La elección de Mona Sahlin como nueva líder del Partido Socialdemócrata y candidata a suceder como futura primer ministro al actual gobierno de la derecha, plantea un desafío para la socialdemocracia tras la última derrota electoral. Ahora, algunos miembros del partido exigen revisar la línea tras el rumbo político centrista que le imprimió Göran Persson durante un largo periodo.
Habría que ver a que conclusiones y resoluciones prácticas arriba el próximo congreso socialdemócrata. Por un lado, en relación al propio tema de la derrota electoral, y por el otro, en torno a la estrategia a seguir para poder retomar el gobierno. Sobre todo algo importante, cómo poder recuperar a los electores que en las pasadas elecciones le dieron la espalda a la socialdemocracia.
La elección de Mona Sahlin al frente del partido, sería para algunos analistas el resultado de la aun preponderante línea más conservadora socialdemócrata muy emparentada con la "tercera posición" del laborismo de Tony Blair y de la falta de fuerza en la interna partidaria de posiciones de izquierda.
Mientras que la tendencia oficialista acepta la globalización capitalista y las doctrinas económicas y sociales devenidas del neoliberalismo principalmente en Europa, dirigiendo su discurso por igual a capas medias y a los sectores obreros -a quienes a través del movimiento sindical se les ha aconsejado adaptarse a la actual situación- la izquierda mantiene los postulados de defender el modelo de sociedad de bienestar y de que el capitalismo y las clases sociales siguen existiendo, siendo el papel de la socialdemocracia el de lograr reformas en beneficio de los trabajadores dentro del capitalismo.
En ese sentido Mona Sahlin no parece ubicarse en una posición muy de izquierda, dado que durante su actuación política se ha expresado siempre en términos ideológicos diluídos -a tono con la línea instaurada por Göran Persson de mantener políticas-puente con el gran capital financiero- a excepción de dos temas donde ella ha asumido posiciones más radicales: el racismo y el derecho a la diversidad sexual. En otras, Sahlin ha acompañado y defendido las posiciones oficiales proUnión Europea y lo derivado del Acuerdo de Maastrich, incluyendo la llamada flexibilidad laboral y el fallido propósito de que Suecia adoptara también el euro.
Para algunos sectores socialdemócratas la política "centrista" conformada durante la era Persson fue causa principal de la derrota electoral, que produjo una verdadera confusión a nivel del votante que no pudo diferenciar la propuesta socialdemócrata de la de los otros partidos, con el agravante de que el Partido Conservador (M) pudo engañosamente presentarse con el ropaje de ser el "nuevo partido del trabajo" con la promesa de crear más puestos de trabajos reales.
Voces críticas
Dentro de una general afonía socialdemócrata y mayoritariamente satisfecha con la elección de Mona Sahlin, hasta ahora las voces críticas a nivel público han sido casi inexistentes salvo las de Göran Greider, director del diario socialdemócrata Dala Demokraten (crítico de la elección de Sahlin) y la de Carl Tham, ex-secretario personal de Olof Palme, antiguo ministro de Educación y embajador en Berlín. Este último en fecha muy reciente publicó un artículo en el matutino Dagens Nyheter (9-2-06) bajo el título de "La socialdemocracia no se anima a criticar el capital".
Para Tham la socialdemocracia debe volver a ser reformista y la nueva dirección partidaria cambiar el rumbo, para al final de su nota recomendar: "Mi esperanza es que el partido, ahora que al parecer el tema del nuevo líder se ha resuelto, examine y ponga a prueba la política partidaria que objetivamente se abandonó. Mi consejo es: no caigan en la retórica de la supuesta falta de adptación a la globalización, porque casi siempre proviene de los enemigos del partido, analicen en cambio lo que ha habido de malo y de bueno en la considerable renovación que se produjo. En pocas palabras: ¡Sean reformistas!."
Luego de exponer Tham de que en realidad la socialdemocracia sueca compró todo el paquete neoliberal a partir de la aceptación de las políticas económicas de la EU, que en su opinión son dictadas por los bancos centrales de Alemania, Francia, Gran Bretaña y que le dicen adiós al empleo pleno, políticas que no son consecuencia directa de la globalización internacional sino de una construcción hecha por los grandes de Europa. Tham pone por ejemplo el hecho de que la idea de darle al Banco Central sueco un doble mandato: no sólo de que controle la inflación sino que ayude mantener controlada la desocupación a niveles bajos no se adoptó porque eso era propaganda populista. Y agrega que también en otros grandes temas la socialdemocracia abandonó el objetivo de bienestar para todos, como por ejemplo el de escuela para todos. "El capital financiero no el culpable directo de las privatizaciones que sobrevinieron y de la consecuente segregación que se produjo en la escuela sueca". Lo que se ha abandonado es la crítica al capitalismo y decir que ''no nos hemos adaptado suficientemente a la globalización es un tontería" porque lo que se ha hecho es dejar de luchar por ponerle reglas y frenos al capitalismo como era tradicional a la socialdemocracia, sostiene el ex-ministro.
Esta visión tradicional del papel de reformismo social de la socialdemocracia como la que expresa Carl Tham, no parece ser hasta ahora la predominante a nivel de la dirección del partido, y tampoco la que podría promover Mona Sahlin como líder, ya que en opinión de Greider ella ha demostrado ubicarse muy a la derecha en relación a los derechos laborales y otros temas importantes para los asalariados. / Angel López Amieiro
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