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Un golpe de Estado bueno |
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El general Pervez Musharraf, actual presidente de Pakistán repitió el golpe de estado que lo llevó al poder en 1999 -derrocando entonces a un presidente democráticamente elegido- al decretar esta semana estado de sitio, detener y reprimir violentamente a miembros del Tribunal Supremo de Justicia y a miles de opositores que cuestionan su reelección en las últimas elecciones.
Musaharraf, el principal aliado y mayor receptor de la ayuda masiva de Bush en la región para su guerra contra el terrorismo, con esta medida parece haber puesto en peligro una minuciosa operación elaborada por Estados Unidos para mantenerlo en el poder haciendo una parodia de supuesta transición democrática. Hasta el 6 de octubre pasado todo anduvo bien para Washington y Musahrraf, porque en las elecciones -donde la oposición se abstuvo de participar- él concurrió solo y fue elegido presidente, manteniendo al mismo tiempo la comandancia de las fuerzas armadas. Pero precisamente esa doble condición de presidente y jefe militar supremo, era cuestionada por la oposición y por miembros del Tribunal Supremo. La oposición presentó un recurso ante el Tribunal para impugnar la candidatura del presidente y obligar a nuevas elecciones. Como se rumoreaba que este órgano iba a fallar en contra de Musharraf, dio un golpe de Estado con el conocido argumento de la necesidad de frenar el terrorismo y salvar el proceso democrático en el país. Gary Leupp, un estudioso de la política pakistaní sostiene con propiedad que: Washington impuso a Musharraf en su actual posición. Es el líder de una nación en la cual crece la presencia y la popularidad de los talibanes. Esto no es por su propia culpa sino el resultado del ejercicio de cambio de régimen en Afganistán hace seis años y de su incapacidad de destruir al talibán o a al Qaeda. Es el líder de una nación en la cual la popularidad de Osama bin Laden es por lejos mayor que la suya propia. Es el líder de una nación horrorizada (como la mayoría de las naciones) ante la carnicería en Iraq, resultante de una invasión basada en mentiras. Es el líder de una nación musulmana con una inmensa minoría chií (la segunda población chií del mundo por su tamaño, después de Irán). (..) Prepárese para ser bombardeado. Prepárese para volver a la Edad de Piedra. eso es lo que Musharraf contó al programa 60 Minutes de CBS que le dijo el adjunto de Colin Powell en 2001. Seguramente esas palabras lo persiguen, y jugaron un rol en su decisión de declarar el estado de emergencia, convirtiendo, como dice el New York Times en una burla la promoción de la democracia en el mundo musulmán del presidente Bush. En un hipócrita lamento Condoleezza Rice declaró esta semana estar profundamente preocupados por las acciones extra-constitucionales que tomó su aliado. (Si el golpe lo hubiera dado Hugo Chávez o Evo Morales, hasta el Consejo de Seguridad de la ONU se reúne). Y no se sabe todavía, si bajo cuerdas Washington no le dio el visto bueno a Musharraf para que hiciera esta jugada, con tal de seguir contando Estados Unidos con un aliado dictatorial más fuerte que les sirva a la hora en que decidan atacar Irán. Entonces se podrá ver más claro hasta donde llegó la promoción de la democracia paquistaní que el gobierno de Bush dice apoyar. |
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