inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 21-Diciembre-2007

Líbano cede a las presiones

 
Hasta el pasado año la denominada comunidad internacional cuestionaba la injerencia de Siria en la política libanesa y festejó a lo grande cuando las tropas de ese país abandonaron El Líbano en 2005.

Líbano recuperó su independencia decían. Sin embargo el país de los cedros, después de sufrir la invasión israelí y los bombardeos en el verano del pasado año, está sumergido en una crisis política, y la injerencia extranjera en sus asuntos no ha disminuido sino al contrario.

El parlamento libanés lleva semanas sin llegar a acuerdo para designar al presidente del país y ahora las potencias occidentales emplazan a los legisladores a definir un nombre esta semana.

Y las presiones no son disimuladas, este domingo, el subsecretario de Estado estadounidense para Oriente Medio, David Welch, se reunió en Beirut con el jefe de las Fuerzas Aramadas, Michel Suleiman, el hombre cuya candidatura suscita consenso.

Antes de partir del Líbano, Welch insistió en la necesidad de celebrar la elección presidencial, según un comunicado castrense. El sábado estimó que ya era hora de que la mayoría eligieran a un presidente.

La presión norteamericana para que designen al jefe de las fuerzas armadas encuentra el impedimento constitucional.

La Constitución libanesa establece que un alto cargo no puede ser ocupado de manera simultánea con otro por una misma persona y deben transcurrir dos años entre una responsabilidad y otra.

Sin embargo ello no parece ser un problema para los líderes occidentales. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, también intentó presionar a los parlamentarios libaneses y dijo que están ante la última oportunidad.

Aquellos que asuman el riesgo de matar esta oportunidad quedarán definitivamente aislados de un cierto número de países, dijo Sarkozy, aludiendo a Siria por su influencia sobre los diputados chiítas de Hezbolá.

Francia administró El Líbano desde el fin de la primera guerra mundial hasta 1944, según un mandato de la Sociedad de Naciones y ha intentado mantener su influencia en los políticos locales, la mayoría de las veces apoyando a los partidos cristianos, ultraderechistas al punto de denominarse falanje, al estilo de los fascistas italianos.

También las Naciones Unidas, o al menos su Consejo de Seguridad, presionan a los políticos libaneses para que designen un presidente, en especial uno que a diferencia de los anteriores, tome distancia de Siria, y antes que nada, que se preste a aislar a Hezbolá de su enorme influencia en el país, en especial después de haber resistido la invasión israelí del pasado año.

Incluso las Naciones Unidas han decretado que la justicia libanesa no es lo suficientemente independiente y ha abordado por su cuenta la investigación de crímenes políticos en Beirut.

Tanta presión parece haber dado sus frutos y el parlamento aplazó para el sábado la designación del nuevo presidente. Al parecer la demora se debe a que los legisladores buscan una argucia legal para interpretar la Constitución y posibilitar la designación del jefe del ejército como presidente.

De todas maneras, el acuerdo prevé la reducción del mandato a sólo dos años en lugar de los seis y la designación por consenso del primer ministro.

En pocas palabras, se trata de aplazar la crisis y concederle un triunfo al nuevo dúo interoceánico: Sarkozy-Bush.



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