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Relectura de Jaime Quezada en Costa Rica |
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escribe Juan Cameron Autor de una extensa y significativa obra, tanto en poesía como en crónica, el poeta chileno Jaime Quezada es un nombre indispensable en la promoción universitaria del 65 en su país. En reconocimiento a su importante labor, Editorial Costa Rica, de San José, se encargó de editar Llamadura, antología que recoge la mejor producción de sus libros de poesía. En su ¿Quién es Quién en las Letras Chilenas?, de la Agrupación de Amigos del Libro y luego en Un viaje por Solentiname, da cuenta de su travesía hacia el conocimiento del mundo poético y de la naturaleza. Centro América ha sido para Quezada polo de atracción y fuente de sabiduría. Pero este interés viene desde su infancia; en su ¿Quién es quién? cuenta de su temprano interés por la flora y por la botánica. Su primer poemario, Poemas de las cosas olvidadas, reúne una serie de apuntes, anotaciones, observaciones de un fuerte lirismo y marcado compromiso lárico; libro del cual, sin embargo, no recoge muchos trabajos en su reciente recopilación. Es su siguiente colección, Las palabras del fabulador, la que instala varios de sus textos en las listas nacionales. En este consigue el autor captar la vinculación semántica entre la palabra y la cosa designada por esta y llegar al lector con esa sensación de «profundidad» y placer estético. Retrato hablado, La mujer adúltera, Tentación, El cazador y muchos otros son títulos con absoluta vigencia en la actualidad. Pero nada más habrá de publicar sino hasta después del trágico año 73. Astrolabio agrega a su trabajo varios e interesantes cuadernillos: A la pata coja, Solentiname, Historia de familia, Poemas fechados y el que le da el nombre a la edición de Nascimento. Varios de aquellos aparecen ahora en la selección de Editorial Costa Rica. Con todo, una eficaz vía para conocer el pensamiento de este autor nos lo da la lectura de su prosa. Admirador desde temprana edad de Gabriela Mistral cultiva, como aquella, la narración autobiográfica y el buen uso del idioma para placer del lector. La utilización de variadas figuras literarias en su narración le otorgan un sello y un estilo muy particular y reconocible. Tanto los prólogos que suele escribir para sus ediciones como Un viaje por Solentiname y el colofón de Llamadura, proporcionan una muy rica visión de su poética y de su desarrollo. Juego y humor, características que fácilmente encontramos en esas líneas, corresponden también a su versificación. Se trata de un recurso sutil, cargado de connotaciones y una fuerte auto ironía. Al explorar esta veta con insistencia, Quezada obtiene extraordinarios logros, tal el caso de su poema Tempranía: «Yo era un niño sentado en una sillita de paja en medio del jardín/ Se reían de mi baba/ Me tiraban piedras y manzanas». El texto aparece por primera vez en Huerfanías, libro de madurez y consagración. Huerfanías se publica hacia finales de la dictadura bajo el sello de Pehuén. Suavizado ya en ese larismo incipiente que de temprano marcaba a casi toda la promoción, resaltan en él signos reconocibles de la antipoesía a fuer de una voz ritual -cuando no cargada de pánica religiosidad- para hacer de su verso un calmo e intenso respirar. Otra pieza de singular importancia inicia el camino en este libro: su hermoso texto Yo Juan llamado de la Cruz: «No pudieron aplicarme la ley de la fuga/ (Que muchas ganas al parecer tenían)/ Yo mismo me fugué con mis propios medios de la cárcel/ Sin traje de soldado sin traje de travestista/ Con mi pobre sayal de arpillera de Almodóvar de campo». Pero más allá de esta necesaria poesía, Quezada en un maestro que enseña a los poetas y un cronista de su época y de sus mayores. Libros sobre Gabriela Mistral, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas y Jorge Teillier, entre otros, son informadas obras de estudio y colección. Su bibliografía resulta demasiado extensa para comentarla de una sola vez. Jaime Quezada Ruiz nació en Los Ángeles, en 1942. Egresado en Derecho por la Universidad de Concepción es autor, entre otros libros, de Poemas de las cosas olvidadas (1965), Las palabras del fabulador (1968), Poesía joven de Chile (1973), Astrolabio (1976), Huerfanías (1985), Un viaje por Solentiname (1987), No liberto hombre (1991), Gabriela Mistral: Escritos políticos (1994), Jorge Teillier, el poeta de este mundo (1995), Veinticinco años de Literatura chilena (1997), Por un tiempo de arraigo/ correspondencia con Jorge Teillier (1998), Nicanor Parra tiene la palabra (1999), Bendita mi lengua sea (2002), Ernesto Cardenal: poesía reunida (2002), El año de la ira (2003), Adamita (2003), Llamadura (2004), Nicanor Parra de cuerpo entero (2007). Quezada ha sido, también, Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, entre 1989 a 1992, representante del Presidente de la República ante el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, de 1994 a 2001, director del Taller de Poesía de la Fundación Neruda y Director Ejecutivo de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral. Pero quizá su participación de mayor envergadura, ha sido la organización de las jornadas poéticas de los Encuentros de Arte Joven llevados a cabo, entre 1979 y 1981, en el Instituto Cultural de las Condes. Estas convocatorias conforman un hito importantísimo entre su promoción y la naciente generación de 1980. |
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