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Libertad de expresión y de desinformación |
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escribe Leo No es ningún secreto que bajo el manto de la libertad de impresión y de expresión los medios de comunicación, cada vez más concentrados en pequeños centros de poder, se ha convertido en un instrumento más importante que los misiles en la defensa del sistema de dictadura del mercado que impera a escala global. Como se ha visto en la debacle del imperio norteamericano en Irak y Afganistán, el poderío militar puede destruir vidas y bienes, pero no es suficiente para conquistar ni persuadir. El poder mediático en cambio, dotado de tecnologías sutiles que apuntan directamente a la conciencia y la subconsciencia de los individuos, es susceptible de lograr los objetivos que las armas no alcanzan con el bombardeo constante que difunde en cada segundo a través de los medios. Para preservar el derecho de los ciudadanos a una información objetiva existe en algunos países, Suecia entre ellos, el denominado public service, que comprende, en este último caso, Radio Suecia, Televisión y una sección de Educación general que se difunde tanto por radio como por televisión (Utbildningsradion UR), de excelente nivel. Los usuarios pagan una cuota trimestral para el financiamiento de este servicio, lo que refuerza, si cabe, su derecho a una información veraz. Lamentablemente esta premisa no se ha cumplido especialmente en lo que tiene que ver con la televisión y sus programas Rapport y especialmente Aktuell. El ciudadano sueco no se entera de lo que realmente sucede en el mundo, si no complementa su información con otras fuentes, BBC, Televisión española o francesa, para mencionar las más frecuentadas por el usuario sueco, no independientes ya que son parte del sistema, pero al menos con más profesionalidad. Es una burla que Aktuell omitiera el pasado fin de semana, en su noticioso de las 21, el de mayor audiencia, el derribo de un helicóptero de Estados Unidos con 14 militares abordo todos los cuales perdieron la vida. Y que las obligadas renuncias del «cerebro de Bush» Karl Rove, que el propio Bush definiera en sus delirios neocon como «el arquitecto de las grandes victorias políticas» de su gestión, así como también la del ministro de Justicia y viejo compinche desde los tiempos de su gobierno en Texas, Alberto González. Para el más rústico analista de política internacional, la guerra en Irak y Afganistán, emprendidas bajo la consigna de «cruzada contra el terrorismo» constituyen escenarios en los que se juega mucho más que la inevitable derrota y decadencia del imperio y los satélites europeos que hacen de comparsa. Sus consecuencias, como las de la crisis financiera que tiene lugar en estos momentos, afectarán al mundo entero. Por lo tanto es un deber de honestidad profesional y de respeto a la democracia que invocan permanentemente para demonizar o ensalzar, según de quién se trate, que los ciudadanos dispongan de una información que refleje la realidad. No se pide que digan que Bush y los recientes renunciantes son los que son , unos mafiosos criminales de guerra. Sólo queremos saber qué es lo que pasa. Y que algún responsable dentro del public service, llame la atención a Alfredius y sus muchachos(as). |
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