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Solicitará del Congreso otros 50.000 millones para la guerra |
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escribe Ernesto Tamara En medio de las dudas de la capacidad del ejército de Estados Unidos de manejar la situación en Irak, las denuncias de corrupción en la compra de armamentos, la pérdida de miles de armas en ese país, y la abrumadora mayoría a favor de una retirada de las tropas, el presidente George Bush requerirá del Congreso otros 50.000 millones de dólares para continuar la guerra. Este nuevo pedido se suma a los 460.000 millones de dólares para el presupuesto de defensa del año fiscal 2008, que arranca en octubre, y a los 147.000 millones de dólares aún pendientes de aprobación destinados a Irán y Afganistán. Actualmente, Estados Unidos gasta un promedio de 3.000 millones de dólares semanales en la guerra de Irak. En total, el coste del conflicto ha superado los 330.000 millones de dólares. Afganistán se ha comido ya 78.000 millones. En ninguno de los dos países hay un aumento de la seguridad y las únicas mejoras medibles hasta ahora, son la cosecha récord de heroína en Afganistán pronosticada para este año por las Naciones Unidas y el crecimiento de la industria militar bélica norteamericana. Este año la presencia militar estadounidense en Irak ha llegado a los 160.000 soldados, dentro de una contraofensiva que comenzó hace meses y que motivó el envío de otros 28.000 soldados. El presidente Bush espera mantener esa cifra hasta por lo menos fines de 2008 cuando se realicen las elecciones presidenciales en su país. La nueva petición de fondos se haría después de que el general David Petraeus, máximo responsable de las tropas en Irak, y el embajador estadounidense en el país, Ryan Crocker, presenten a mediados de septiembre sus conclusiones sobre los progresos militares, económicos y políticos en Irak. Curiosamente, el general Petraues, era el responsable de abastecer de equipos a las fuerzas de seguridad de Irak, y por lo mismo responsable de que 110.000 fusiles AK47 y 70.000 pistolas se perdieran misteriosamente y que se sospecha han ido a parar a la insurgencia. El Pentágono está investigando esta situación. Las ilusiones de algunos sectores demócratas de Estados Unidos de que el informe Petraeus vaya a contener indicaciones para un retiro paulatino de tropas de Irak se han ido desvaneciendo tras algunas filtraciones del contenido. Por lo pronto, el pedido de más fondos apunta en sentido contrario. Gordon Johndroe, portavoz de la Casa Blanca, recordó que el gobierno ya había anunciado que revisaría sus necesidades monetarias. "Ya habíamos dicho con anterioridad que después de que Petraeus haga públicas sus conclusiones, revisaremos nuestras exigencias de cara al nuevo año fiscal, cuyo presupuesto se realizó en febrero", declaró. "Todavía no se han tomado decisiones sobre qué cambios se realizarán o cuándo", añadió. Según las estimaciones de la prensa norteamericana, Petraeus y Crocker centrarán su análisis en los éxitos en seguridad en Bagdad y alrededores y argumentarán que los avances pueden abrir una puerta a la reconciliación política en Irak durante los próximos seis meses. Voceros de la Casa Blanca ya han advertido que no se debe esperar cambios radicales en la estrategia militar. "Yo no esperaría sorpresas. La escalada de tropas se diseñó para que durara un año. No creo que vayan a cuestionarla", aseguró un miembro del gabinete de Bush al diario The Washington Post. Para aventar cualquier duda sobre sus intenciones, con informes o sin informes, el presidente George Bush descartó una retirada de Irak, y asustó a muchos comparando la situación con Vietnam. En un discurso ante veteranos de guerras, el pasado 22 de agosto, el mandatario norteamericano dijo que la salida de las tropas de su país en Irak podría desatar el tipo de convulsión vivida en el Sudeste Asiático tras la retirada militar estadounidense de Vietnam. "El precio de la retirada de Estados Unidos fue pagado por millones de ciudadanos inocentes" dijo. Críticas internas Pero, el optimismo no sería compartido por las agencias de inteligencia, según otro informe divulgado parcialmente a fines de agosto. El pasado 30 de agosto, la Oficina de Supervisión del Gobierno estadounidense (GAO) reconoció el fracaso de la política del presidente George W. Bush en Irak, según un borrador de un informe hecho público por el diario The Washington Post. El informe destaca que sólo tres de los 18 objetivos propuestos se han logrado cumplir. El documento fue elaborado por 16 organismos de inteligencia, y filtrado por un funcionario que temía que la Casa Blanca manipulara y cambiara su contenido, como ha sucedido con otros informes. El informe plantea dudas sobre la capacidad del gobierno iraquí de lograr la unidad política en el país, aprobar leyes e invertir en la infraestructura. Por ejemplo menciona que el parlamento iraquí no pudo lograr un consenso sobre una legislación para la distribución de las ganancias petroleras, sobre la habilitación a ex funcionarios del partido Baath, de Sadam Hussein, para presentarse a cargos del gobierno, y sobre la celebración de elecciones para darle a los sunitas una mayor voz en los concejos provinciales y locales, También hay dudas sobre la capacidad de las fuerzas de seguridad, y el documento destaca que el número de unidades militares iraquíes capaces de operar independientemente ha descendido de diez en marzo a seis en julio. Como compensación a la falta de control, Estados Unidos puede señalar como un hecho favorable el anunció realizado por el clérigo radical chií, Múqtada Al Sáder, de suspender por seis meses toda actividad de sus milicias. La milicia está formada por unos 60.000 hombres y es considerada por el Pentágono como la mayor amenaza para la seguridad de Irak, incluso por encima de Al Qaeda. Estados Unidos acusa a Irán de abastecer y a veces reforzar con hombres a las milicias de Al Sáder. Pero el problema de los enfrentamientos étnicos, para muchos fomentada por las tropas de ocupación, no se detiene sin una solución política y sin detener la labor de escuadrones de la muerte, responsables de desapariciones, torturas y asesinatos de decenas de personas diariamente. Las bajas El número de muertos en Irak sigue siendo una incógnita, sólo se sabe exactamente cuantos soldados norteamericanos han caído. A fines de agosto de este año, superaba los 3.730 soldados abatidos. Del lado iraquí sólo hay especulaciones, recien en 2005 comenzaron a registrarse las muertes de civiles en atentados, pero son informes incompletos que no recogen, por ejemplo, las decenas de cadáveres que aparecen ejecutados en ríos y descampados y atribuídos a paramilitares. En promedio, cerca de 2.000 civiles mueren cada mes en atentados. Algunas instituciones calculan que las víctimas civiles de la guerra, desde su inicio en marzo de 2003 a la fecha, superan las 50.000. Cifra basada en informes de la morgue de Bagdad, el Ministerio de Salud de Irak, y otras instituciones. En 2005, Bush afirmó que "murieron más o menos 30.000 personas como resultado de la incursión inicial y la violencia en curso contra los iraquíes". Sin embargo la versión oficial de las tropas de ocupación es que no se cuentan los cadáveres. Instituciones médicas añadieron además de las víctimas de la violencia política, los fallecidos por enfermedades no tratadas ante el colapso de las instituciones médicas y la falta de medicina, llegando a un total de 650.000 muertos como consecuencia de la invasión y posterior ocupación. Según una investigación de la revista "The Lancet" publicada en octubre de 2006, las víctimas eran 655.000 debido a la invasión y posterior ocupación. De esta cifra, 601.000 murieron directamente por la violencia: el 14%, 91.700, en atentados suicidas; el 57% por arma de fuego, más de 373.000; y un 20%, más de 137.000, en ataques aéreos. El resto, 54.000, por la precaria situación creada por la ocupación. El total de muertos equivaldría así al 2,5% de toda la población del país. |
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