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Javier Payeras, Gerardo Rivera y Carlos Villalobos
Tres poetas centroamericanos

 

escribe Juan Cameron

Con distintas visiones y tendencias, pero con un lenguaje común que los determina, los escritores centroamericanos registran la contingencia tanto como los problemas ontológicos del individuo. Soledad, cansancio y consumismo son tópicos que se repiten en sus libros. Entre numerosos nombres y posibilidades, esta nota da cuenta de tres poetas invitados al III Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer Cámara, celebrado en Villahermosa, Tabasco, México, en febrero pasado.

La ausencia de un fluida comunicación impide en nuestro continente la difusión de la poesía y el conocimiento de sus autores. Instancias como los encuentros internacionales del género suplen tal deficiencia; así ocurrió con el congreso celebrado en Villahermosa, México, en febrero reciente. Numerosos creadores se dieron cita en la oportunidad y, entre ellos, varios poetas centroamericanos con una obra ya sostenida en el oficio. El guatemalteco Javier Payeras, el salvadoreño Gerardo Rivera y el costarricense Carlos Villalobos son ejemplos de tal situación. Por cierto cada uno de ellos merece una nota particular; a no mediar la escasa información que, más allá de ejemplares únicos, se tiene sobre ellos.

Javier Payeras expone, en su más reciente Soledadbrother, la poesía del hastío, la queja del individuo condenado al basural de lo contemporáneo como un desecho más. La situación, sostiene, hace absurda cualquier análisis lírico: «esperas hasta más no resistir/ y cuando ya no aguantas/ realmente no soportas/ oyes tu nombre/ y te das cuenta lo poco que representas/ lo poco que eres en una estadística». Tal actitud representa una visión colectiva, muy cara entre aquellos que sobrevivieron al conflicto armado. El poeta forma parte de un grupo de artistas jóvenes, denominado Casa Bizarra, quienes postulan una propuesta urbana alejada de la poesía partidista y combativa impuesta por las condiciones de la guerra.

Javier Payeras es poeta y artista conceptual. Nació en la ciudad de Guatemala el 6 de febrero de 1974. Ha publicado Ausencia es un 1/4 vacío (1997), La hora de la rabia (1998), Artificial (2000) Raktas (2001) y Soledadbrother (2003) y en narrativa los cuentos (...) y once relatos breves (2000) y las novelas Ruido de fondo (2003 y 2006) y Afuera (2006).

A Gerardo Rivera lo conocemos solamente por su reciente Soy un ciego cojo dando de palos en la misma ciudad donde todo se me pierde, que presentara en el encuentro de febrero. A pesar de sus 58 años la circunstancia del exilio no ha sido propicia para la mayor difusión de su trabajo. Aunque su discurso es bastante contemporáneo, Rivera se siente más a gusto en la promoción que enfrentó a la violencia en esa parte del continente, junto a Alvaro Menén Desleal (1931), Ricardo Castrorrivas (1938), José Roberto Cea (1939), Julio Iraheta Santos (1939) y Ricardo Lindo Fuentes (1947), además de Luis Galindo y Alejandro Masis y algunos más.

Como en el caso anterior, el hastío y la soledad están presentes en su poesía. De lenguaje directo, abarca tópicos establecidos en el imaginario colectivo del itsmo: la ciudad como un encierro, el cansancio vital y la inutilidad del individuo frente al orden impuesto. «La vida es una broma de mal gusto y lo sabes/ soldado de tí mismo» sostiene; y también «voy relleno de reclamos/ barril de malolientes vísceras que nadie ha querido robar».

Gerardo Antonio Rivera Hernández es periodista y nació en El Salvador, en 1949. Reside en Tabasco, al sur de México, desde hace 24 años. Ha publicado los ensayos La bohemia tabasqueña, volúmenes I y II (1986 y 1987), La poesía y los poetas de Tabasco en la revolución (1998), La novela en Tabasco/ semblanza de Francisco J. Santamaría (1998) y varios títulos más. En poesía se destacan sus libros Con los pies en la tierra (1986), Un poema a Villahermosa (1987), Motín de versos (1989), Poemas para ser leídos en el siglo XXI (1990), Poemas de la cárcel y otros desencantos (1993) y Soy un ciego cojo dando de palos en la misma ciudad donde todo se me pierde (2004). Entre otros reconocimientos ha obtenido el Premio de la Villa Sánchez Magallanes (1989), Premio de Poesía Ciudad del Carmen (1992) y el Premio Estatal al Periodismo en Artículo de Fondo (Tabasco, 1999).

Carlos Villalobos entrega, en cambio, una visión más lúdica y vital en la que el movimiento, representado en el viaje, es siempre un demostración de la libertad individual. Su país, está claro, no sufrió los embates que afectaron a sus vecinos y no recuerda una guerra civil en ya más de medio siglo.

Su poesía apunta, al igual que sus otros colegas centroamericanos, contra los vicios del mundo moderno, la sociedad capitalista, el consumismo y el dogmatismo. Diversas localidades sirven para instalar su discurso; y en todas ellas se repite siempre el mismo escenario de soledad y estupidez. Por eso es poeta pide: «A mí háblenme en el lenguaje de Green Peace/ háblenme como supuestamente hablaba Seatle/ háblenme como hablaba Jesús de Nazaret,/ y entonces yo vendré con mi canto de jilguero/ y mi baúl de grillos/ a saludar las religiones».

Carlos Villalobos nació en San Ramón de Alajuela, en 1968 y es Master en Literatura Latinoamericana y Licenciado en periodismo. Ejerce como profesor en la Universidad de Costa Rica, en el área de Comunicación. En poesía tiene editados Los trayectos y la sangre (1992), Ceremonias desde la lluvia (1995) y El primer tren que pase (2001), además de la novela El libro de los gozos (2001).



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