|
||||||
El sudafricano William Kentridge en Malmö Konsthall |
||||||
escribe Pepe Viñoles Desde el pasado 31 de mayo Malmö Konsthall exhibe una muestra de obras del artista contemporáneo sudafricano William Kentridge quien ha alcanzado un merecido reconocimiento internacional no menos en América Latina, luego de que participara en la Sexta Bienal de La Habana de 1997. A partir de la animación fílmica de sus expresionistas dibujos al carbón, del collage y de marionetas, Kentridge recrea un mundo de pesadilla y sueños un pasado no tan lejano de la Sudáfrica del apartheid. Él mismo ha definido su trabajo al explicar claramente que: Nunca he intentado hacer ilustraciones del apartheid, pero los dibujos y las películas han sido ciertamente fecundados y alimentados por la brutalizada sociedad que quedó a su paso. En una de las obras expuestas -a nuestro juicio la más atrayente- Black Box - Chambre noire, Kentridge toma como tema en una artesanal y compleja instalación, el genocidio perpetrado a la etnia de los hereros por tropas coloniales alemanas en 1904 en el actual territorio de Namibia. Allí, los cráneos de las víctimas fueron recolectados y minuciosamente clasificados para ser objeto luego de científicas mediciones y estudios en el tristemente famoso instituto de razas de Berlín. La magia siempre efectiva de un simple teatro de marionetas, le sirve de soporte para video-animaciones que recrean este hecho histórico en forma operística mediante metáforas sobre el colonialismo y el racismo. Como en la caja negra de un avión queda registrada alegóricamente en sonidos e imágenes la olvidada tragedia africana que Kentridge saca a luz. La política como hecho histórico-social y no como fórmula de soluciones alcanzables parece ser uno de los móviles de sus obras llevándole a sostener: Me interesa el arte político, es decir, un arte de ambigüedad, contradicción, gestos incompletos y finales inciertos. Un arte (y una política) donde el optimismo está bajo control y el nihilismo se mantiene a raya. No queda ninguna duda para quien acceda a la obra de este artista sudafricano blanco nacido en 1955, que se alude a la historia recientemente pasada y en especial al doloroso y complejo proceso de reconciliación racial que comenzó con la abolición del apartheid, presidido todavía por la profunda desigualdad clasista. El regreso a la animación Tras licenciarse en política y estudios africanos en la Universidad de Johanesburgo en 1976 y haber estudiado arte especializándose en grabado, Kentridge realizó un curso de mimo y teatro en París, para dedicarse a principios de los 80 al teatro y al cine compaginando labores de guionista, actor, director y diseñador. Siendo a partir de 1989 cuando comienza a realizar los primeros trabajos de animación basados en sus propios dibujos. Su obra posterior le ha dado la animación fílmica un nuevo impulso como herramienta de creación artística, en su caso además por la conjugación que hace del dibujo al carbón sobre papel, el collage, los objetos tridimensionales, la instalación y el cine. El movimiento revertido, el uso del negativo, el corto, todos son ingredientes que Kentridge labora con pasión de artesano. Un buen ejemplo de esto es Fragmentos para Georges Méliès obra donde el artista homenajea a quien fue el padre de los trucajes cinematográficos y pionero del cine de ficción (1861-1938) recreando la técnica de animación que el maestro francés usara experimentalmente en su clásica película Viaje a la luna. En siete fragmentos del homenaje a Méliès, Kentridge se emplea a sí mismo como modelo que se dibuja y desdibuja, a hormigas vivas que filmadas en negativo se ven transformadas en estrellas y galaxias en un viaje a la luna de una nave espacial, que en la realidad es una sencilla cafetera. De la misma forma que en dos películas de su serie Dibujos para proyección de los años 90, el artista emplea una copiosa animación de sus excelentes dibujos al carbón para recrear la historia de dos personajes de la Sudáfrica actual: Soho Eckstein y Felix Titlebaum. Al respecto Kentridge ha explicado: En estas películas, Soho quien es un notable propietario inmobiliario y Felix (cuya ansiedad inunda media película) luchan por los corazones y las minas de Johanesburgo y por el afecto de la señora Eckstein. Hay un cortejo de desposeídos, Soho alimenta a los pobres y Felix le ofrece a la señora de Eckstein un regalo de amor. Mientras luchan en las fangosas aguas de la ciudad. La exposición de Malmö Konsthall se complementa con dibujos originales y modelos que el artista ha empleado para realizar sus películas. Cabe puntualizar para finalizar, que no es frecuente encontrar en la obra de un artista contemporáneo tanta unidad entre lo que se quiere decir y cómo se dice como en el caso de los trabajos de William Kentridge, donde juego, fantasía, humor y reflexión sobre la existencia humana se conjugan creativamente en formas visuales de significativa eficacia y economía estética. William Kentridge |
||||||
|
||||||
|