Este aluvión ha rebasado las posibilidades de un tratamiento humanitario, para hablar sólo de las condiciones materiales al punto de que muchos están durmiendo en condiciones apenas mejor que los "sin techo". Muchas comunas rehúsan, por tales motivos, seguir recibiendo refugiados. Y el gobierno central, se niega a su vez a apoyar financieramente la solución material del problema. Sobre el estado anímico de los que llegan en esas condiciones, el trauma que la infame guerra de Bush ha causado especialmente en los niños y jóvenes, que merecerían una atención psicológica inmediata, ni hablar. Así que no hay que asombrarse que, los muchos enfermos mentales, ya existentes, que en Suecia han causado más muertes que ningún ataque terrorista, el de la exministra Anna Lindh, entre otras, se sumen pronto nuevos contigentes en las calles de las ciudades. Con lo cual los votantes de Sverige Demokraterna, aumentarán, con la ayuda de los medios siempre propensos a eludir mostrar las causas subyacentes.

Ante esta situación los ministros del gobierno conservador, Tobias Billström, de Migración, y Cecilia Malmström, de Asuntos Europeos, han decidido pedir ayuda a sus socios de la llamada Unión Europea. Curiosamente a ningún gobernante se le ha ocurrido trasladar a las víctimas de la guerra, a Estados Unidos, para que se haga cargo de ellas, por ser su regimen el único culpable de su situación. O pedirle al menos una contribución financiera para solventar el problema. Pero el gobierno que los ministros integran, que no lo era cuando la invasión a Irak, pero que la justificó, nunca se va a atrever a reclamarle algo al "hombre más poderoso de la tierra". Tampoco la UE que ha sido cómplice de las mentiras, y de cosas peores como el asunto de los vuelos de la CIA con sospechosos, en su mayoría inocentes entregados por gobiernos "demócratas" europeos. Los socios de la UE, posiblemente le tiren un puñado de euros a la ministra Malmström, de los miles de millones que los contribuyentes aportan para mantener la gigantesca y muy bien pagada burocracia de Bruselas. Pero de solidaridad, en el verdadero y único significado de esta palabra, ni que hablar.