya instalados en el discurso literario no se quedan atrás; Carolina Lorca destaca con Una tarde con los padres, Sergio Madrid con Cadáveres, Renán Ponce con La nada es popular porque no existe y Virgilio Rodríguez con De ocio y cielo. Por su parte a Claudio Bertoni le editan sus notas de vidas en Rápido antes de llorar y su último volumen de poesía En qué quedamos.
No ha sido mala la producción para la provincia.
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