inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 06-Abril-2007

Equivocarse de enemigo

 

Escribe Cándido
Algunos hechos recientes, que se agregan a una larga lista, confirman la tendencia a la inseguridad de los ciudadanos que intuyen o directamente comprueban, que el Estado es impotente para garantizar la seguridad de sus vidas, un derecho primordial entre los derechos humanos. Sin contar con los jóvenes marginados que, intoxicados por las múltiples ofertas del mercado que no pueden adquirir porque generalmente sus padres y ellos mismos no tienen trabajo, deciden obtenerlas por medios ilícitos, los ciudadanos se sienten amenazados por peligros mayores. La extorsión, las amenazas de muerte sobre personas y familiares, perpetradas por lo que ha dado en llamarse el crimen organizado, cuestiona los fundamentos del Estado de derecho y la convivencia social. Que en otros países de la "civilizada" Europa la situación es peor, no excluye la gravedad de los hechos.


En Suecia, donde a igual que en los demás países nórdicos, el bienestar social estuvo acompañado, no por casualidad, de menores índices de delincuencia, nadie se atreve a testimoniar en un juicio, muchos comerciantes han sido víctimas de atentados al negarse a pagar "impuestos" para su su protección mientras otros,por motivos étnicos se han visto obligados a mudarse por el acoso de bandas neonazis. Dos vertientes de origen diferente, de la crispación social, visible en todas las manifestaciones públicas y en la vida cotidiana.
El más reciente episodio de una banda de moteros que obligó, con métodos bastante heterodoxos, a una conocida firma para que retirara del mercado una colección de ropas que tenían un diseño similar al escudo usado por los integrantes de la banda, ha puesto sobre el tapete la impunidad de la delincuencia.


De acuerdo que un Estado de derecho, tiene limitaciones para actuar por presunción e incluso por convicción si no hay pruebas suficientes. Es el precio que deben pagar los ciudadanos para evitar abusos y el castigo de inocentes.


Pero esas limitaciones no han sido tenido en cuenta cuando se trata de enrolarse en la torpe y trágica cruzada de la Administración Bush contra el llamado terrorismo.La complicidad entre servicios de seguridad y medios de comunicación para demonizar a determinadas colectividades, no ha hecho otra cosa, como la realidad lo ha demostrado, que condenar a inocentes, estimular el terrorismo, y envenenar el clima social.


La implicación cada vez mayor de fuerzas militares suecas en conflictos desatados por Estados Unidos, bajo el manto de "operaciones humanitarias", contribuyen a cualquier cosa menos a aumentar la seguridad del país. Si la intención del gobierno y de los demás gobiernos de la UE fuera realmente la de favorecer la paz, deberían haber canalizado todos los esfuerzos a obligar a Israel a cumplir las obligaciones que le impuso Naciones Unidas hace cincuenta años y de las que se ha burlado sistemáticamente con el total apoyo de Esatdos Unidos y la complicidad europea. (Aparte de preguntarle a Cuba cómo ha hecho para neutralizar el terrorismo que, estimulado y financiado por Estados Unidos padece desde hace medios siglo).


Mientras eso ocurre, los jóvenes que protestan contra la guerra, y por un mundo mejor, los ecologistas que defienden la vida del planeta, seria e inequivocamente amenazada, son objetivos predilectos de la policía de seguridad y de la desinformación mediática. Uno de esos columnistas neocon que pululan en los principales medios del país, enumeraba días pasados una serie de delitos comunes para los que había una presión social de castigar con mayor rigor, y en ellos incluía a los "activistas de izquierda". Los "comunistas" pese a ser una especie desaparecida según esos mismos "analistas"!, junto con los ciudadanos de origen musulmán, ssiguen siendo los objetivos. Al mismo tiempo que esto ocurre, un prestigioso programa de investigación de la y la noticias de esa misma prensa , denuncian casos graves de corrupción policial, impensables en la Suecia de unos años atrás. El enemigo está dentro de casa pero lo seguimos persiguiendo afuera. Un trágico error.



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