escribe Simón

La semana pasada la policía de Israel detuvo a un grupo de jóvenes neo nazis. La mayoría de entre 16 y 21 años, y a modo de justificación, la policía subrayó que sus familias provienen de la ex Unión Soviética.

La mayoría de los jóvenes llegó a Israel hace 10 años, por lo que parece evidente que la formación nazi la adquirieron después.

Los jóvenes tenían en su poder uniformes nazis, retratos de Adolfo Hitler, y estaban tatuados con la consigna de la superioridad blanca. Están acusados de cometer actos de vandalismo en dos sinagogas, pero fundamentalmente de ataques a trabajadores extranjeros, negros, homosexuales y de otras minorias.

En el allanamiento al domicilio de los sospechosos encontraron videos del ataque a un drogadicto donde se le obliga a la víctima -también judio proveniente de la ex URSS- a pedir perdón al pueblo ruso por ser lo que es.

El jefe del grupo logró huir al extranjero, y la policía sospecha que tienen contactos con grupos neonazis de Rusia.

«Es muy difícil creer que partidarios de la ideología nazi puedan existir en Israel, pero es un hecho», afirmó a la radio pública la comisaria Revital Almog, quien dirigió la investigación.

En general, la prensa mundial al recoger la información la presenta como un hecho insólito y contradictorio.

Pero si se piensa sólo un poco, la situación no parece tan rara.

El nazismo es una postura ideológica, de clase, no es algo que se trasmita genéticamente a través de una etnia o grupo social.

Además, la política del Estado de Israel en relación a sus vecinos palestinos y árabes, se parece mucho a las prácticas de los Estados nazis con los llamados pueblos de segunda categoría.

Los palestinos viven en verdaderos ghettos, aunque este vocablo designaba a los barrios en los que se concentraba a la población judía en Europa.

El cerco a Gaza, con el corte de agua potable, electricidad, y el bloqueo al ingreso de alimentos y medicinas, se parece demasiado al cerco nazi al ghetto de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial.

Ahora se proyecta construir una carretera doble, por un lado circularán sólo judíos, y por el otro lado de un muro los palestinos.

La prédica del Estado de Israel y de sus dirigentes políticos de la supremacía israelí en la región, su derecho a ocupar territorios, desplazar a la población árabe y palestina de sus tierras, la prédica del ser el pueblo elegido para construir un Estado y gobernar sobre los demás pueblos, no se distingue mucho de la prédica nazi de la superioridad árida.

No es extraño entonces que en un país que practica métodos de exterminio contra un pueblo, que fomente la desconfianza contra otras nacionalidades y se proclame el elegido para ocupar territorios de otros, surjan jóvenes con ideología nazi. Es apenas sembrar lo que se cosecha.