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El gobierno conservador reestructura y achica las instituciones culturales
Algo huele mal en la cultura

 

escribe Pepe Viñoles

El gobierno conservador de Fredrik Reinfeldt sin hacer mucho ruido se apresta a realizar como nunca antes, una profunda reforma en el aparato institucional que dirige la cultura del país, que seguramente modificará el propósito democrático y popular que la misma tuvo durante varias décadas de existencia del llamado modelo de sociedad de bienestar.

Cierre de pequeños museos y galerías de arte por falta de financiamiento; bibliotecas y otros espacios de culturales y de esparcimiento públicos que se pondrán en venta; corte de subsidios a editoriales, eventos culturales y revistas; exigencia de que la cultura se autofinancie y entrega de las mismas a patrocinadores privados, son parte de los malos olores que ya se sienten.

Esta semana, -adelantándose y paralelamente a una comisión especial que por encargo del mismo gobierno viene trabajando una propuesta futura de reforma- se dio a conocer que ya a partir del próximo año entrante, en unas 20 instituciones culturales sus respectivos consejos directivos van a ser disueltos para pasar a tener en cada una de ellas un único jefe que será personalmente el responsable frente al gobierno y parlamento de la gestión.

Entre ellas están por ejemplo, las comisiones directivas de importantes instituciones como son: la de los Museos Históricos Estatales (Statens historiska museer), de Exposiciones Nacionales (Riksutställningar), del Consejo Estatal de Cultura (Kulturrådet), del Museo de Arte Moderno de Estocolmo (Moderna Museet).

El gobierno de la alianza de partidos de derecha, con el argumento de simplificar y efectivizar las estructura de la organización institucional se propone controlar más y minimizar económicamente lo existente hasta hoy, que es responsable del estímulo, difusión y apoyo a todas las manifestaciones culturales del país.

Hasta ahora la mayoría de las instituciones contaron con una comisión directiva responsable total de definir las políticas a seguir y de la administración del presupuesto asignado por el Estado, quien a su vez nombraba al jefe o director ejecutivo de las mismas. Y en otras, donde la comisión directiva tenía un mandato y facultad decisoria sujeta a restricciones.

Esta semana muchos jerarcas actuales de algunas de estas instituciones se manifestaron críticamente frente a la propuesta del gobierno de Fredrik Reinfeldt y su ministro de Cultura Lena Adelshon Liljeroth.

Entre estos por ejemplo, Lars Nittve jefe de Moderna museet, que sostiene que esta reforma tendrá efectos negativos: Sin comisión directiva, con la responsabilidad de jefes únicos quedaremos muy solos en nuestras decisiones. Es bueno en nuestro trabajo contar además con el respaldo de un colectivo que además lo integra un representante del gobierno. señala, y agrega que existe también un aspecto que hace a lo democrático no menos importante: pese a que una institución pueda tener una responsabilidad y libertad restringida de decisión, en nuestra tarea tenemos que hacer uso de dinero de los ciudadanos, por eso es bueno de que haya, como hasta ahora, un determinado número de personas que representan en la comisión directiva a toda la sociedad y que supervisan la utilización que hacemos de los recursos que se asignan.

Por ejemplo, en Statens Kulturråd que tiene actualmente la responsabilidad de distribuir anualmente 2 mil millones de coronas en apoyo a diferentes proyectos y actividades culturales de diferente tipo, el actual presidente de la comisión directiva del organismo Kennet Johanssson, y quien a partir de enero ocupará el cargo de director general del organismo estatal, piensa que teniendo en cuenta la importancia de contar con una legitimidad en las decisiones que se deben tomar es bueno contar con el respaldo de una comisión directiva: Porque si bien aumenta la capacidad de decisión con un jefe único, su papel decisorio puede ser puesto en tela de juicio en cuanto a la legitimidad. Y la dirección colectiva cuenta además con el aporte de personas competentes en cada ramo, pero lo más importante es que la dirección de Kulturrådet la integran representantes de artistas, músicos, escritores, de las diferentes regiones del país, de la actividad privada, o con una buena experiencia internacional. Y de alguna manera estas personas deben ser sustituidas por otras cuando se aplique la reestructura, como consultantes por lo menos y deberían mantenerse las mínimas garantías del uso de procedimientos democráticos.

La misma preocupación tiene Lars Amréus jefe de Statens Historiska museer de que se les pueda acusar de nepotismo y corrupción a la hora de tener que elegir sus asesores.: Actualmente a la comisión directiva no la elijo yo, la designan quienes representan a la ciudadanía. Un consejo asesor que yo personalmente designe como jefe máximo, siempre va ser cuestionado.

Irrumpen los burócratas del mercado

Desde las altas alturas del gobierno, la derecha ha elegido toda una variopinta fama de funcionarios provenientes del mundo de la publicidad y el mercado, son una nueva promoción de burócratas neoliberales los que han tomado las riendas de la dirección cultural en el país. Para ellos la cultura también es objeto de consumo, sujeto a la ley de la oferta y la demanda. No puede haber nada gratis: conciertos, bibliotecas, exposiciones, piezas teatrales, espectáculos de danza, libros etc. tienen que atraer la mayor cantidad de público posible y dar ganancia, y sinó hay que privatizarlos o dejarlos morir de inanición sin darles financiamiento.

Así ya pasó con la editorial Bok för alla de larga tradición en el país publicando libros de calidad a muy bajo precio a la que el gobierno no le brindará más ayuda económica; con el Baltic Art Center de Visby, Dunkers kulturhus de Helsingborg y el Bildmuseet de Umeå, que en un muy corto plazo tendrán que cerrar o reducir al mínimo sus actividades.

No importa lo que piensen los profesionales en cada una de las ramas de la cultura, los burócratas tienen otras ideas, son reaccionarios y elitistas, aunque juegan al populismo de que si yo pago, yo decido que quiero tener. Si a una basura pseudo cultural se le hace un buena publicidad, se puede lograr que sea un éxito de público y por ende de ganancia económica.

Artistas, cineastas, diseñadores, escritores, guionistas, productores, jefes de instituciones etc. desde ahora deben saber que tendrán que salir al mercado a buscar financiamientos externos, tendrán que aprender a competir y saber vender sus productos como ya lo hacen los vendedores de automóviles, apartamentos, teléfonos móviles y todo un ejército de vendedores que guerrean en el mercado de consumo.

Las bibliotecas públicas de Suecia por ejemplo, ya comienzan a comprar los libros que más pide el público que son casi siempre los que se publican apoyados por una gran promoción publicitaria en los grandes medios; los cines con películas de calidad se cierran porque no dan ganancia y por eso nos obligan a ver sólo aquellos films que la industria cinematográfica norteamericana produce o coproduce y que se distribuye en los circuitos que ya son de su propiedad. Se supone que los creadores y promotores culturales encontrarán en el mundo de las finanzas, filántropos y mecenas que generosamente les patrocinen económicamente (los sponsoricen, la palabra de moda que por suerte no existen en español).

En fin tendremos que darnos cuenta, a contracorriente, que hay que seguir resistiendo y luchando para que algunas cosas sean consideradas en una sociedad que se dice democrática y rica, sagradas. Incorruptibles e indemnes al poder del dinero deberían ser (como mínimo), la educación, la salud y la cultura, siempre gratuitas y de acceso para todos los ciudadanos.'



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