|
||||||
¡Qué bien TVes Venezuela! |
||||||
escribe Christian Muñoz El Mercurio, fundado en 1827, y La Epoca (18811892), ambos de propiedad de Agustín Edwards Ross, desempeñaron un papel clave en la caída de la administración de José Manuel Balmaceda, quien había asumido como presidente de la República de Chile en 1886 tras una cruenta guerra civil, que ganó la oligarquía, apretó el gatillo del revólver que le apagó su vida la madrugada del 19 de septiembre de 1891. El señor Edwards pasó de ser ministro de Hacienda del mencionado gobernante a convertirse -tras su ruptura con el presidente- en uno de sus opositores más acérrimos. Ochenta y un año después del suicidio de José Manuel Balmaceda la empresa periodística de Agustín Edwards (quien se hizo cargo de la segunda generación de El Mercurio en 1880) volvió a jugar un rol fundamental en la caída de otro gobierno constitucional. Esta vez fue el turno del doctor Salvador Allende Gossens, quien, por esas cosas de la historia de Chile, también termina «suicidándose» el 11 de septiembre de 1973. Tras la derrota militar de la Unidad Popular chilena, gran antecedente de la actual «primavera latinoamericana», la prensa quedó bajo la tutela y la censura total de la Junta Militar encabezada por el Comandante en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte. El Bando No.15 de la Junta Militar, publicado en El Mercurio de Santiago de 13 de septiembre de 1973 sentenció: «La Junta de Gobierno autoriza la publicación de los diarios El Mercurio y La Tercera, designándose a la Academia Politécnica Militar como censor de sus ediciones». El cineasta chileno, Raúl Ruíz, recordó aquel titular de El Mercurio del 13 de septiembre de 1973, en el Cabildo Cultural de Chile, realizado en Viña del Mar durante el año 2002, y sostuvo con ironía, que aquel escenario de la prensa no ha variado sustancialmente en la actualidad. En efecto, exceptuando Las Ultimas Noticias de propiedad de El Mercurio, y La Cuarta, cuyo dueño es COPESA, propietaria de La Tercera, son los mismos diarios de los días posteriores al golpe militar, los de mayor circulación y notoriedad en el país. Los diarios de izquierda de tirada nacional no existen en Chile. El periódico El Siglo (de propiedad del Partido Comunista) y la revista Punto Final (ligada en sus inicios al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR) no entran en la categoría de diarios según la legislación vigente en dicho país, porque no aparecen, como mínimo, cuatro veces a la semana. Según consta en el libro «Morir es la noticia» de Enrique Carmona en el Chile de Pinochet fueron asesinados o «desaparecidos» 23 periodistas, 9 estudiantes de periodismo, 20 trabajadores de la comunicación (camarógrafos, fotógrafos, cineastas y otros), 28 obreros gráficos y 21 periodistas que fallecieron porque el golpe militar de 1973 trastornó sus vidas, a causa de los sufrimientos en la prisión, maltratos, enfermedades no atendidas, pérdida de previsión, exilio y otras causas. La Unión de Periodistas de Cuba recuerda que «más de 600 periodistas han sido asesinados en América Latina en las últimas décadas. La propaganda anticubana, en este caso, se ha quedado totalmente huérfana. Porque ninguno de esos periodistas murió en Cuba». Y ahora, ¿adónde apuntan los misiles de la desinformación orquestada por el imperialismo yanqui, los dueños de la prensa en Europa, incluyendo a los de Suecia -donde tampoco hay diarios de izquierda de tiraje nacional, y las oligarquías latinoamericanas? ¿Y por qué les duele tanto Venezuela y le dan una cobertura exagerada al término de la renovación de la licencia a TCTV, un canal golpista que, desde el mismo día del alzamiento ilegal de un grupo de empresarios de extrema derecha y unidades fascistas del ejército, censuró a todos los que defendían en las calles el gobierno constitucional en abril de 2002? Porque Venezuela es un «mal ejemplo para el mundo», porque ha declarado que quiere impulsar y construir el socialismo del siglo XXI. La oposición venezolana controla 20 canales en al banda VHF, y el Estado, a partir del 28 de mayo, sólo tres, incluyendo a Telesur, cuya propiedad le pertenece a Venezuela en un 46% y que sólo transmite con señal abierta en algunas ciudades del país sudamericano. ¿Es democrático? Los medios privados en Venezuela controlan el 90% del espacio radioeléctrico. «Por poner un sólo ejemplo -señala el sitio electrónico cubano Granma Internacional- baste decir que durante la última campaña presidencial los observadores internacionales, reconocieron que el 80% de toda la información plana y radiotelevisiva fue favorable únicamente a la oposición, mientras que en los kioscos de venta de periódicos y revistas las publicaciones opositoras son mayoría». Los chilenos hemos aprendido con terror a reconocer el llanto de los burgueses, los mismos que ahora ponen el grito en el cielo en defensa de su «libertad de expresión» -la derecha económica latinoamericana y el imperialismo- son los que la pisotean, sin ningún pudor, cada vez que pueden para garantizar la continuidad de «sus privilegios y granjerías», como diría Salvador Allende, que de estar vivo, estaría sin ninguna duda impulsando la unidad latinoamericana y la construcción del socialismo del siglo XXI. ¡Qué bien TVes Venezuela con una televisión educativa y cultural de servicio público! ¡Adelante con tu hermosa revolución bolivariana! |
||||||
|
||||||
|