Escribe Jaime Padilla.
Al día siguiente que anunciara el presidente de Bolivia Evo Morales, el Decreto Supremo 29026 "Federico Escobar", el 9 de febrero reciente, para la nacionalización del complejo metalúrgico de Vinto, María Cruzcay, en la ciudad de Estocolmo rompió con su anonimato, mediante una carta dirigida al primer mandatario boliviano.
"Señor presidente muchas gracias por el Decreto Supremo 29026 que lleva el nombre de mi padre, un merecido reconocimiento de su persona y de su gobierno, a su infatigable lucha por la industrialización de nuestro país. Gracias a los mineros que estuvieron siempre al lado de mi padre y de mi familia que jamás nos olvidaron en todas las vicisitudes que tuvo que pasar mi familia", dice la carta de María Cruzcay Escobar Chavarría.
Fue precisamente a raíz de esa misiva que Liberación tomó contacto con ella para conocer sus puntos de vista en relación a tan importante medida promulgada por el gobierno boliviano.
Para ella la nacionalización de Vinto es el mayor acto de justicia que honra hoy la memoria de su padre, combativo hombre de las minas que forjara el movimiento sindical boliviano, en sus tiempos más decisivos de su historia.
"Al conocer la noticias de la nacionalización de Vinto, se me vino a la mente inmediatamente el pensamiento y la lucha que denodadamente mi padre había emprendido para que Bolivia tenga una fundidora de minerales. Según el material grabado que guardo en mi poder, mi padre es uno de los pioneros para concretar ese complejo metalúrgico, ahora recuperado por el presidente Evo", dice.
En torno al momento político que vive Bolivia la hija del legendario Federico Escobar reconoce que el presidente Evo es el fruto de la acumulación de luchas de diversas organizaciones sociales. "Es tan necesario en este momento nuestro apoyo para que el gobierno lleve adelante los grandes proyectos de cambios socio-económicos, que sin duda serán la solución para aquellos problemas que por años han venido golpeando a los trabajadores y sectores populares", dijo.
Expresó asimismo su deseo de que no deben repetirse, en el futuro, como en el pasado los sangrientos regímenes militares y gobiernos pseudodemocráticos. "Todos ellos pisotearon a su turno la dignidad nacional, entregando para el saqueo los recursos naturales no renovables a las transnacionales", dijo.
Mencionó también que las agrupaciones políticas de la derecha, latifundistas, empresarios privados y la oligarquía cruceña y los llamados autonomistas de la media luna, están hoy resentidas y desesperadas porque perdieron con la elección de Evo Morales. "Todos ellos pretenden crear problemas de inestabilidad y perjudicar cada vez que pueden el trabajo de la Asamblea Constituyente. Hay sectores que odian a Evo, porque él interpreta las aspiraciones del pueblo boliviano y a estas fuerzas reaccionarias les cuesta reconocer que el gobierno actual está cambiando el país, con un criterio futurista, integrador que posibilitará al país un mayor progreso y la consolidación de las conquistas sociales para los sectores populares", añadió María Cruzcay.
Heredera del temple de su padre que decía las cosas sin rodeos, en esta entrevista ella observa que el presidente Evo Morales estaría "coqueteando" con la pequeña burguesía para tenerla como aliada. " Nuestro presidente está tratando de modificar su línea política para complacer a la pequeña burguesía, en otras palabras él quiere instrumentar una alta política de conciliación, y esa actitud podría resultar peligrosa porque le conduciría a un distanciamiento con los sectores populares" dijo. "En el momento en que Evo se distancie de los movimientos populares, la derecha aprovechará para ganar un mayor espacio y se aventurará a cualquier cosa", advirtió.
Pero más allá de tales riesgos y temores "despertar y fortalecer" son a criterio de María Cruzcay las consignas que en Bolivia se dan hoy en los sectores populares, en el interior del movimiento indígena y principalmente en la juventud. "Los jóvenes tienen confianza en el futuro, ellos son también protagonistas en este proceso de cambios, porque son testigos directos de la recuperación de nuestros recursos. La unidad por todo esto debe ser cada día más sólida en todo el país para frenar al enemigo común, que son las grandes potencias que antes nos explotaban", subrayó. Reitera que solo con la unidad de todos los sectores populares será posible la refundación de Bolivia.
Su vida en Suecia
María Cruzcay Escobar Echavarría ligada desde su infancia a la lucha inclaudicable de los mineros y del pueblo boliviano, se ha vinculado en la ciudad de Estocolmo al Grupo de Apoyo a Bolivia, para ensanchar en Europa las acciones de solidaridad con su país, más necesarios ahora cuando el país sufre los embates de la naturaleza.
"A nombre de mi pueblo quiero agradecer a las organizaciones de solidaridad internacional y gobiernos amigos por la cooperación que están brindando a los miles de damnificados de las recientes inundaciones registradas en distintos puntos del país", dijo.
María Cruzcay, la sexta de ochos hijos de Federico Escobar, reside de desde hace un tiempo en la capital sueca. Está casada con Raúl Nava Ortíz, madre de tres hijas: Valentina de 2 años de edad, Tania y Camila son las mayores que viven actualmente en Bolivia.
Cuenta que ha quedado huérfana de padre a la edad de 5 años y habla de su padre como un hombre cariñoso y abnegado con sus hijos. Justiciero y solidario. "Mi padre fue un defensor apasionado de su clase", dice.
Según relatos de su madre, a su casa, allá en la Mina de Siglo XX, llegaban desde las 5 de la mañana los trabajadores mineros en busca de soluciones a diferentes problemas, e inclusive los asuntos de convivencia familiar le consultaban al dirigente Federico Escobar.
Entre muchas anécdotas e historias sobre la vida de su padre, nos cuenta que cuando sus padres la llevaron a la iglesia para ser bautizada. "El cura que tenía que oficiar el bautizo, ya en el interior de la iglesia le pregunta a mi papá qué nombre él había elegido para su hija. Orgulloso de su militancia comunista Federico Escobar responde: Krupskaia, como la mujer de Lenin. El cura rechaza y le pide agregar otro nombre cristiano, entonces el dirigente menciona María, como la madre de Cristo"; de esa manera nuestra entrevistada lleva el nombre de María Cruzcay.
"El único tesoro que Federico dejó fueron sus ocho hijos y ocho bocas que alimentar" solía decir la viuda que a la muerte del sindicalista en 1966, sus enemigos políticos calumniaban que en vida el dirigente había acumulado dinero, casas y terrenos. "Después de la muerte de mi padre todos hemos permanecido en el distrito minero de Siglo XX, y cotidianamente los compañeros trabajadores y amigos de mi padre nos expresaban sus muestras de aprecios y respeto. Unos me contaban historias otros anécdotas", rememora María Cruzcay al tiempo de valorar que su padre fue en su tiempo también un hombre sencillo, humano y combatiente contra la injusticia.
María Cruzcay Escobar Echavarría es profesora de ciclo básico egresada de la Normal Superior Simón Bolivar de La Paz. En Suecia radicada por razones familiares, estudia actualmente el idioma sueco con perspectivas de actualizar su profesión.
Su padre fue miembro del Partido Comunista y por su militancia sindical y política fue encarcelado y torturado en varias ocasiones. Murió en 1966 cuando fue internado por la rotura de un brazo. Se dice que fue asesinado por elementos de la policía, según denuncias de esa época.
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