Escribe Cándido
La "Cruzada contra el terrorismo" que le instrumentaron a George W Bush quienes lo manejan, ha servido para todo menos para lo que fue creada. Fracasó en su intento de "dar un paseo" por Irak para ocuparlo y echar mano al petróleo y simultáneamente afirmar, junto con su otro socio del "eje del mal", el Estado de Israel, su hegemonía en la región.
Ese propósito, realizado con una torpeza difícil de concebir en una nación con tanto poder militar, y desestimando la opinión de expertos militares y políticos de su propio entorno y por supuesto, el rechazo de los pueblos del mundo, ha fracasado estrepitosamente, como irrefutablemente lo prueban los hechos. La otra gran "operación antiterrorista" la invasión de Afganistán, disimulada ahora con la fachada de "ayuda humanitaria" y "reconstrucción" del país, parece llevar el mismo inevitable camino de la catástrofe. Las consecuencias para el imperio pueden ser mucho más dramáticas que las sufridas con la derrota en Vietnam. Lo que llaman "terrorismo" que hasta ahora ha sido mayoritariamente una respuesta al terror imperialista, del que la ocupación de Palestina por los ejércitos de Israel durante casi medio siglo, con el apoyo de Estados Unidos y la complicidad de la Unión Europea, lejos de ser derrotado se ha fortalecido en estos años mientras que ha crecido en el mundo el descrédito moral de los agresores. Pero lo que se ha debilitado al punto de quedar reducido a enunciados sin contenido, en los que ya nadie cree, es la democracia, los derechos humanos y los propios estados de derecho, que cada vez más se están transformando en Estados policiales. Al interior de Estados Unidos, los derechos individuales han sido prácticamente abolidos, el país se ha convertido en una nación de delatores y cualquier inocente, sobre todo si es extranjero de origen musulmán puede ser víctima de toda clase de atropellos al amparo de leyes y decretos aprobados bajo la presión de la histeria, trasmitida através los medios de comunicación. Presionados por el "patrón" del otro lado del Atlántico, los gobiernos de la UE donde hay de todo, desde fascistas, fanáticos religiosos, y sobre todo corruptos, aprobaron leyes liberticidas y abdicaron de sus facultades, en favor de la policía y los servicios de seguridad.
Ahora mismo la alianza conservadora que gobierna en Suecia, quiere dar una vuelta de tuerca a esa acción represiva, con un proyecto que permitiría a los servicios de inteligencia, todos ellos monitoreados por sus homólogos "americanos", controlar teléfonos, correos electrónicos y cualquier comunicación privada con el exterior. Un prestigioso programa de la televisión denunció recientemente la corrupción de la policía sueca, sin que las autoridades se inquietaran por ello. Pero antes que este gobierno, fue el gobierno de Göran Persson que permitió la vejación colectiva de los ciudadanos en Gotemburgo en junio del 2001, en ocasión de la visita de Bush. El mundo entero pudo contemplar con asombro cómo un policía disparaba a matar a un joven estudiante que le había arrojado a la distancia, una piedra que se había detenido a un metro del objetivo. Milagrosamente, dada la gravedad de la lesión, tras una delicada intervención el joven pudo salvar la vida. El episodio, unido a la sádica tortura colectiva infligida por la policía a los ciudadanos encerrados sin justificación en un colegio, abrió los ojos de muchos ciudadanos suecos que hasta entonces habían creído en instituciones como la policía y la justicia. Porque pese a los cientos de demandas entabladas, la justicia no procesó a ningún policía. Las penas para los "rebeldes" fueron mucho más duras que las que se aplican a los traficantes de drogas o redes de prostitución y bandas extorsionadoras.
Los dramáticos episodios vividos estos días en Copenague con un despliegue de fuerzas "antiterroristas"a propósito de la expulsión y represión de los jóvenes de la Casa de la Juventud y posterior venta y derribo final del edificio, una reliquia ´cultural de la ciudad, muestra la mentalidad policial que domina en los regímenes que presumen de "democracias". En vez de diálogo con jóvenes que son marginados por el sistema represión policial y rigor judicial.
Además de reaccionario este camino, habitual en los gobiernos europeos, es torpe. Abre otro frente de crispación social, en sociedades seriamente amenazadas por un fenómeno mucho más real que el llamado "terrorismo". El del crimen organizado que es ya un poder paralelo.
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