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Los nuevos desafíos en América Latina |
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Los efectos siniestros de casi dos décadas de aplicación del neoliberalismo económico están a la vista. Hoy existen dos generaciones de millones de nacidos en América Latina que al no tener trabajo, tampoco mandan sus hijos a las escuelas, y cuando están enfermos tampoco van a los hospitales, porque perdieron todo. Tiempo atrás en un discurso pronunciado en un foro internacional Néstor Kirchner sostuvo al referirse a lo que ha sido el festín neoliberal en Argentina y al fabuloso aprovechamiento que de ello hizo sólo un sector social que, Lo que a un antiguo capitalista le costaba ganar en 30 años, unos pocos lo obtuvieron en un año. Hoy es frecuente decir tras el advenimiento de gobiernos de signo de izquierda, de que en América Latina corren nuevos vientos. Es interesante advertir que si en las décadas de los 60 y 70 la discusión política en la izquierda latinoamericana estuvo centrada en las formas de acceso al gobierno (por vías pacíficas o insurgentes), y el socialismo era una tarea para después de la toma del poder, en los últimos años existe un marcado interés por debatir y luchar ya por él, como modelo que sustituya definitivamente al capitalismo que hemos sufrido desde siempre. Los esfuerzos caminan por un lado de la mano de la imperiosa urgencia de recuperar la soberanía sobre los recursos económicos fundamentales de las naciones por y para el pueblo y también por lograr la inserción de los países en nuevos mecanismos de colaboración económica y política que involucre a los pueblos como protagonistas y no sólo a los gobiernos, para crear un frente común contra el hegemonismo del capitalismo imperialista que continúa saqueando con iniciativas como el ALCA, los TLC, o a través de organismos como el BM, FMI y la Organización Mundial del Comercio. Por eso surgen propuestas como el ALBA -que extiende la colaboración económica y social recíproca entre Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y otros países- que son también parte de una estrategia por la liberación nacional y por el socialismo en América Latina, donde la recuperación del papel social y protagónico del estado en el desarrollo de los países, es fundamental. Los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela y de Evo Morales en Bolivia, surgidos ambos del seno de profundas crisis políticas nacionales y electos en comicios con masivo apoyo popular (últimamente también el de Rafael Correa en Ecuador), se han visto obligados en primer lugar, a la tarea prioritaria de recuperar las riquezas nacionales en beneficio de las mayorías. Y en segundo lugar, lograr ampliar los marcos jurídicos e institucionales que les permita hacer las transformaciones económicas y sociales con una verdadera y más amplia participación democrática de todo el pueblo. Por eso es novedoso que los nuevos gobiernos de esos tres países, hayan tenido que convocar a sus ciudadanos, mediante plebiscitos, para reformar o crear nuevas constituciones nacionales. Cabe recordar que para los socialistas de la época anterior, los aspectos jurídicos formales del estado no merecieron la misma atención que en el presente. Un ejemplo que está aún presente en nuestro recuerdo es el de Chile. Durante su corta existencia, el gobierno popular de Salvador Allende al intentar cumplir con las medidas del programa de cambios votado por la ciudadanía, chocó inexorablemente contra el marco blindado de la Constitución heredada. Elemento jurídico-político que la derecha apoyada por el gobierno de Nixon y las multinacionales supieron aprovechar al máximo buscando todo el tiempo crear una crisis de deslegitimación del gobierno popular y por último logrando amparar legalmente el golpe de Estado de septiembre de 1973. Se sigue reiterando hasta hoy, que cuando permiten votar a los desposeídos en América Latina (en Venezuela antes de que Hugo Chávez llegara al gobierno, millones de venezolanos no estaban inscriptos en el padrón electoral) no pueden cambiar las reglas de juego, en tanto que las verdaderas políticas que sostienen el statu quo se deciden en otro lado, porque el mercado vota todos los días como sostuvo en una entrevista el gran financista George Soros. Ocurriendo que todos los intentos reformistas de humanizar el capitalismo en América Latina fueron desarticulados por las clases hegemónicas o se vieron violentamente frustrados por acciones subversivas apoyadas o con la intervención directa del imperialismo de Estados Unidos. Y a lo largo de la historia de América Latina este capitalismo que intentan presentar como democráticamente remozado, se dio el lujo de no admitir por largo tiempo siquiera modelos similares al modelo socialdemócrata del estado de bienestar escandinavo. Esta es la nueva realidad que impulsa, luego de un largo periodo de democracias capitalistas, a partidos y movimientos sociales hoy enriquecidos por la presencia organizada de millones de campesinos, indígenas, trabajadores hombres y mujeres desocupados, de los sin tierra ni casa, a repensar la función de la política y la democracia en la sociedad, desde otra perspectiva social. Es lo que en definitiva se trata de hacer hoy en Venezuela, Bolivia y otros países. Porque a excepción de Cuba, los pueblos latinoamericanos lo único que han conocido y sufrido desde siempre, es la mutilada democracia del capitalismo subdesarrollado y dependiente |
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