inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 21-Diciembre-2007

Ni debilitamiento ni repliegue

 

escribe Miguel Lozano

Sin conmoción y hasta con sobriedad, Venezuela recibió los resultados del rechazo de una propuesta de reforma constitucional, considerada de transición al socialismo, en un referendo el pasado 2 de diciembre.

"No estamos listos todavía. Habrá que madurar", fue una de las primeras conclusiones del presidente Hugo Chávez, quien se mostró como un estadista de gran talla, cuando es más importante esa cualidad, en el momento de las adversidades.

La propuesta de modificación de 69 de los 350 artículos de la Constitución se presentó en dos bloques: en el "a", los 33 originalmente propuestos por Chávez; y en el "b", otros 66 añadidos luego de la discusión parlamentaria y popular del proyecto.

El contenido incluyó nuevos conceptos de la propiedad para ampliar la de carácter social, sin eliminar la privada y el reconocimiento de rango constitucional al poder popular (comunal).

La modificación propuso la prohibición del monopolio y el latifundio y una nueva estructura políticoadministrativa encaminada a propiciar un desarrollo armónico y no como ahora, desproporcionado, en beneficio del norte y en detrimento del sur.

Otros aspectos incluyeron la eliminación de límites del número de mandatos a la posibilidad de reelección del Presidente de la República y la extensión a siete años, en lugar de seis como es ahora, del período presidencial.

Disminución de la jornada a seis horas diarias y de la edad para votar de 18 a 16 años, fueron otros de los elementos de la propuesta de reforma.

El bloque "a" recibió 50,70 por ciento de los votos por el NO y 49,29 por ciento por el SI, mientras en el "b" la proporción fue de 51,05 por ciento para el NO y 48,94 por ciento para el SI, cuando faltaban alrededor del 10 por ciento de votos por contar.

En términos numéricos, el NO obtuvo cuatro millones 504 mil 354 votos y el SI cuatro millones 379 mil 392 en el primer bloque. En el segundo la votación alcanzó cuatro millones 522 mil 332 y cuatro millones 335 mil 136 votos.

Con una abstención de 44,11 por ciento, las diferencias fueron de 1,41 por ciento en el bloque "a" y 2,11 por ciento en el "b", lo que refleja lo reñido de la votación y también lo virulento de la campaña política precedente.

Una comparación aritmética con los resultados de las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de 2006 refleja una pérdida de tres millones de votos para los seguidores de Chávez y una ganancia de 400 mil votos para la oposición.

El análisis de estos resultados puede tener muchos ángulos, desde poco tiempo y o incapacidad para explicar una propuesta muy compleja, hasta el bombardeo mediático y la manipulación de los opositores sobre algunos temas.

Pasa igualmente por la injerencia del gobierno de Estados Unidos, mostrada en la divulgación de un documento de su embajada en Caracas, no desmentido al menos hasta la votación.

Los argumentos esgrimidos incluyeron manipulaciones obvias como la pérdida de la patria potestad o eliminación de la propiedad privada y la eliminación de la libertad religiosa, en lo cual jugó un papel activo la jerarquía católica venezolana.

Extrañamente para una oposición dividida y sin liderazgo, las acciones de ese sector mostraron una coordinación casi perfecta, enlazando elementos como empresarios, grupos estudiantiles, viejos y nuevos políticos de derecha y la iglesia católica, todo lo cual para las autoridades es evidencia de la injerencia extranjera.

El embate sincronizado incluyó el entorno cercano del presidente, como el paso a la oposición del ex ministro de defensa general (r) Raúl Baduel y la participación activa de la ex primera dama Marisabel Rodríguez.

El contexto incluyó el "salto de talanquera" del Partido por la Democracia Social (Podemos), encabezado por el diputado Ismael García, agrupación pequeña pero segunda en la votación de los partidos que apoyaron a Chávez en las elecciones de 2006.

El engranaje de elementos tan disímiles funcionó con tanta precisión que es difícil sustraerse a la teoría del gran cerebro que movía las piezas (y daba apoyo financiero).

Todo ello serviría para comenzar a hilvanar una explicación de la primera derrota de Chávez en las urnas luego de 12 triunfos consecutivos desde 1999, pero es insuficiente.Una de las conclusiones de alcance estratégico de Chávez apunta a que la población no está lista para un proyecto socialista, si bien ha avanzado hasta casi un 50 por ciento de respaldo en menos de nueve años, luego de un largo período de anticomunismo.

"No estamos listos todavía. Habrá que madurar", razonó Chávez en uno de sus primeros análisis el 3 de diciembre en la tarde, en una llamada a un popular programa de televisión, luego de su alocución a todo el pueblo en la madrugada del mismo día.

En opinión de Chávez, para quien el socialismo sigue siendo un objetivo, la transición requiere más tiempo e intensificar el proceso dialéctico teóricopráctico para no abortar el proceso.

"No hemos perdido nada: esto no significa un debilitamiento del gobierno, ni un repliegue'", estimó el mandatario, para quien la solución a los problemas del país no pasa por buscar otra opción.

Allí está una propuesta, que es positiva incluso para muchos que votaron contra ella, expresó Chávez dando seguimiento a una idea expresada inicialmente en la madrugada en uno de los momentos más dramáticos de su mandato.

A juicio del mandatario, al 50 por ciento que dijo SI al socialismo se unen los tres millones que le apoyaron y ahora no concurrieron a las urnas "pero tampoco dijeron NO": "Vamos por ellos. Vamos a convencerlos de que este proyecto es para ellos".

Poco antes Chávez -como dijo luego del fracaso de la rebelión cívico-militar que encabezó en 1992- afirmó que la propuesta socialista no triunfó "por ahora" y consideró necesario seguir impulsándola dentro del marco de la Constitución.

Su estrategia se basa en el criterio de que el proyecto incluyó ideas muy audaces, algunas de ellas sin precedentes, como la jornada de seis horas y la llamada geometría del poder, así como la nueva visión económica incluyendo la propiedad social, la comunal y ciudadana.

Quiero que sepan -aclaró- que ni una sola coma de esta propuesta yo retiro, continúo haciendo la propuesta al pueblo venezolano, esta propuesta sigue viva, no está muerta.

Su proyección incluye la intención estratégico-política de ampliar el marco de avance del proyecto y mirar más en perspectiva el proceso de construcción de la Venezuela socialista.

Para Chávez el revés no significa el cierre del camino que ha permitido a Venezuela en los últimos años un considerable fortalecimiento político y social.

Las primeras horas luego de la amarga experiencia del 2 de diciembre demostraron, por otro lado, que no se abrió un período de incertidumbre para el país ni de amenaza al liderazgo de Chávez, al abrir un lapso de reflexiones sobre las causas de la derrota.

El inevitable análisis de los resultados estado por estado deberá aclarar donde hay focos de debilidad e incluso ayudar a identificar ineficiencias e irregularidades a las que mucha gente de pueblo atribuye parte de los resultados.

Es común en conversaciones privadas y no extraño en análisis públicos valoraciones sobre un "pase de cuenta", mediante el voto, no a Chávez -porque no estaba en juego la Presidencia- sino a mandos intermedios por debajo de las exigencias.

El mandatario, sin embargo, alertó a seguidores exaltados "no buscar culpables ni acuchillarnos entre nosotros" como le confesó el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, que pasó luego de la derrota electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1990.

Esta afirmación parece importante a las puertas de un análisis profundo del proceso que deberá confirmar el criterio de Chávez, quien ve en los resultados del re'ferendo un momento de ajustar el tiro, sin debilitamiento ni repliegue.



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