El asesinato por parte de fuerzas policiales del joven trabajador forestal en huelga, en Arauco, Rodrigo Cisternas, pone al descubierto una de las caras más ocultas y antiguas del despojo de tierras y bienes como la permanente represión que sufren indígenas, campesinos y obreros en esa región del sur de Chile.

Los motivos de la huelga, que más de 4000 obreros madereros llevan adelante contra la empresa Forestal Arauco y las circunstancias en que fue asesinado Rodrigo Cisternas han levnatado una ola de denuncias y rechazo más allá del país andino.

A la original usurpación colonial de los antiguos territorios mapuche, continuada hasta hoy por el capitalismo chileno, se le ha agregado como factor explosivo el fenomenal crecimiento que viene experimentando en los últimos años el sector forestal de exportación.

Sector económico que la dictadura militar y luego los diferentes gobiernos de la Concertación abrieron a las multinacionales que se ocupan de la producción masiva y exportación de la celulosa. Las plantaciones que se han extendido en toda esa región, de por sí pródiga en bosques autóctonos han sido reforzadas con la siembra a mansalva de intrusos pinos y eucaliptus- ocupan hoy una considerable superficie del territorio total de la Octava Región. Con el resultado de un notable crecimiento de las ganancias económicas de las empresas, en algunos caso del orden del 160 por ciento a partir de mediados de los 80 hasta hoy, desarrollo que naturalmente pese a ocupar mano de obra de ex campesinos propietarios colectivos de tierras, no ha implicado ningún mejoramiento en las condiciones socio-económicas de la población regional ni tampoco a nivel nacional.

El caso de la empresa Forestal Arauco en la que trabajaba el obrero huelguista asesinado, es un buen ejemplo de las políticas empresariales implementadas en este sector explotador y depredador del medio ambiente. Allí los obreros trabajan jornadas de hasta 18 horas para apenas obtener unos 10 dólares y rara vez se les ha pagado alguna hora extra. La forestal es propiedad de Angellini, un multimillonario de origen italiano heredero de un ex fascista refugiado en Chile- y al que los gobiernos de Frei Montalva y Pinochet primero y de Frei Ruiz-Tagle después le favorecieron para que se adueñara de tierras y bosques en esa región, y jamás le pararon la mano por explotar y reprimir trabajadores con la ayuda de ex miembros de la CNI.

La burla que significó el ofrecimiento de Forestal Arauco de sólo concederle a los trabajadores un 4 por ciento de aumento salarial (alrededor de 20 dólares mensuales) frente a un 40 por ciento que ellos reclaman, desencadenó esta huelga y las acciones de lucha reprimidas inmediatamente (a pedido de la empresa) por cuerpos de élite policiales en nombre de la restitución de la ley y el orden. Cabe recordar que los trabajadores no pudieron llegar a un acuerdo con esta compañía que gana 2 millones de dólares por día, dado que el Estado se declaró impotente y nada podía hacer para asegurarles sueldos dignos y porque éste era un problema entre privados. Un claro ejemplo de cómo el tan propagandeado modelo chileno de desarrollo no desea proteger y hacer respetar los derechos de los trabajadores cuando estos chocan con los intereses de la sacrosanta economía abierta de mercado.

La descripción que Violeta Para hacía en su canción de la situación de los pobres del sur de Chile sigue desgraciadamente siendo vigente: Arauco tiene una pena que no la puedo callar/ son injusticias de siglos que todos ven aplicar/ nadie le ha puesto remedio pudiéndolo remediar.