inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 19-Octubre-2007

Lecciones danesas

 

escribe Simón

El pasado fin de semana estuve de visita en Copenhague. Para mi sorpresa, en este caso agradable, el Museo de la Resistencia es ahora con entrada libre. Curioso pensé, ahora que tienen un gobierno ultraconservador, aliado de Bush en la guerra de Irak y represor de sus jóvenes, el museo que muestra la voluntad independentista y anti nazis de los daneses, pasa a ser de libre acceso.

Ojalá que los daneses se den una vuelta por las instalaciones y recuerden un pasado del que sentirse orgullosos. Especialmente cuando tienen un gobierno que camina en la dirección contraria.

Este martes, la policía de la capital danesa anunció que por recortes de presupuesto, dejarán de atender llamadas de emergencia en la noche, reducirán el número de policías de patrulla también en horario nocturno, y otra serie de recortes que llevaron al vocero policial asegurar que de lunes a jueves en la noche, será rentable ser delincuente en Copenhague.

Según las autoridades, este recorte se debe a los gastos extraordinario que debe afrontar la policía en controlar a los jóvenes que todos los jueves salen a manifestar en reclamo de una Casa de la Juventud.

Como recordarán, en marzo de este año la policía danesa desalojó por la fuerza, y luego demolió hasta sus cimientos, la Casa de la Juventud que los jóvenes habían mantenido durante años en un edificio histórico abandonado.

Por ejemplo, en ese edificio demolido se resolvió establecer el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, entre otros acontecimientos históricos del pasado progresista y revolucionario de Europa.

En esa casa, los jóvenes daneses mantenían un comedor popular, realizaban actividades culturales solidarias con el Tercer Mundo, mantenían talleres y trabajo social con la comunidad. En resumen, realizaban un ejemplar trabajo solidario que debería haber tenido el respaldo de toda la comunidad y del Estado.

Desde la brutal demolición, los jóvenes han comenzado a reclamar en manifestaciones, que se les otorgue una casa para seguir desarrollando esas actividades.

El tozudo y derechista gobierno danés hace oídos sordos a esos planteos, y a contrapelo con la historia que demuestra el Museo de la Resistencia, reprime a los manifestantes.

El gobierno de Poul Rasmussen ha sido claro en sus opciones. Primero, la policía debe dedicarse a reprimir a los jóvenes que se manifiestan por una casa, no importa el costo -que a juzgar por la decisión anunciada por la policía, es de varios millones de dólares-, y sólo en segundo lugar trabajar por la seguridad ciudadana.

Seguramente el costo de la Casa de la Juventud es mucho más reducido que el gasto del Estado en mantener el aparato represivo destinado a esos jóvenes. Pero se trata de una cuestión de principios derechistas: no hay que apoyar nada que se parezca a la solidaridad ni al trabajo comunitario, no importa el costo. Que ladrones, traficantes, drogadictos pueden hacer de las suyas es parte del sistema.



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