A 25 años de su muerte a manos de la dictadura de Augusto Pinochet, el ejemplo del líder sindicalista chileno Tucapel Jiménez fue recordado el domingo por dirigentes sindicales, políticos y familiares.

Su hijo, del mismo nombre, planteó que "Chile ya tiene una visión clara de lo que fue mi padre: un trabajador honesto, sano, limpio, democrático, que siempre quiso lo mejor para los trabajadores del país".

Su hijo, que es diputado independiente, destacó la valentía de Tucapel Jiménez por seguir en la lucha -al frente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF)- aun sabiendo que estaba en peligro de muerte.
Agregó que siempre hay deudas de justicias, de verdad, "y esperamos que este año tengamos avances significativos en esa materia; ya el año pasado logramos la creación del Instituto Nacional de Derechos Humanos y esperamos anular la Ley de Amnistía de autoamnistía impuesta por los mismos responsables".
Por su parte el presidente de la Anef, Raúl de la Puente, sostuvo que en este día se recuerda con mucho cariño, admiración y respeto a "nuestro dirigente y presidente mártir, Tucapel Jiménez Alfaro".

"En el día de hoy nosotros recordamos a nuestro líder máximo que murió por la causa de la libertad, por el reestablecimiento de la democracia, porque en este país existiera justicia social", precisó de la Puente.
De la Puente, lamentó que -aun cuando los autores materiales de su asesinato están presos- los principales responsables, como Pinochet, no fueron condenados.

"Es cierto que la Justicia hizo parte de justicia, pero quedó cortado el encausamiento de los principales responsables", insistió.

El 25 de febrero de 1982, pasadas las 09:30 horas, Tucapel Jiménez Alfaro, entonces presidente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), salió de su casa en la población Villa España, comuna de Renca, en su taxi marca Datsun, modelo 150, con el que trabajaba cuando la actividad sindical se lo permitía.
El líder gremial iba a encabezar una reunión convocada por él mismo para las 10:00 horas a la sede de la agrupación, en Alameda, con el fin de crear un frente laboral unitario de oposición al régimen militar.

Según consta en el proceso, al salir de su hogar, dos sujetos se subieron al vehículo simulando ser pasajeros y le indicaron dirigirse por el camino Renca-Lampa.

Eran el mayor (r) Carlos Herrera Jiménez y el suboficial Miguel Letelier Verdugo. Mientras, el suboficial Manuel Contreras Donaire los siguió en un automóvil Peugeot.

En Pudahuel, Carlos Herrera Jiménez le hizo parar el vehículo, le dijo que estaba detenido y luego le disparó. En una acción aún más despiadada, le cercenaron el cuello con un cuchillo tipo comando. Posteriormente, los atacantes abandonaron el lugar del crimen en el segundo vehículo.

Con posterioridad a los hechos se realizaron diversas maniobras destinadas a encubrir el crimen y entorpecer la labor de los investigadores. Incluso, un individuo confesó por escrito ser el autor del crimen para luego suicidarse, demostrándose posteriormente en el proceso que había sido asesinado y que la confesión era falsa.