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Una oposición que perdió la brújula |
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escribe Carlos Escorcia Polanco Desde que Daniel Ortega se impuso durante las últimas elecciones presidenciales, la oposición nicaragüense quedó desorientada y a la defensiva. Por más que se consuelen con una fantasiosa relación 38 %-62 % de resultados electorales, ninguno logró superar al candidato sandinista. Carentes de iniciativa y acostumbrados a ser las «paralelas históricas» desde la época de Frutos Chamorro en 1853, el primer presidente oligarca, los autodenominados «sectores democráticos», liberales y conservadores, también conocidos como timbucos y calandracas, se habían alternado el «privilegio» de solicitar las intervenciones extranjeras. Con el retorno del Frente Sandinista al poder, los «cachurecos» y liberales, autores de doscientos años de pillajes, saqueos, entrega de la soberanía al invasor, traiciones y felonías, han sido incapaces de articular una oposición responsable que ayude a sacar adelante al país. En 1990, junto al ministro Antonio Lacayo, compareció Daniel Ortega en Washington, abogando por un plan económico del gobierno de Violeta Chamorro. Ortega estaba ejerciendo una oposición constructiva, patriótica y responsable. Esta actitud de Ortega contrasta con la amargura con que los «sectores democráticos» critican toda ayuda venezolana. Se han negado a evaluar 17 años de fracasos y desastres de los últimos tres gobiernos de derecha, pero sí se han dedicado a «analizar» con prejuicios y con lupa los primeros cien días del gobierno. Según el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, el país con el más alto nivel de vida en el mundo es Noruega, con la posición No. 1, y el más pobre es Níger, con la posición No.177. En 1990, luego de 10 años de Revolución, Nicaragua ocupaba la posición No.60. En 1996, al final de la Administración Chamorro, Nicaragua retrocedió a la posición No. 117. Hoy está en la posición 112. Los últimos 17 años han dado cuenta de la más grande estampida migratoria en la historia de Nicaragua. Desde 1990, un millón y medio de nicaragüenses votaron con los pies en contra del experimento político liberoconservador, hecho sin paralelo en los anales de la patria. Casi el 20 % de los nicaragüenses huyó de tal experimento «democrático». Pero los ideólogos de la oligarquía jamás hablan de esto, ocupados en ridiculizar a Fidel Castro, Evo Morales y Hugo Chávez, declarándoles una guerra sin cuartel, mientras insisten en que Nicaragua no debe alinearse con nadie. Viven pidiéndole al gobierno no meterse en el pugilato Chávez-Bush, pero diariamente envenenan el ambiente con ataques y mentiras contra el presidente venezolano. El presidente Ortega y sus ministros se auto-rebajaron el sueldo cerca del 50 %, pero la oposición olímpicamente ignoró tal gesto. En un país donde el presidente ganaba diez mil dólares mensuales, mientras la mitad de la población sólo gana dos dólares diarios, la oposición minimizó tal rebaja salarial descalificándola como «populista». El gobierno declaró la gratuidad de la educación pública, los servicios básicos de salud y desprivatizó los negocios de los cafetines escolares. Los autodenominados «sectores democráticos» inmediatamente protestaron. Pero, ¿armaron acaso algún escándalo ante ese millón de niños que no asiste a la escuela? Claro que no. Les importó más el cierre de una televisora propiedad de la exmafia petrolera venezolana, hecho foráneo ante el cual sí se pronunciaron. Los ideólogos de la derecha recalcitrante se ven forzados a lanzar una gruesa cortina de humo para distraer la atención del pueblo ante los avances del gobierno sandinista. Pretenden mantener al gobierno «a raya» mientras callan sobre sus propios múltiples escándalos. Pretenden que el pueblo no vea que hasta las vende chancho con yuca podrán acceder a préstamos blandos. Quieren que el pueblo no piense en los fertilizantes venezolanos, en los viajes gratis a Cuba, financiados por Venezuela, para realizarse la operación de cataratas que en 17 años de «economía social de mercado» no pudieron hacerse. Desearan que nadie note los esfuerzos gubernamentales por dotar a los campesinos de su gallinita, su vaquita y su cerdita para que autosostengan la economía rural. Guardan silencio sobre la reducción del pasaje urbano, disimulan que ahora la salud y la educación son gratuitas y que se va a impulsar la alfabetización. Para distraer al pueblo, atacan el escudo «sicodélico» de los documentos oficiales propuesto por la primera dama, critican el cambio de lugar de una obsoleta fuente musical, inspirada por el revanchismo de Alemán, y cuestionan que Ortega no despacha desde la fastuosa Casa Presidencial. Esperan que las generadoras energéticas venezolanas no funcionen. Exigen que en cinco meses el gobierno resuelva lo que ellos no resolvieron en 17 años. Pretenden legislar cada vez que Ortega estornude, violando la autonomía y armonía de poderes que manda la Constitución. Lejos de ofrecer una alternativa constructiva, son una oposición que perdió la brújula. Gobernando sin guerras, sin bloqueos, sin sabotajes a la producción, sin minado a los puertos, sin voladura de puentes, sin vuelos supersónicos del «pájaro negro», el avión espía SR-71, sin ataques con lancha pirañas de la CIA, con toda la generosidad de la comunidad mundial y la banca internacional, luego que prometieron el cielo y la tierra, los autodenominados sectores democráticos, jinetearon el macho por 17 años y fracasaron. |
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