inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 20-Abril-2007

Poeta cubano publicado en México
Leyva y las claves ocultas

 

escribe Juan Cameron

Más que la demostración de un oficio a desarrollarse en diversos formatos -o su capacidad para expresarse en el tema del amor- el más reciente libro del santiagueño Waldo Leyva muestra un oficio de alto nivel y de mejor contenido semántico.

Ocultas claves para la memoria apareció bajo el sello de Ediciones Fósforo, del Instituto Tecnológico de Nogales, en mayo del año 2005. Una cincuentena de poemas de amor se entregan en cuatro cuadernillos que, a confesión del autor, se fueron escribiendo a lo largo de muchos años y son arbitrariamente ordenados por éste, mezclando tiempos y modos para que el lector seleccione de acuerdo a su gusto y agrado (ver Prólogo, pág. 9).

La presentación del mismo, que inicia la recopilación, está a cargo del poeta mexicano Roberto Arizmendi, desde Coyoacán. Dice Arizmendi: "El tiempo es un referente, una constante en las páginas del libro, como lo ha sido toda la obra poética de Waldo leyva. Ese tiempo es el implacable a través de la historia que se vive, aunque inadvertido a veces cuando las horas se tornan gozo para transformar siluetas y fondo y colores y deseos". Con todo, Leyva consigue detener el instante y fotografiar el momento que describe con armoniosa eufonía:

"Mientras dejo sobre tu piel, la Isla/ rozándote apenas con la yema de los dedos; mientras tus ojos se cierran para verme/ y la sangre se nos llena de agujas diminutas" (en Es junio todavía, pág. 63).

En el primer cuadernillo, Cierto color violeta y la partida, el objeto amado es inmanente; o se ha ido o se le espera; pero no está. En los trece trabajos allí entregados, el poeta utiliza formas en verso libre, soneto o estructuras de raíz folklórica instaladas por la fuerte presencia de lo español en la isla. Ovillejos (pág. 30) es un buen ejemplo.

Como quien llega resulta en cambio la presencia misma. En sus catorce títulos, incluidas décimas, Leyva se pasea por pasado y presente recogiendo imágenes y existencias diversas. El gozo es su expresión continua.

Una poesía solar atraviesa los días y los colma de vitalidad: "ya empiezan a sonar los himnos/ y la gente canta y ríe/ como si rompiera a llover y fueran niños./ Ven,/ y que no se te olviden las banderas" (en Recibimiento, pág. 49). Y en su rescate de lo telúrico y con una indiscutida cubanidad, el ritmo martiano suena en un escenario iluminado por la belleza de aquella: "La lluvia no puede ser/ lluvia sin que su plumaje/ se empape como el ramaje/ del árbol que sólo existe/ mujer, por que tú pusiste/ tus ojos en el paisaje".

No se trata de una mera coincidencia; el poeta se sirve de quintillas, sextillas y versos octos-ilábicos para componer a la antigua manera. Según la periodista Sonia Sierra, "la décima es para Waldo Leyva un ingrediente esencial que da sabor al mundo cotidiano de los campesinos cubanos. Se ve a sí mismo de niño, intentando improvisar y acompañando con un tres las voces de su padre y su abuelo, sabedores de los secretos de inventar décimas". El poeta preside el Comité Internacional de la Décima y el Verso Improvisado: "una especie de movimiento que surgió en 1991, cuando nos juntamos gente de la literatura y la poesía oral de distintos países de América y de algunas regiones de España, con motivo del 400 aniversario de las primeras publicaciones en décimas de Espinel".

El siguiente grupo de poemas, En algún sitio del porvenir, reúne media docena de textos con los motivos predominantes de la lejanía y el viaje. El objeto amoroso se recuerda y se convoca por el roce de una palabra, la fijación de un objeto en la retina o la activación de alguno de los cinco sentidos. Todo es materia, sensación, existencia. Son las cosas del mundo real que intervienen en el lenguaje y en la expresión del hombre. Los once últimos trabajos se agrupan bajo el título de Tiene rostro y se ríe y se enamora. Versos de consumación y de canto en los que el poeta reúne textos de diversas estructuras incluyendo también el verso libre.

Ocultas claves para la memoria no sólo muestra la capacidad de Leyva para utilizar diversos formatos o la gracia, claridad y fuerza conseguida en sus poemas de amor. Más allá de esta débil reducción es necesario sostener que Waldo Leyva se establece dentro de la poesía cubana y latinoamericana actuales por derecho propio. Una alta concepción literaria y el espectro semántico generado por su escritura, superan cualquier condición de inmediatez en la significación de ese mensaje. Una sola observación habría que hacer en relación a este libro: hubiéramos querido que la encuadernación fuese más cuidada. A pesar de la hermosa producción como objeto y de un hermoso diseño de portada, su pegado poco flexible -sin hotmelt al parecer- induce a abrirlo con dificultad para luego deshojarlo.

Waldo Leyva nació en Santiago de Cuba, en 1943. Es poeta, narrador, cronista, gestor cultural, periodista y académico entre otros oficios. Ha sido presidente, además, de la Asociación Nacional de Escritores de Cuba, fundador del Centro Juan Marinello -destinado a la promoción y estudio de la cultura cubana- y director de varias otras instituciones. Ha publicado De la ciudad y sus héroes (1974), Desde el este de Angola (1976), Con mucha piel de gente (1983), El polvo de los caminos (1984), Diálogo de uno (1990), El rasguño en la piedra (1995), Memorias del porvenir (1999), El dardo y la manzana (2000), La distancia y el tiempo (2002), Perdono al porvenir (2004) y Ocultas claves para la memoria (2005).



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