Escribe Simón. El gobierno laborista de Gran Bretaña está estudiando nuevas reglas para hacer más dificil el ingreso de inmigrantes al país, y de paso castigar a los que ya residen allí. El primer ministro, con el mismo apellido que una historieta cómica, está dispuesto a implantar un impuesto al inmigrante.
Los extranjeros residentes en el Reino Unido -que dicen que es una democracia monárquica, allá ellos con su contradicción- deberán pagar un impuesto extra por el sólo hecho de ser inmigrantes. El argumento es que los extranjeros usan los servicios públicos, hospitales, educación, y con ello aumentan los gastos del Estado.
Lo que oculta la iniciativa es que los inmigrantes ilegales no usan los servicios públicos por miedo a ser detectados y expulsados del país, y que por el hecho de ser ilegales no hay manera de cobrarle impuestos. Y también oculta que los inmigrantes con sus papeles en regla, pagan los mismos impuestos que los británicos nacidos en el país, por lo que contribuyen de la misma manera al pago de los servicios públicos. Y otro elemento que tampoco toman en cuenta, es que los inmigrantes en su gran mayoría son personas en edad laboral, por lo que pocas veces caen en el servicio sanitario por mucho tiempo.
La iniciativa laborista tiene todos indicios de una medida racista, y en mucho se asemeja a los argumentos de los nazis alemanes cuando culpaban a los judíos por todos los males de la sociedad.
Además de esta estúpida, racista y fascista medida, el gobierno laborista hará más dificil la legalización y nacionalición de los inmigrantes. A la vez de aumentar los requisitos para conceder la ciudadanía, se establece un "control" cada dos o tres años para mantenerle la categoría. Se les hará un examen de inglés, de conocimiento de la legislación, etc. Esta propuesta es también discriminatoria porque establece ciudadanos de diferentes categorías, unos que adquieren sus derechos por nacimiento, y otros que aunque asimilados a la sociedad, deben rendir pruebas permanentes con la amenaza de perder su condición.
Las medidas propuestas indignan más al provenir de la ex potencia colonial que explotó decenas de países en todos los rincones del globo. Que trajo y llevó ciudadanos de distintos países a donde más le convenía y que hoy ni siquiera parece dispuesto a conceder el derecho al trabajo a los inmigrantes. Un trabajo que además beneficia a la sociedad británica porque vienen a cubrir lugares de trabajo que la población local no quiere ocupar, a pagar impuestos y ayudar a sostener la seguridad social del país, y en otros casos, a llenar vacíos laborales, como los médicos.
Gran Bretaña se libera del gasto que provoca educar un médico y contrata médicos africanos para sus hospitales, dejando a esos países sin los técnicos que tanto les costó entrenar.
Los laboristas, que hace mucho tiempo se definían socialistas, deberían repasar los conceptos de explotación, solidaridad, y comenzar a pagar la deuda histórica que su país tiene con los países del llamado Tercer Mundo.
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