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Instituciones de reciprocidad en el mundo andino |
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escribe Salvador Palomino Flores Dentro de las culturas andinas, la institución de la Reciprocidad es el fundamento principal para el carácter Colectivo y Comunitario de las sociedades indígenas, de hecho colectiviza los contactos humanos, propicia la redistribución de los bienes, evita la acumulación de valores en pocas manos, provée recursos al que necesita, y crea justicia al incentivar, como comportamiento, las actitudes de devolver por igual lo que se ha recibido o recibir como devolución lo que se ha dado. También se hace Reciprocidad con el entorno sagrado cuando se hacen ritos y ceremonias en agradecimiento a las fuerzas mayores y a los seres divinos. Nuestra relación recíproca con los Apu, Achachila o Wamani (Montañas Sagradas), con entrega de nuestras propias energías mediante ofrendas, nos aseguran el incremento y abundancia de nuestros animales, pues, en nuestro pensar, son las montañas los dueños verdaderos de los animales domésticos y salvajes. Igual, cuando sembramos la tierra pedimos permiso y rogamos a la Pacha Mama (Madre Tierra) que nos dé los granos y todos los alimentos vegetales en abundancia. Y ellos, con regocijos y alegría, nos lo brindan si las ofrendas han sido a su entera satisfacción. 1. Ayni: Es la institución primaria de ayuda mútua dentro de las Comunidades, se realiza al interior del Ayllu como familia. Ayllu es el nombre de la familia nuclear y extensa y es, además, nombre del grupo social que es base de las organizaciones mayores como la Comunidad, o del estado en los tiempos del Tawantinsuyu. Todos los actos trascendentes o principales de una familia: Construir una casa, marcar el ganado, cultivar y cosechar en los terrenos, casos sociales como matrimonios, o casos furtuitos como difunciones, etc., todos son tomados en cuenta y observados por los parientes y amigos, pues inevitablemente tendrán que participar en ellos por fuerza moral y costumbres. En el amanecer del día anterior al acontecimiento, la familia festejante visita, casa por casa, a los familiares y amigos, realizando el Yuyachikuy (hacer recordar é invitar), lo hacen ofreciéndoles algunas copas de licor y puñados de la sagrada hoja de la coca. En el día del trabajo, llegan los familiares y amigos con sus herramientas, las mujeres con porciones de alimentos, con sus instrumentos los músicos, hasta grupos de canto y de danza, y los Yatiri o Misayuq con sus implementos para la ceremonia sagrada en honor a la Pacha Mama y los Wamani, en agradecimiento, siempre, por los beneficios recibidos. Los dueños de casa los reciben con suficientes alimentos y bebidas, los que se consumen en medio del jolgorio antes del inicio del trabajo acordado. En algunas partes se trabajan cantando, y en otras al son de música y cantos. Los dueños de casa observan minuciosamente quienes han venido, qué han traído y cómo han procedido en todo el trabajo del día, pues, llegado el momento, ellos también tendrán que proceder igual en casa y trabajos de los hoy visitantes, como retorno de lo recibido. El Ayni es, pues, una reunión familiar, colectiva, una ceremonia de agradecimiento a nuestras fuerzas espirituales mayores y es, también, fiesta, alegría, que consolidan y reafirman el carácter colectivo y comunitario de la organización comunal indígena. 2. Minka: En las actuales comunidades indígenas existen tierras, bienes o animales como propiedad particular/familiar, donde ya se expresan mayores y menores riquezas, a causa de la introducción de la propiedad privada y los sistemas de compra y venta que hacen que surjan los más ricos y los desposeídos. Sin embargo, en compensación a esta afrenta moderna que nos resquebraja, también existen los bienes colectivos comunales: Tierras de sembrío y de pastos, recursos como ríos (con sus peces), montañas, lagos (con sus peces y aves silvestres), árboles, arbustos, o los caminos, las calles y las plazas, como los templos o lugares sagrados, todos como un bien común. La Minka se caracteriza por ser trabajos o acciones a favor de la preservación de los bienes comunales y para los cultivos o cría de ganado como bien comunal. El pensamiento para el ejercicio de la Minka es: Si puedo beneficiarme con los bienes colectivos, pues, debo entregar mi fuerza de trabajo, en reciprocidad, para cuidarlos y reproducirlos. Los organizadores son los Varayuq o Autoridades comunales, ellos los convocan mediante asambleas generales en la plaza pública, y allí determinan la tarea a realizar, el lugar y el día. Las mismas autoridades, con fondos comunales, se encargarán de proveer los alimentos, además de distribuir coca, cigarrillos y licor en ciertos momentos del trabajo. Igual que para el Ayni, los ritos, las ceremonias, la música, el canto y el baile también están presentes. A la Minka sólo están obligados asistir los que ostentan la calidad de Comunero, uno por familia, las viudas asisten ellas mismas, o sus representantes contratados, a falta del marido. Cada Comunidad tiene su forma de conferir la calidad de Comunero a los jóvenes que van llegando a la mayoría de edad. En algunas comunidades el joven tiene que cumplir con el cargo de Alguacil, un cargo de autoridad política de primer grado, por un año; entonces, recién pasa de la calidad de Wayna o Maqta, joven, a la calidad de Taytalla, señor Comunero. Aquí no se tiene en cuenta la edad cronológica, pues personas que nunca han hecho el cargo de Alguacil, por razones de viaje por ejemplo, seguirán siendo Wayna o Maqta aunque tengan 50 años, y no participarán en los trabajos comunales de la Minka, salvo hasta cumplir con los requisitos, aunque ya viejos, si es que desean incorporarse con derechos y deberes al seno de la Comunidad. 3. Mita: Era la obligación de los Ayllu (como grupo social) aportar con fuerzas de trabajo para la construcción, el cuidado o sembrado de los bienes nacionales administrados por el estado. En la época del Tawantinsuyu (nuestro estado mayor cuya capital fue el Cusco) se construyeron caminos, puentes, se tenía que explotar las minas, cuidar los animales designados al Sol y al Inka (gobernante), sembrar tierras estatales, construir las Waka ( Templos Sagrados), etc., todo en forma de trabajo colectivo por los miembros de los Ayllu. En todos estos actos se hacían infinidad de ceremonias sagradas, solemnes fiestas con suficientes comidas y bebidas (en aquellos tiempos se tomaba la Aqa, una cerveza de maíz) proporcionados por la administración estatal. Todos estos bienes nacionales, aparte de servir para la manutención de los gobernantes en ejercicio y para los oficios rituales y ceremoniales, eran dispuestos en su mayoría para los usos y el consumo del pueblo. Se sabe, por ejemplo, que en los caminos, que eran como una red por todo el territorio nacional, a cada 33 kilómetros había un Tampu (almacén de recursos alimenticios), allí los viajeros podían descanzar y alimentarse y, mayormente, los alimentos servían como prevención para los tiempos de las catástrofes naturales. Cuando llegaron los españoles mal utilizaron los Tampu y convirtieron a la institución de la Mita a una forma de explotación del ser humano, pues retomando este sistema vieron que podían contar con la mano de obra gratuita de los indios. Era tal la cantidad de alimentos almacenados en los Tampu que sirvió a los españoles, por 12 años, dedicarse sólo a la explotación de las minas, sin cultivar nada en todo ese tiempo. Y, claro, luego vino la hambruna, pues los terrenos de cultivo se habían vuelto eriazos y las semillas se habían perdido, etc. La Mita ya no se practica porque los pueblos indios ya no somos estado, somos pueblos y naciones sin estado, estamos inmersos dentro de las NeoNaciones Estado de corte occidental. Pero el Ayni y la Minka están plenamente vigentes dentro de nuestras comunidades y nuestros Ayllu, aunque luchando constantemente contra las formas individualizantes y monetaristas del sistema capitalista. |
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