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Lecciones de democracia europea |
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La Unión Europea sigue poniendo nota a los gobiernos de todo el mundo según las formas de democracia que apliquen. En resumen, requieren elecciones periódicas con múltiple partidos y con la condición de que ganen los buenos, es decir quienes coinciden con sus políticas económicas y sociales. Así el sistema electoral de un país puede ser caduco, preparado para el fraude cuando gobiernan los malos, o el mejor del mundo cuando dominan los buenos. Tal es el caso, por ejemplo, de Ucrania o Georgia, por citar dos procesos electorales juzgados de esa manera por los observadores europeos. Seguramente ignoren y cuestionen las elecciones que se celebran este fin de semana en Cuba por el simple hecho de que los candidatos no representan partidos sino que son propuestos por los vecinos en distritos de las ciudades y el campo, no se gastan millones de dólares en campañas electorales, y participa más del 90% de los ciudadanos mayores de 16 años. No faltará en el Parlamento Europeo alguna propuesta de condena al sistema electoral y a la democracia participativa cubana. Para ser democracia al estilo europeo debe ser representativa, no es cuestión que los ciudadanos comiencen a reclamar protagonismo, a destituir gobernadores, parlamentarios antes de tiempo por no cumplir promesas electorales. Lo que si es seguro que no habrá ninguna condena a actitudes a gobiernos europeos de un pasado no muy lejano cuando auspiciaban golpes de Estado en la Unión Europea para impedir el triunfo electoral de un partido legal. Este fin de semana pasado, el diario italiano La República reveló documentos británicos recién desclasificados donde el Ministerio de Asuntos Exteriores se mostraba partidario de provocar un golpe de Estado en Italia para impedir la posible victoria del Partido Comunista en las elecciones de 1976. En el documento del mes de mayo, un mes y medio antes de las elecciones de ese año, escribían: Acciones de apoyo a un golpe de Estado. Los británicos no descartaban que pudiera ser apoyado por el Ejército, la policía y la derecha, ya que un golpe aséptico, en grado de echar al PCI [Partido Comunista] o de impedir su acceso al poder, puede ser atrayente. La propuesta fue descartando porque la consideraron irrealizable tanto por por la fuerza del PCI en el movimiento sindical, por la posibilidad de una larga guerra civil o por la eventual intervención de la URSS. También tenían preparadas otras líneas de acción que iban desde una mayor financiación de los otros partidos, campañas de difamación contra el PCI, advertencias a la Unión Soviética y persuasiones de tipo económico, es decir, presiones de la Comunidad Europea y del Fondo Monetario Internacional (FMI). No le suena ésto último? Por lo menos los latinoamericanos podemos decir que este tratamiento democrático no lo reservaban sólo para los países pobres, del Tercer Mundo, para las repúblicas bananeras, sino también se incluía a las naciones occidentales, a un país integrante del exclusivo club del Grupo de los Ocho. El dossier indica que la eventual victoria comunista no sólo preocupaba a Reino Unido, sino también a EE.UU, Francia y la cúpula de la OTAN. El entonces secretario de Estado de EE.UU, Henry Kissinger, que ya había obrado con éxito para apoyar golpes de Estado en América Latina, escribió a varios líderes europeos para promover acciones que impidieran el triunfo comunista en Italia. Es decir, impedir que la voluntad de la mayoría de los italianos se concretara. Finalmente, en esas elecciones del 20 de junio de 1976, quizás producto de todas esas maniobras descriptas, la Democracia Cristiana logró el 38,7% de los votos, frente al 34,4% de los comunistas, y un mes más tarde el democristiano Giulio Andreotti formó gobierno en solitario. Un primer ministro que años más tarde debió enfrentar a la justicia por corrupción. Fue absuelto en primera instancia en 1999, pero sólo para los casos posteriores a 1980. Sin embargo, los casos anteriores a esos años han prescrito, por lo que no puede ser juzgado por ellos. |
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