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La mordaza del clero |
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escribe Ernesto Joaniquina Hidalgo La prensa sueca registra en sus titulares (viernes 20 de julio 2007) las disculpas públicas del obispo católico Anders Arborelius por haber callado como institución la violación sexual cometida por un sacerdote católico a un niño durante años, secreto que tuvo que salir a la luz porque la victima que ahora es una persona adulta le obligó a la iglesia a dar a conocer a la opinión pública este hecho y recibir disculpa pública por la complicidad del silencio. Es lastimero y deshonroso que no sea por iniciativa de la verdad que contrariamente siempre pregona la iglesia. Cuando las brumas se disipan y se hace difícil tapar el sol con un dedo, las verdades exudan noticias que nos conturban el alma, un estremecimiento extraño que ni la misericordia tiene cabida porque se trata de niños indefensos que obedecen y se subordinan a las instintos perversos del que profana la palabra de Dios. Como muestra tenemos ese proceso público que se llegó a los tribunales del sacerdote pederasta John Geoghan de Massachussets sentenciado hace años atrás por violar sexualmente a un niño de 10 años, según el investigador Pepe Rodríguez sostiene que «En Estados Unidos se ha confirmado que la Iglesia Católica ocultó, durante más de 30 años, los abusos sexuales del sacerdote John Geoghan, para evitar un escándalo que involucra denuncias de abusos a más de 130 niños y así evitar que las denuncias se formalizasen ante un tribunal, la Iglesia pagó en secreto un total de 10 millones de dólares a las familiares de unas 50 víctimas de los delitos del sacerdote». Tiempo después el sentenciado eclesiástico quien cumplía sentencia entre rejas fue atacado por otro preso estrangulándole hasta dejarlo muerto, muerte que se desconoce las causas y escándalos que pusieron en vilo a Boston y la humanidad». (www.pepe-rodriguez.com). En una investigación reciente en Estados Unidos, se descubrió que en los últimos tres años 10.700 niños fueron victimas de violaciones sexuales por personeros de la Iglesia Católica, la mayoría de estas victimas eran niños entre 11 y 14 años. De la misma manera se reportaba el pasado año que 91 sacerdotes estaban acusados de acoso y violación sexual a niños en Dublín (Fuentes: Göteborg Posten viernes 20 de julio 2007, Los Angeles Times,TT-AFP, Radio Vaticano). Son solamente datos esporádicos de casos que ya son de conocimiento público, pero, que es de los casos se cometen en las abadías y los monasterios más retirados de nuestro continente, allá donde la palabra de los prelados es una ley y donde sólo los rumores y los secretos a voces se perciben?. En un artículo «El ya basta de las monjas» publicado en (El Norte,México 2003-08-19) de Rodrigo Vera las religiosas se manifiestan al Vaticano por los atropellos a sus derechos humanos, por ser tratadas como servidumbre y sufrir violaciones sexuales de sus superiores, pidiendo crear un ombudsman (palabra en idioma sueco que significa síndico, procurador y defensor) y seguramente existen muchas otras voces que aún siguen bajo la mordaza del clero. Los cerrojos de la Iglesia Desde mi modesto entender no se puede repicar y andar simultáneamente en procesión, no se puede seguir pregonando por un lado el apego a la luz como verdad y por el otro, mantener la cultura del silencio, por la jerarquía las huellas del oscurantismo y su obsesionado conservadurismo lejos de la sintonía de estos tiempos con un exacerbado moralismo en contra de los anticonceptivos, el aborto, el rechazo al divorcio y al homosexualismo pero esta línea vertical de tantas restricciones se desvanece al momento del develamiento de sus fieles que incurren en actos oprobiosos contra niños indefensos, es más gastando millonarias sumas en estratos judiciales para comprar el silencio de sus victimas. Es un pecado, por no decir un error, estigmatizar al clero por los delitos carnales de fieles insólitos, pero también es un desliz la cultura del silencio y como el silencio también es comunicación nos devela que persiste la mordaza y la falta a la verdad tan incompatible en los mensajes del evangelio de Cristo. Antes de la asunción como nuevo Pontífice Benedicto XVI, Joseph Ratzinger como jefe de la Congregación de la Doctrina de la Fe fue el responsable del silencio impuesto a los representantes de la Teología de la Liberación en la época de Juan Pablo II y entre estos Leonardo Boff, quien convencido de que el catolicismo de compromiso ético de brazo con la Teología de la Liberación a partir del capital espiritual de la fe es hasta ahora la única que pone énfasis en la justicia y la transformación social, un cristianismo actual como expresión del nuevo testamento, en cambio el catolicismo devocional no tiene esas potencialidades porque continua con el discurso tradicional de la caridad. Al leer «Oraciones a quema ropa», cuanta verdad existe en los pensamientos de Luís Espinal Camps respecto a la libertad de disentir y la sexualidad: »Cuántos cristianos han reducido su religiosidad a una obsesión sexual. Señor, cómo hemos empobrecido tu Evangelio.Quisiéramos gritar por las calles que ser cristianos es algo más que «no fornicar», que es un simplismo pueril convertir al hombre en puro sexo. No queremos seguir formando a nuestros hijos hipersensibles ante la castidad, y en cambio encallecidos para todo lo positivo: la justicia, el amor, la oración. La impureza ya ocupa todo el horizonte moral, y no hay sitio para nada más. La moral puritana puede ser más nociva que la pornografía. No queremos oír hablar de «virtud angelical», porque Tú no usabas circunloquios remilgados para hablar de le sexualidad. Sobre todo, que no olvidemos que sólo fuiste duro con el fariseísmo de los «perfectos», los que juzgan y se escandalizan.» (Castidad-Obsesión de Luís Espinal Camps). No sólo hacen falta las disculpas obligadas de la Iglesia Católica por los actos deshonrosos de sus sacerdotes pederastas sino que se invoca sobre todo a optar por una iglesia más humana, de apego a las demandas que ya se sientes de sus feligreses, metafóricamente hablando una inspiración como en la pintura de la «Creación de Adán» de Miguel Ángel en la Capilla Sextina, tan profunda y filosófica, al rozar la yema de los dedos de Dios y Adán, es el momento en que se concentra toda la fuerza de la creación en un acto de contacto y de simbiosis entre lo divino y lo terrenal. Esa misma sintonía entre la dicotomía iglesia y pueblo es lo que se demanda, se necesita una Iglesia Católica más humana, de apego a los nuevos tiempos y sobre todo diáfana. |
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