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Embajadores |
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escribe Heber Amieiro A veces viviendo uno en la apacible Suecia que es parte de la educada Europa, puede llegar a pensar que aquí los representantes diplomáticos respetan y cumplen con todas las disposiciones estipuladas por por el Protocolo de Viena para el desempeño de sus funciones en un país extranjero. Y es que la mala experiencia que los latinoamericanos tenemos de la ingerencia histórica de los embajadores de las grandes potencias que nos han dominado, puede responder solamente al hecho de nosotros haber pertenecido siempre a esa parte del mundo que nunca ha mandado a nadie. Sin embargo, la semana pasada leyendo una entrevista que le hizo Dagens Nyheter a Mr. Michael Wood, embajador de Estados Unidos en Suecia, entre tres diferentes propuestas de trabajo diplomático para llevar adelante que le hizo el presidente Bush al ofrecerle el cargo y que a mí con mis viejos traumas me pueden parecer ingerencistas, el embajador parece haberse decidido finalmente trabajar por la más ecológica. A Mr. Wood, que es amigo personal del presidente norteamericano desde los tiempos de universitarios y proviene del alto mundo empresarial, Bush le planteó que sus tareas prioritarias serían lograr que Suecia se integre a la OTAN; obtener colaboración para trabajar juntos en la democratización de la ex-Unión Soviética; y la industria sueca de energía alternativa. -Tanto para el presidente Bush como para otras personas con las que hablé, Suecia es paladín en la tercera alternativa, dijo el embajador. Aliviado uno piensa que el embajador habrá decidido finalmente respetar la histórica neutralidad y la no pertenencia a pactos militares de Suecia y mucho menos, arriesgarse a que este país se vea envuelto junto a Estados Unidos en los asuntos internos de las ex-repúblicas soviéticas. Para concentrarse en cambio según sus declaraciones, en que grandes financistas norteamericanos inviertan en empresas suecas que desarrollan la segunda generación de tecnologías para la obtención de etanol, no ya del maíz o de la caña de azúcar& sino de todos los vegetales y bosques, -Y esto es un gran avance dice el embajador Wood, quien agrega además que ve difícil que se pueda cambiar de estilo de vida para detener el cambio climático, por ejemplo restringiendo el uso de los automóviles: -Es incómodo cambiar el estilo de vida. Puede dar indicaciones negativas para la economía. Mi primera prioridad es la técnica. ¡Yo confío en ella! Respiro reconfortado al leer en DN que en la agenda del embajador Wood no aparece: el bregar por que Suecia envíe más tropas a Afganistán y siga contribuyendo con armamentos; el tema de Cuba y Venezuela y el necesario apoyo del gobierno sueco a la democratización de ambos países; el financiamiento de la disidentes cubanos y otras cosas feas como el aterrizajes de los aviones de la CIA. Y al final me pongo a pensar en un absurdo, por ejemplo si el embajador de Bolivia recibiera de su gobierno intrucciones para influir en que Suecia no le venda más armas a Estados Unidos y les envíe brigadas médicas; o que el representante de Venezuela trabajara para que Suecia fuera socio de ALBA apoyando la nueva integración latinoamericana y enviando tecnología avanzada para la Operación Milagro. O más aún, que Suecia dejara de plegarse al bloqueo de a Cuba y le exigiera a Estados Unidos la inmediata liberación de los presos de Guantánamo y la extradición del terrorista Posada Carriles, o que diera una significativa ayuda política y económica al desarrollo de la democracia participativa en nuestro continente. Seguro que podría producirse un escándalo y que se les acusaría de intromisión en los asuntos internos de Suecia. |
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