George W. Bush quizá sea el presidente más forajido que haya tenido hasta ahora Estados Unidos, aunque se hace difícil la comparación con la mayoría de sus antecesores en la Casa Blanca que tienen también en sus gestiones una larga lista de fechorías contra los pueblos en todo el mundo.
Este jueves el presidente norteamericano se aventuró a comenzar su primer viaje en solitario a algunos países de América del Sur en un itinerario cuidadosamente elegido. Si exceptuamos a México país en el que ya ha estado y al que arribará al final de su periplo, no es casual que Bush haya optado por Guatemala, Colombia, Brasil y Uruguay para sus visitas.
El propósito de la gira es claro, fragmentar la región y contrarrestar los esfuerzos por crear una alternativa liberadora e integradora en parte representada por el Mercosur y claramente expuesta en el ALBA, que por primera vez en nuestra historia se opone a los afanes hegemónicos de Estados Unidos en "su patio trasero". Como escribe el Wall Street Journal: "El presidente Bush viaja a América Latina esta semana para enfrentar el tipo de populismo económico militante de Hugo Chávez."
A las alfombras rojas que le pongan a Bush en los aeropuertos, Berger en Guatemala, Uribe en Colombia y Calderón en México, se suman bochornosamente Lula da Silva en Brasil y Tabaré Vázquez en Uruguay. Y no hay atenuante posible de cómo calificar estas invitaciones que Lula y Tabaré le cursaron a ''Mister Frankestein''. Porque ambos mandatarios fueron elegidos con los votos de pueblos sufridos y explotados que depositaron en ellos la confianza para poder dejar atrás la década maldita de gobiernos neoliberales serviles de Washington y con el recuerdo fresco aún del negro periodo en que ambos países sufrieron dictaduras militares apoyadas y financiadas por Estados Unidos.
Por eso los gobiernos de Lula y Tabaré tienen tanta dificultad en convencer a sus pueblos que esta indeseada visita sólo se debe "a razones de relaciones normales entre Estados" o a "la necesidad de asegurarse el mercado norteamericano." En Brasil por lo menos, el pueblo ha aprendido también a criticar a Lula y a exigirle todas las veces que lo ha visto errar y alejarse de lo prometido. En Uruguay el gobierno de Tabaré Vázquez ha hecho del "consenso de apoyo'' una medida cohercitiva para acallar las críticas entre sus propias filas frente a una creciente política de sumisión a Estados Unidos que lideran junto al presidente, los ministros Danilo Astori y Jorge Lepra. Por eso la visita de Bush a Uruguay tendrá dos manifestaciones de repudio: una llamada por el PIT-CNT que no va criticar al gobierno, ni por ésto ni por otras decisiones anteriores lesivas para la soberanía nacional; y otra, convocada por la Coordinadora Antimperialista que ve en esta visita del presidente terrorista una clara intromisión imperial en el país, una amenaza para la unidad latinoamericana, y en la actitud del gobierno progresista de Vázquez una defección más.
Lula da Silva y Tabaré Vázquez tendrían que haberse dado cuenta que Bush sólo merece ser recibido en esta gira de "promoción de la democracia" por gobiernos del tipo de Guatemala, Colombia y México, y haber tomado distancia como lo hacen otros que no se proclaman presidentes "trabajadores" o "socialistas". Y que sin embargo, parecen estar más consustanciados hoy con los sufrimientos y anhelos de sus pueblos concientes del papel de Estados Unidos en la región, aunque nunca hayan pisado el comité central de un partido de izquierda.
Décadas atrás invitados por los gobiernos de la derecha oligárquica llegaron de visita a Uruguay los presidentes Einsenhower y Johnson, también Nelson Rockefeller enviado en gira por Washington. Entonces en masivas protestas y enfrentamientos con la represión, trabajadores y estudiantes (estos últimos convocados y dirigidos por algunos de los que hoy ocupan altas responsabilidades gubernamentales) repudiaron la presencia yanqui en la patria de Artigas. Hoy mucho parece haber cambiado, porque esta semana en la dirección del Frente Amplio -la fuerza política mayoritaria del gobierno- votaron en contra o se abstuvieron de condenar la visita de Bush, o de convocar al pueblo a protestar.
Mientras Bush coma asado en la estancia presidencial de Anchorena en Uruguay, el presidente Hugo Chávez visitará a su homólogo Néstor Kirchner en Buenos Aires y participará en las jornadas de protestas argentinas; y cuando el ''mister'' pise la alfombra roja que le pone en Bogotá el presidente paramilitar Uribe, el venezolano estará llegando a La Paz para encontrarse con Evo Morales. Bush que tiene hoy cero apoyo en su propio pueblo, tampoco lo conseguirá de los latinoamericanos con esta gira.
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