Escribe Roberto Bardini. *
En octubre de 2000, una periodista del periódico español La Vanguardia le preguntó al escritor Ray Bradbury cómo imaginaba el futuro. "Vamos a volver a la Luna y también vamos a ir a Marte. Me gustaría que el gobierno se cuestionara por qué no volvimos a la Luna. No debimos haberla dejado nunca. Nuestro destino no es estar solamente aquí en la Tierra", contestó el autor de Fahrenheit 451.
Luego ante la pregunta de "¿para qué hemos nacido?", Bradbury respondió: "Para mirar todo el universo, para celebrarlo. Tenemos que salir a examinarlo y colonizarlo. Tenemos que cumplir nuestro destino y volver a la Luna, y a Marte, y expandirnos, expandirnos".
A casi siete años de distancia y ante las noticias que llegan de Medio Oriente, suenan fuertes las palabras "examinar", "colonizar", "expandirnos"& Sobre todo porque Bradbury no se considera a sí mismo un escritor de ciencia ficción sino "un narrador de cuentos con propósitos morales". El destino de los hombres -ha dicho- es "padecer sufrimientos agobiadores para concluir vencidos, contemplando el fin de la eternidad".
Un mes después de estas declaraciones, George W. Bush ganó la cuestionada elección presidencial de noviembre de 2000 sin haber logrado la mayoría de votos, un hecho inédito en la historia de Estados Unidos desde 1888. Por fallas en las máquinas de recuento de sufragios en el estado de Florida -donde su hermano Jeb Bush era gobernador- intervino la Corte Suprema de Justicia para darle el triunfo, otro hecho inédito desde 1876.
Durante su campaña como candidato, Bush había asegurado que se oponía a utilizar a las Fuerzas Armadas estadounidenses en intentos de reconstruir países en el extranjero. Desde entonces, Estados Unidos hizo exactamente lo contrario: no regresó a la Luna ni a Marte, pero se ha expandido bastante en la Tierra, sobre todo en Oriente Medio. Por eso hoy es como si las palabras de Bradbury se refirieran a Irak y Afganistán.
Aunque Bush se graduó en Letras por la Universidad de Yale en 1968 -año en que Ray Bradbury ganó el premio que otorga la Aviation-Space Writers Association (ASWA)- es poco probable que haya leído la obra del autor de Crónicas marcianas. En su libro de cuentos El convector Toynbee, publicado en 1988, Bradbury le hace decir a uno de sus personajes algo que es exactamente lo contrario del camino recorrido por Estados Unidos en los últimos seis años y que, visto con ojos actuales, es una pequeña perla del sarcasmo:
"¡Lo logramos!, exclamó. El futuro es nuestro. Reedificamos las ciudades, reconstruimos los pueblos, saneamos los lagos y ríos, purificamos el aire, salvamos a los delfines, aumentamos el número de ballenas, detuvimos las guerras, enviamos estaciones solares al espacio para iluminar el mundo, colonizamos la Luna, nos mudamos a Marte y luego a Alfa Centauro. Curamos el cáncer y derrotamos la muerte".
El lunes 20 de marzo se cumplieron 48 meses de la invasión estadounidense a Irak y Bush pidió "paciencia", con voz apagada, a quienes cada vez más se oponen a la ocupación del país árabe. La breve declaración televisada desde la Casa Blanca contrastó con su euforia del 1 de mayo de 2003, poco antes del derrocamiento de Sadam Hussein, cuando anunció desde la cubierta del portaaviones Abraham Lincoln que las mayores operaciones de combate en Irak habían terminado. Su frase Mission acomplished! ("¡Misión cumplida!") fue reproducida en un enorme cartel que ondeaba sobre el buque. Pero hoy, cuando despertó, la guerra seguía ahí.
* Roberto Bardini, escritor y periodista argentino residente en México.
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