inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 5-Octubre-2007

Simeón Rizo edita novela en Managua
Memorias de lo olvidado

 

escribe Juan Cameron

Conocido en Valparaíso como profesor de Medicina Legal -y como un hombre de bien- Rizo Castellón entrega ahora, desde su finca cafetera en su ciudad natal, una entretenida novela en cuyas páginas reaparece la infancia y los fantasmas de la familia miradas desde la perspectiva del regreso. Rizo fue también presidente del Instituto de Seguridad Social de su país y es un connotado médico nicaragüense.

Memorias de lo olvidado -primera novela aunque no el primer libro del nicaragüense Simeón Rizo Castellón- nos ubica de inmediato en ese terreno intemporal que lo permanente pareciera destinar a unos cuantos mortales. Sin embargo tal escenario no existe por el simple hecho de ser retratado por las imágenes proporcionadas por el autor en esta suerte de diario novelado. Convertida ahora en el único registro, la casa original se reconstruye a partir de tal relato. Y más que aquella es la finca familiar, la del abuelo, el único sitio posible sobre el que han de converger las sombras de los parientes, los familiones de este y aquel valle, los hijos legítimos e ilegítimos en torno a la mesa patriarcal. Y, aún así, habrá un orden de prelación ritual y jerarquizado tal vez establecido por quien fuera el caudillo de la tribu; o por el Derecho Natural.

Esta visión se mantiene incólume ante la mirada de quien regresa: «Este Darío no cambia. Las mismas piedras blanquecinas, el mismo polvo dorado y fino, el calor y las mismas mujeres con bocio, flacas, viejas y arrugadas. No cambia este pueblo.» En la reiteración -tiempo e imagen se repiten como un mutuo reflejo- hay un dejo de nostalgia por los años perdidos. Pero también se percibe un respeto al pasado en tanto fuente unitaria y gestora de cuanto el protagonista ha llegado a ser.

«La memoria es lo único que nos rescata del olvido, la verdadera muerte» sentencia el autor. Para armar su historia ensambla, en distintas épocas, a tres personajes sobre el escenario del relato. El narrador -quien regresa años después al pueblo de Darío para reordenar la historia iniciada un mediodía de 1950- cumple con la función del argonauta. Al conseguir su objetivo, y realizar también el mito del retorno, no le queda otro destino que el enfrentarse a su propia muerte. Pero el vínculo con el pasado renovador y esclarecedor, lugar del germen de las cosas y razón de toda existencia, es precisamente ese abuelo a quien dedican, por última vez, aquella tarde de la infancia. Es él el personaje que, a través de las memorias recuperadas por su nieto, dará cuenta de los antepasados, tanto de quienes llegaron como de quienes fueron incorporándose a la gesta familiar -o eran originarios de la tierra- e intervinieron en la mismísima formación de la nacionalidad. Este sentimiento, de todas maneras trágico, parece condenado a representarse en el mito de Sísifo: «Para nosotros segovianos, matagalpinos, jinoteganos y demás extraños a Occidente no hubo ascensos ni reconocimientos, menos medallas ni compensaciones; para los nuevos gobernantes fueron otros los que hicieron y ganaron la guerra».

Quien hace esta última afirmación es Cayetano Castellón Vallecillo, antecesor del patriarca y veterano de las luchas de liberación en Centro América. Con una prosa rápida, precisa, de fuerte respiración y con giros de lenguaje que el lector va reconociendo como estilo, Rizo escarba en la historia formación territorial y en su vínculo con la vecina Honduras. La campaña del filibustero William Walker, el avance del joven Cayetano como oficial del Ejército del Septentrión, ponen por primera vez en la memoria colectiva los nombres de aquellos lugares que, hacia finales del siglo siguiente, reaparecerán en los partes de guerra. León, Matagalpa, Chinandega son algunos de ellos. «Es la historia de esta tierra nuestra, abonada de sangre y sembrada de huesos de perseguidores de ilusiones, reformadores, santos y piratas» sentencia Rizo. Y a ratos, el relato de tal conflagración semeja una metáfora de la historia nicaragüense en estas últimas décadas.

Su toma de posiciones en favor de lo laico ante lo clerical en la construcción republicana es evidente. La pesadez de la iglesia católica como aparato ideológico de lo conservador se enfrenta siempre a una visión liberal, solar, vivificadora y de amplio espectro; y en ese sector del escenario se ubican sus más preclaros protagonistas. El enfrentamiento entre la razón y la fe ciega, entre tolerancia y el dogma, entre la Iluminación y el oscurantismo es un bien que se hereda junto al apellido. Sólo los más capaces, los elegidos a los ojos del autor, podrán heredar los más preciados bienes familiares. Y éstos no son otros sino los libros, instrumentos del conocimiento y la sabiduría y cuyo destino es abrir las mentes y el espíritu, permitir pensar libremente a quienes los posean durante su corta trayectoria por la tierra. Así, al menos, queda expuesto ante el lector.

Memorias de lo olvidado cumple -más allá de un objetivo estético- con la misión de constituirse en una rendición de cuentas, en una auto reflexión en torno al cami-no recorrido y, a la vez, en una crónica general de su país y de su tiempo. Y, perdonando el repetido cliché, se trata de una novela entretenida, amena y de agradable lectura.

Simeón Rizo Castellón es hermano de quien fuera vicepresidente de la República, don José Rizo. Durante el mandato de la presidente Violeta Chamorro fue Ministro presidente del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social y posteriormente se desempeñó como asesor de estrategias del gobierno. Es creador, también, de la Fundación Estamos Caminando. Nacido en Jinotega, en 1943, estudió Medicina y Neuro Psiquiatría en la Universidad Complutense de Madrid. Durante varios años ejerció la docencia en Valparaíso, Chile, como profesor de Medicina Legal en la Escuela de Derecho de la Universidad local; y también de Psiquiatría Forense en la Universidad de Chile, en la capital. En su disciplina es autor de numerosos artículos y estudios sobre temas sociales. En su bibliografía figuran los tratados Contra la pobreza (1994), La Reforma de la Seguridad Social en Nicaragua (1995) y Seguridad Social para el siglo XXI (1996); las crónicas Escritos criminológicos (2003), Caudillos y acaudillados (2005) y Estampas de Semana Santa en Jinotega (2006) y la referida novela, Memorias de lo olvidado (2007) de reciente aparición.



Copyright ©
Semanario Liberación
Box 18040
20032, Malmö, Suecia
Teléfono: +46 40 672 65 02
Telefax: +46 40 672 65 03
Correo electrónico: