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Con el cantautor sueco Jan Hammarlund |
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escribe Pepe Viñoles Jan Hammarlund lleva más de treinta años en la brega de la canción rebelde. Fiel a sus orígenes de joven contestatario a finales de los 60, mis tiempos de hippie como a él le gusta recordar, Jan se ha mantenido consecuentemente en posiciones de izquierda, comprometido con las causas justas de su país y del mundo. Sin darle mayor importancia a la moda ni al mercado de la cultura, ha ido creando una obra musical donde siempre el cantar tiene sentido como decía Violeta Parra, una de las figuras del canto latinoamericano que ha tenido indudable influencia en el desarrollo del artista sueco, y a quien Hammarlund dio a conocer en Suecia al traducir sus canciones. No menos por el valor y coraje que siempre ha tenido en su lucha contra la discriminación de cualquier tipo y por el derecho a la diversidad sexual. Tempranamente Jan Hammarlund fue el primer artista en Suecia que públicamente reconoció su homosexualidad, creando canciones sobre el tema como Sexualpolitisk snack y Ville. Autor de más de 20 discos, la mayoría producidos por él mismo, desde que se hizo conocer en 1972 con Befriade från skolan hasta su más reciente Röda linjen (2007), Hammarlund es una figura de indiscutible referencia dentro de la canción política de Suecia. Tarea que ha alternado con el teatro, su trabajo en un taller de canciones políticas para jóvenes trovadores y también últimamente con la dirección de coros. Lo conocimos a Jan en la solidaridad con Chile, cuando cantaba con Turid y Lena Ekman, y también con el grupo musical Bella Ciao junto a los actores Anna y Carlo Barsotti. En casa del activo escenógrafo y traductor Bengt Hellgren lo pudimos tratar más, en ocasión en que un grupo de uruguayos, latinoamericanos y amigos suecos nos propusimos organizar la primera gira por Suecia de Daniel Viglietti (por entonces exiliado en París). En esa ocasión Hammarlund compartió el escenario con el artista uruguayo, de donde nació una amistad que los ha llevado a actuar juntos otras veces tanto en Suecia como en Uruguay. Con una guitarra al borde del camino, Vietnam, Chile y otras luchas Nació en Täby en 1951, y ya cantaba cuando iba a la escuela. Una maestra lo estimuló a que tocara guitarra y a los 15 años ya lo pudo hacer. -Viví en el campo, y entonces me iba a la orilla de un camino por donde sólo pasaban autos y me ponía a cantar y tocar la guitarra para un público invisible. Abandoné los estudios y tuve unos años de hippie, hasta que me invitaron a cantar en la fiesta que se hacía en Gärdet donde actuaban artistas y grupos del llamado proggrörelsen. Lo que derivó en que me invitaran a grabar mi primer disco que se llamó Befriade från skolan con temas que hoy veo como muy ingenuos y que salió en 1972. Al que lo acompañó al año siguiente otro álbum När bandet slutar spela. Al principio yo no tenía mucha politización, aunque ya en 1971 hice una canción sobre La Comuna de París, por entonces me consideraba un especie de socialista. Era muy joven y andaba en el movimiento de apoyo a Vietnam. Lo de Chile fue lo que marcó mi politización. En 1974 conocí la música de Violeta Parra a través de discos que trajeron los exiliados políticos. Entonces me fuí a París donde me compré un charango, un bombo, un libro con las canciones de Violeta, y me puse a traducir. De allí nació el disco Tusentals stjärnor över Chileque se vendió muy bien a beneficio de la solidaridad con Chile, cuenta Jan Hammarlund. Durante mucho tiempo Hammarlund tradujo y difundió canciones de otros antes que las suyas, de Violeta; de Jorge Salerno, joven tupamaro asesinado en Uruguay en 1968, canciones políticas italianas. Si Violeta Parra fue importante para el desarrollo de qué canción hacer, Jan reconoce que fue la cantante norteamericana Malvina Reynolds quien lo formó como cantautor político. A ella la conoció en Estados Unidos, fue autora de Littles boxes la canción que Víctor Jara hizo conocida en español con el título de Las casitas de Barrio Alto. -A fines de los 70 hice giras por Gran Bretaña y Estados Unidos, y comencé a entrar en la lucha del movimiento de liberación homosexual, con el que nadie se comprometía en esa época; ahora la cosa es muy distinta, explica Hammarlund. Cabe notar que cuando aparece las primeras canciones donde él trata el tema del amor homosexual, las mismas no eran nombradas en las críticas que aparecían sobre sus discos. Así mismo muchas veces al ser entrevistado por medios de prensa y él se refería a su toma de posición al respecto, era frecuente que los periodistas se autocensuran y eliminaran de los artículos toda referencia a lo dicho por Jan. -Muchas veces yo les solicité a esos periodistas que no se animaban a hacerlo, que me permitieran escribir yo mismo algunas líneas sobre mi homosexualidad, cosa que alguna vez pude hacer. Romper el silencio sobre el tema de la homosexualidad se transformó por aquellos años en uno de sus objetivos de militancia política y social recuerda. Años después cuando el problema apareció en el tapete, y las autoridades le quitaron el rótulo de enfermedad a la homosexualidad, el tabú comenzó a romperse recuerda Hammarlund: Entonces recién fue cuando el tema se transformó en interesante para los grandes medios. Entre 1981 y 1982, súbitamente todos estaban interesados en mí porque era una de las personas conocidas como homosexual. Y resultó casi demasiado poder soportar tanta novelería. Hammarlund piensa que si bien los homosexuales hoy son más aceptados de lo que eran en los años setenta, al mismo tiempo ha aumentado el terror y la violencia contra ellos por parte grupos neonazis y fanáticos religiosos. -Cada vez que obtenemos un derecho esos grupos responden con acciones violentas o protestas. El primer asesinato de un homosexual por parte de los grupos neonazis se produjo en 1984. La mayoría de que han sido asesinados por esos grupos eran personas homosexuales. Desde 1984 hasta hoy se contabilizan una veintena de casos conocidos de asesinatos a homosexuales. Canciones nuevas y la lucha continúa En los últimos años Jan se ha dedicado con mayor intensidad a componer sus propias canciones, que ha recogido en varios discos que han ido apareciendo casi ininterrumpidamente. Junto a la revisión de asuntos históricos que hacen al arte y a la política, sus textos siguen recogiendo vivencias personales y temas de actualidad político-social. Sus últimos discos Alby-Bilbao (2000), Grässtrån och gatsten (2002) y Röda linjen (2007) (todos editados en su propio sello discográfico) recogen esas preocupaciones artísticas y políticas. -Ahora para hacer una canción leo mucho, como por ejemplo una que he hecho sobre Jerusalem. Pero para mí sigue siendo más importante la comunicación con el público que la misma música. Siempre me siento más cómodo en un concierto que en una presentación por televisión. Si bien muchas de sus antiguas canciones le son reclamadas por el público, él prefiere cantar las nuevas. Una de sus canciones más famosas Jag vill leva i Europa (1981) escrita originalmente contra el emplazamiento de misiles norteamericanos de la OTAN en Alemania y Gran Bretaña en los 80, fue objeto de un pleito entre Hammarlund y la cantante Arja Saijonmaa, quien primero le quiso quitar la crítica a la alianza militar y luego, usarla para hacer propaganda en la campaña en favor de la entrada de Suecia a la Unión Europea. Para el artista las diferencias de clase siempre existentes en Suecia, se han hecho más claras. En su opinión las injusticias sociales son más visibles y peores que en los 70. La distribución de la riqueza ha caminado en una dirección contraria. A los bienes públicos se los han robado y privatizados, y eso hay que pararlo, piensa Jan y tiene confianza en que los jóvenes, (en su opinión más preparados que la generación anterior) también se levanten y protesten con las enormes deudas que tienen de los préstamos de estudio y la desocupación que les afecta. Jan Hammarlund ha estado en Chile, en Paraguay y Uruguay donde ofreció conciertos. Junto al chileno Hernán Azócar ha traducido al español un grupo importante de sus canciones y de otros autores que han sido reunidas en el disco De Norte a Sur. En el arte y el compromiso de Jan Hammarlund no han habido, ni hay desmayos. Tampoco en su actitud solidaria, de ello somos testigos muchos de los que hemos tantas veces acudido a él para invitarle a participar en actividades, donde siempre generosa y fraternalmente ha contribuido, por sentirlo con naturalidad un deber. |
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