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¿Socialismo del siglo XXI? |
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Para mal y para bien el propio papel dependiente y periférico de América Latina, le sigue reservando a nuestro continente ser uno de los sitios más interesantes del mundo, en un complejo territorio de inevitable y necesaria experimentación social. A diferencia de Europa y otras partes, a partir de la Revolución cubana en América Latina se ha mantenido una fuerte tradición de izquierda creativa e independiente. Que se reconoce socialista y al mismo tiempo no niega ser anticapitalista y marxista, si por ello se entiende que el objetivo central del socialismo es la sustitución de la sociedad capitalista por otra más justa, humana y liberadora. Es interesante constatar que el rebrote en América Latina del debate sobre la necesidad del socialismo tiene que ver más que nada, con la exigencia de romper con las estructuras capitalistas y de dependencia todavía vigentes. Camina por un lado de la mano de la imperiosa urgencia de recuperar la soberanía de los recursos económicos fundamentales de las naciones por y para el pueblo y también por lograr la inserción de los países en nuevos mecanismos de colaboración económica y política que involucre a los pueblos como protagonistas y no sólo a los gobiernos. Permitiendo crear un frente común contra el hegemonismo del capitalismo imperialista que impone el saqueo con iniciativas como el ALCA, los TLC, o a través de organismos como el Banco Mundial, Fondo Monetario y la Organización Mundial del Comercio. Propuestas como el ALBA que extiende la colaboración económica y social recíproca entre Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua y otros países; medidas en discusión y lucha para lograr una mayor y más junta integración dentro del MERCOSUR (todavía bajo la égida de las multinacionales), son también parte de una estrategia por la liberación nacional y por el socialismo en América Latina, donde la recuperación del papel social protagónico del estado en el desarrollo de nuestros países es fundamental. No es casual que en Venezuela donde se están produciendo importantes y profundos cambios sociales, fuera lanzada la idea de luchar por ir creando un socialismo del siglo XXI. Un socialismo que felizmente no está definido, y como hemos dicho otras veces tendrá que ser creación de nuestros pueblos, sin marxismos de iglesias ni de verdades reveladas. Naturalmente este debate hoy se inspira y remite a todas las fuentes históricas y clásicas del socialismo europeo. Y no menos a la misma tradición de luchadores y pensadores independentistas, antimperialistas y marxistas latinoamericanos, desde Simón Bolívar a Che Guevara. Que fecundan toda nuestra historia, desde las primeras luchas independentistas contra los imperios coloniales hasta las que hoy se protagonizan. Una tradición que algunos han abandonado vergonzosamente, en muchos casos pasando a ocupar cargos en gobiernos claramente de derecha o social liberales o en organismos internacionales digitados por el neoliberalismo. Y nos hemos acostumbrado a escuchar sus justificaciones de que el marxismo y el socialismo fracasaron y que hay que ser realista. Hoy integran como dijo el poeta el club del olvido. A excepción de Cuba, los pueblos latinoamericanos lo único que han conocido y sufrido desde siempre es el capitalismo subdesarrollado y dependiente. Y a lo largo de la historia tampoco el capitalismo se dio el lujo de admitir por mucho tiempo en América Latina ni siquiera modelos similares al socialdemócrata estado de bienestar. Y uno se puede preguntar: ¿Hasta cuándo los pueblos latinoamericanos pueden seguir esperando por trabajo digno, educación, salud y pensiones decorosas? ¿Cuánto tiempo histórico más podrán durar estas democracias que han impedido siempre la verdadera emancipación? |
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