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¿Balseros venezolanos?

 

La prensa europea y en especial la española, a la cabeza el diario El País, imagen más visible de un emporio multimedia con ramificaciones en América Latina -por ejemplo copropietario de la poderosa cadena Caracol de Colombia- han aumentando los ataques a la revolución venezolana.

En un manejo parcial y tendencioso de las noticias, el diario español publicó un reportaje con el sugerente título Los balseros del aire. Un ridículo intento de equiparar a los emigrantes cubanos o africanos que se lanzan al mar en frágiles embarcaciones buscando una mejora de su situación económica, con los venezolanos de clase media y alta, que con todas las ventajas, emigran legalmente de su país en cómodos aviones.

Claro que el diario madrileño titula que los venezolanos huyen del país, aunque olvida que para huir de esa manera, deben tener pasaporte otorgado por el gobierno, acceder a una visa del país de acogida, tener dinero para comprar el pasaje aéreo y sortear los controles de aduanas. Es decir, contar con la complicidad de las autoridades de gobierno del país del que huyen.

Muchos de los datos utilizados en el reportaje español fueron proporcionados por una página web dedicada a promover la salida de venezolanos, con el sugestivo título de mequieroir.com. Lo que también demuestra que la intención primaria del artículo, es promover la salida de venezolanos, no para que mejoren sus condiciones de vida, sino para usarlos como propaganda contra el gobierno de Hugo Chávez.

De todas maneras, aunque el diario presenta las cifras como apabullantes, estima en unos 30 mil los emigrados en un año, no la contrasta con el número de habitantes, unos 24 millones de habitantes, ni con la emigración de otras naciones. Por ejemplo Uruguay con apenas 3,5 millones de habitantes, soporta una emigración de 30 mil personas por año, y tiene un 10 por ciento de su población fuera del territorio nacional. Ahora con un gobierno considerado progresista, la emigración sigue al mismo ritmo. ¿También huyen del régimen de Tabaré Vázquez?, quien por cierto acaba de retirar la concesión de ondas de radio a unos empresarios, sin que se hiciera el mismo escándalo internacional que con Radio Caracas Televisión.

Según El País, el perfil del venezolano que emigra tiene entre 21 y 45 años, con un título técnico como mínimo, clase media y media alta. Los sectores de trabajadores no parecen seguir esa tendencia, aunque de Venezuela se puede salir hasta caminando.

El matutino, promotor de la globalización, y que acepta con gusto la incorporación de capitales españoles en América Latina, en lo que se denominó una segunda conquista, ignora adrede que el fenómeno de la emigración también es global y que abarca a todos los países del mundo, inclusive los desarrollados. Por ejemplo, la industrializada y democrática Suecia con 9 millones de habitantes, envió al exterior el pasado año, 45.000 ciudadanos suecos. ¿Huían de la monarquía, la inseguridad o de un futuro incierto?

En algo acierta el periódico español cuando compara la actual emigración venezolana con la ocurrida en Cuba a principios de los 60. Claro que el articulista pretende contrabandear la idea de que la situación es similar y que sucederá lo mismo que en Cuba. Lo único similar es que también se trata de una fuga de técnicos y profesionales, como la que promovió Estados Unidos para dejar a Cuba sin ellos. Y ahora, además de intentar fomentar ese fenómeno en Venezuela, forma parte también del saqueo de cerebros que el mundo desarrollado realiza en los países subdesarrollados, -o como gustan en llamarles ahora en desarrollo o emergentes.

El robo (no puede calificarse de otra manera) de técnicos y profesionales formados en el mundo pobre, es otro fenómeno de la globalización. Los médicos africanos que trabajan en Gran Bretaña, le representan, cada uno, pérdida de millones de dólares en educación, formación y trabajo no aplicado en sus países, y por consiguiente, un ahorro y ganancia para el país que capta la mano de obra calificada.

La diferencia es que Venezuela no se quedará sin técnicos, aunque huyan todos con pasaportes, visas y en aviones, ya que existen decenas de programas educativos para formar a los hijos de los trabajadores en un proceso que no llevará tantos años ni costará el mismo sacrificio que debió hacer Cuba en los 60.

Así, el título, más bien una consigna, de los balseros del aire no es más que burda propaganda sin sustento.



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