inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 19-Octubre-2007

Las armas del Tío Sam

 
Stephen Johnson un alto funcionario del Pentágono encargado de asuntos para América Latina, dijo la semana que les preocupa el arsenal del gobierno de Hugo Chávez en alusión a las compras de armamento que ha hecho Venezuela en Rusia y Bielorusia para modernizar su defensa nacional, hasta ahora dependiente de los antiguos suministros norteamericanos hoy bloqueados por la administración Bush.

El funcionario adujo que Venezuela da un mal ejemplo en América Latina porque La compra de armas podría distraer a las democracias exitosas de la región de invertir en la gente para promover el bienestar de sus poblaciones porque según el inefable halcón Este es nuestro trabajo número uno. Seguro que Johnson debe estar pensando en cómo su gobierno por ejemplo, viene ayudando al bienestar de los colombianos; o del pueblo cubano mediante el bloqueo económico y comercial, para no hablar del humanitario apoyo democrático que le dan las bombas y armas norteamericanas a palestinos, afganos o iraquíes.

Una periodista de la BCC en un rapto de imprudencia antinorteamericana le preguntó al hombre del Pentágono en la conferencia de prensa ¿Cómo puede Estados Unidos criticar a Chávez, cuando gasta millones de dólares en la guerra de Irak, a pesar de que hay miles de personas en este país que ni siquiera pueden acceder a un seguro médico? a lo que Johnson le ripostó muy imperialmente haciéndose el zonzo: Es que Estados Unidos está en otro nivel de desarrollo y tiene otras responsabilidades en el mundo.

Aludiendo a una reciente gira de su jefe máximo el secretario de Defensa Robert Gates por Chile, Perú, Colombia, El Salvador y Surinam, este funcionario del Pentágono explicó que quieren hacer un mejor trabajo con nuestros aliados democráticos y nuestros vecinos amistosos porque Cuba y Venezuela son hostiles a Estados Unidos, aunque aseguró que no se plantean enfrentarse directamente con ellos. A buen entendedor pocas palabras bastan. Washington seguirá como hasta ahora tratando de hacerse de vecinos amistosos entre los gobiernos latinoamericanos con el obsesivo objetivo de aislar a Cuba y Venezuela en primer lugar, desestabilizar los procesos populares de Bolivia y Ecuador, sin abandonar la constante tarea de reclutar conspiradores en las fuerzas armadas nacionales.

Richard Nixon, que fue un presidente gangster pero por lo menos más sincero, recomendaba: No hemos de tener ataques de nervios si nos acusan de ser `mercaderes de armas´. (&) es vital que nuestros amigos dispongan de armas para defenderse. Hemos de ser menos remilgados y más atrevidos al proporcionar armas allí donde se necesita detener el avance soviético. Hemos de cesar en condenar a los gobiernos amigos y negarle ayuda si su existencia está amenazada, meramente porque sus elecciones no son más limpias que las nuestras lo han sido a veces en lugares como Boston o Chicago. Incluso si el régimen es represivo o autoritario.

Y esta es la doctrina militar que prevalece hasta hoy en la Casa Blanca, aunque este señor Stephen Johnson la someta en conferencia de prensa a un liviano maquillaje. Porque pese a la derrota sufrida en Vietnam y el actual empantanamiento en Irak y Afganistán, Estados Unidos -como Roma hasta el final- no puede renunciar a su papel guerrerista, hegemónico e imperialista.

Y en América Latina como en cualquier parte, un gobierno y un pueblo que no sepa defenderse también militarmente, nada podrá hacer a la hora de preservar la libertad alcanzada.



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