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Un volumen sobre hermenéutica literaria |
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escribe Juan Cameron «La crítica literaria del siglo XX», de Blume y Franken, es un entretenido, completo e ilustrado manual de estudio que no sólo sirve a los candidatos al magisterio sino también al curioso escritor y a los interesados en la materia. Editado por la Universidad Católica de Chile, en Santiago, este volumen -además de ordenarnos en la interpretación literaria- resulta indispensable para quienes intentan conocer y comprender el pensamiento contemporáneo. A medida que el oficio literario transcurre el escritor va tomando conocimiento de sus pares, de sus obras, tendencias, movimientos y promociones en lo que respecta a colegas en su propio idioma como de otros. Este paso en el tiempo no implica, necesariamente, un desarrollo, y de allí que no se ocupe este término, en parte por sus connotaciones un tanto subjetivas y, también, porque tal «progreso» está condicionado por cuestiones sociales, como la ubicación del autor en el escalafón público o la red de amistades adquiridas en encuentros u ocasionales eventos del ramo. Con todo, la exigencia de tal conocimiento existe. La acumulación de datos es parte de su «cultura» tanto como para el interesado en el football lo es el saber sobre sus héroes. Sin embargo este simple factor no basta. La especialización en el rubro, los requerimientos de un medio cada vez más empequeñecido y el inútil discurso generado en el ámbito académico -muchas veces despistado o, por qué no doloso- inducen al autor a prepararse en territorios muy distintos a los de su ejercicio. El siglo XX ha sido hiperbólico en estas materias. A partir de la filosofía y la psicología, de la política y las artes emergen centenares de individuos con sus obras y sus teorías encadenadas en cierta innegable y rica tradición. Desde Marx y Freud a Chomsky y Baudrillard una legión de pensadores va construyendo un metalenguaje de elite pero, a la vez, fantástico y atractivo. Se trata nada menos que del pensamiento humano. Pero el escritor que apenas tiene tiempo, aún desembarcándose de la televisión, para leer de su particular disciplina, debe entonces cubrir otras. Para resolver su titánica tarea un medio, bastante legítimo por lo demás, es recurrir a los vademécum, esa suerte de Reader Digest de la sabiduría, o de «mataburros», como llamábamos en tiempos del Liceo a los volúmenes de «ayuda memoria». Esto conlleva muchas ventajas: en diez días cultiva al autor en un ámbito desconocido -o al menos ajeno a su arte- y le brinda prestigio y admiración al pasear los volúmenes bajo el brazo por cafés, Bancos y otros lugares públicos mientras dura su lectura. Uno de éstos volúmenes necesarios de consumir es La crítica literaria del Siglo XX/ 50 modelos y su aplicación, de los profesores Jaime Blume y Clemens Franken, publicados por Ediciones Universidad Católica de Chile a comienzos de 2006. Se trata de un libro accesible, claro y pedagógico y, nada menos, utilizado para los cursos de Magisterio que los académicos de esta pontificia casa de estudios dictan a sus candidatos. El escritor, o aprendiz de brujo en su caso, encontrará allí un metódico análisis de la crítica literaria y de sus enfoques sociales, a partir del formalismo ruso y del gran Ferdinand de Saussure, hasta las actuales interpretaciones generadas desde el feminismo y de la antropología postcolonial. Al alcance de cualquier semi informado (doy fe al lector) esta muy entretenida obra da cuenta de catorce escuelas o distintas formas de interpretación de la obra literaria y selecciona a cincuenta y tres maestros -en acápites separados- para determinar su sistema crítico, sus principios teóricos y su aplicación sobre el fragmento de alguna obra literaria, en prosa o poesía, conocida por este tipo de lector. Esta revisión en la que cabe, indistintamente como ya se dijo, desde una perspectiva filológica a una desconstructivista, entrega conclusiones que, desde una mirada más amplia, son absolutamente lógicas. La primera nos indica cierta segmentación interpretativa del objeto literario. Determinado por la situación histórica, el estudioso disecciona de la misma el elemento necesario para responder a sus inquietudes. Y, en consecuencia, una misma obra puede -con rigor y certeza- ser interpretada desde cualquiera de estas múltiples posibilidades. Y a cada uno le dará la respuesta sabida de antemano. Por otro lado cada posición es verdadera. Y no lo es en un sentido ético, en cuanto responde a los intereses generales generados desde el mismo ejercicio crítico; puesto que muchas veces parte desde un interés distinto al literario. Lo es en tanto las características seleccionadas para aplicar tal hermenéutica existen en la obra, son válidas para la construcción del texto tanto en la selección del autor cuanto en la interpretación a cargo del receptor. La posición con menor vinculación, que se percibe un tanto más débil con respecto a las otras, es la del análisis feminista. Si bien parte desde lo antropológico, su fragilidad estriba en la necesidad de crear una literatura «otra» a partir de supuestos ideológicos. Por cierto el problema planteado existe; pero a nivel de sociedad y no de escritura. Las interpretaciones literarias se aglutinan en dos bloques mayores: aquellas que parten desde el emisor (más bien del mensaje) y las correspondientes al lector. En el primero ubicamos las propuestas surgidas desde el factor lingüístico (formalistas, estructuralistas, etc.) y en las segundas, aquellas que describen el fenómeno literario a partir de lo social y de lo cultural (análisis psicológico en cierta medida, sociológico, de recepción, postcolonial, de poéticas, etc.). A partir de esto aparece otra idea a modo de conclusión. Y es que el punto más alto se ha alcanzado, en esta materia, entre las investigaciones neomarxistas y estructuralistas. Más allá, muchas de estas teorías caen dentro de la crítica de Habermas, en el sentido de no ser sino magníficos juegos lingüísticos ejecutados por intelectuales conservadores disfrazados de radicales. Demasiados pappers contemporáneos parecen darle la razón. Jaime Blume Sánchez es profesor de Castellano y Orientador Vocacional, por la Universidad Católica, y Doctor en Literatura por la Universidad de Chile. Tiene un postgrado en Orientación en la Universidad de Harvard y de Literatura en la Universidad de Regensburg, Alemania. Ejerce la docencia de Crítica y Estética en el Instituto de Estética de la UC. Tiene a su haber medio centenar de artículos académicos. Clemens Franken Kurzen es Magister en Literatura General y Comparado por la Universidad de Bochum, Alemania, y Doctor en Estudios Americanos por la Universidad de Santiago de Chile. Es profesor adjunto de Literatura en la Facultad de Letras de la UC. Ha publicado anteriormente Crimen y verdad en la narrativa policial chilena (2003) y una treintena de artículos del área. |
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