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La verdad de los medios

 

escribe Ernesto Joaniquina Hidalgo

La verdad; hermana categórica de la justicia y la libertad esta en peligro, está cada vez más en riesgo por las intrigas "goebbelianas" de sus detractores.

La verdad cual cirio que ilumina a los pueblos de sus sombras, esta intimidada y su luz cada vez más tenue está siendo conminada por los vendavales de la mentira, del disimulo, de la dobles en el mensaje, la perfidia, el sensacionalismo y la desinformación.

Pero esta verdad se niega desvanecer y como: "..un fueguito muerto de frió" como dijeranuestra poetiza Matilde Casazola persiste con sus destellos y no quiere ni debe desfallecer ya que la verdad es la única que nos hará libres, es más es un derecho inalienable del pueblo a ser ecuánimemente informado según la vetusta ley de imprenta de 1825, postulados que se quedaron en los anaqueles y en los recintos universitarios de comunicación, se quedaron en los buenos propósitos del decálogo del periodista, pues a la hora de la práctica los intereses ideológico y políticos de los medios pesan más que la ética profesional y al peor estilo se incomunica al pueblo, el lema es: ""Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad". (Joseph Goebbels ministro de propaganda nazi de profesión periodista y escritor).

En la euforia del neoliberalismo, cuando los Chicago boys de Milton Friedman estaban de boga y se hablaba del fin de las ideologías, el prevendalismo con todas sus vertientes y matices tocaba a tope en la política boliviana y sin reparos esta clase política que ahora se encuentra en su ocaso, hablaba sin ruborizarse y con tal desparpajo que el mejor negocio y el camino más cercano hacia el poder político pasaba por el control de los medios de comunicación.

Esa forma de hacer política, de asaltar el poder adueñándose y monopolizando los medios masivos para que una vez llegados al poder se convirtieran en acaudalados y soberanos chiquitos en sus feudos, fue una norma.

Está demás citarlos en estas líneas porque ya es de conocimiento de la opinión pública, lo espinoso es que con este modus operandi chantajearon a los trabajadores de la información, pues había que escribir lo que a ellos se los antojaba, una información parcializaba, sesgada y lo peor conspiradora para llevar al caos, la anarquía y la confrontación sangrienta entre hermanos bolivianos como fue el nefasto día del 11 de enero del 2007 en Cochabamba.

Por suerte el pueblo cuenta con pocos medios y trabajadores altruistas de la comunicación de apego a la deodontología y la ética periodística que no se sumergieron en el maremágnum de la impunidad y se mantienen firmes en los postulados de una información ecuánime, de apego a la ética periodística y sobre todo a la verdad.

Vivimos en un estado de derecho y esto significa que no podemos estar exentos de las leyes, es ya tiempo de cambiar la fisonomía de esa nuestra diosa Themis, tan vilipendiada de gorda, ciega y tuerta, pero no es suficiente el cambio de nuevos magistrados en el poder judicial sino también se necesita el concurso de todos los bolivianos, de apegarnos más a la ley y estar más concientes de nuestros derechos pero también de nuestros deberes tan indispensables en el cambio y si de comunicación se trata es ya tiempo de ordenar los permisos y licencias de todos los medios de comunicación que utilizan el espacio electromagnético de nuestro país.

La Superintendencia de Telecomunicaciones (Sittel) como ente regulador tiene toda la potestad en cumplimiento a la ley de sancionar a aquellos medios que funcionan al margen o infringen la ley de telecomunicaciones como es fue el caso de Canal 20 Piñami de Comunicaciones por usar indebidamente el espacio electromagnético y no contar con licencia para funcionar, pero estas medidas de apego a ley deben de extenderse por justicia a todos los medios de comunicación del país que no cuentan con este permiso.

Lo curioso es que este acto en cumplimiento a las Resoluciones Administrativas reguladoras 2007/1849 y 2007/2068 llevadas a cabo por la Superintendencia de telecomunicaciones, es tomada desde la vertiente opositora y algunos medios parcializados como una violación a la libertad de expresión y justificando con explicaciones inverosímiles esa ilegalidad del mencionado medio y queriendo así adquirir más réditos para su conspiración.

Muy aparte de las leyes, tener un medio de comunicación y utilizar como una trinchera política para sus fines particulares y a titulo de libertades urdir contra el estado de derecho no solo es desmesurado sino que le hacemos un flaco favor al periodismo que tarde o temprano tendrá que pagar una alta factura por el descrédito que ya se siente en la opinión pública boliviana.



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