inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 02-Febrero-2007

Premio "Casa de las Américas" para Juan Manuel Roca

 

Escribe Carlos Vidales.

El poeta colombiano Juan Manuel Roca (Medellín, 1946) ha sido galardonado con el prestigioso premio "José Lezama Lima", Casa de las Américas 2007 "por recoger, en versos escritos a lo largo de treinta años, lo mejor y más personal de una obra ya ineludible".


Casa de las Américas, dedicada al apoyo del arte y la creación cultural, eligió al escritor colombiano por su obra Cantar de lejanía. Este es el primer premio internacional que se otorga a Juan Manuel Roca, quien ya ha sido distinguido con muchos, y los más altos, en su país (los más recientes, el Premio Nacional de Poesía 2004 y el Premio de Periodismo Simón Bolívar). Recientemente ha sido nominado para el prestigioso galardón Rómulo Gallegos.


Roca es considerado el más importante poeta vivo de Colombia. Aunque lleva ya más de cuarenta años escribiendo, la publicación de su producción poética se inició en 1973 con Memoria del agua. A esta obra, que ya anunciaba un estilo conciso, sereno, de contenida ternura, siguieron Luna de ciegos (1975), Los ladrones nocturnos (1977), Señal de cuervos (1979), Fabulario real (1980), Antología poética (1983), País secreto (primera edición, 1987; segunda edición, 1988), Ciudadano de la noche (1989), Pavana con el diablo (1990), Luna de ciegos (antología, 1991), Prosa reunida (1993), Lugar de apariciones (2000), Los cinco entierros de Pessoa (2001), Arenga del que sueña (2002), Cartografía memoria (ensayos en torno a la poesía, 2003), Esa maldita costumbre de morir (novela, 2003), Cantar de lejanía (2006) y El ángel sitiado (2006), además de varias antologías, ensayos y artículos.


Su poesía es sugestiva y sutil, sin pretender delicadeza. Aborda la terrible realidad de su país, azotado por la violencia, así como la sombría problemática de la existencia humana en esta hora oscura de deshumanización. Pero lo hace en un terreno minado de claves misteriosas, alusiones de la fantasía que el lector debe ir descubriendo y descifrando en el proceso de la lectura. Se ha dicho que él es un artesano del poema arquitectónico, aludiendo así al juego que realiza entre las onomatopeyas y los deslizamientos semánticos, construyendo imágenes y situaciones poéticas muy sorpresivas a partir de los elementos más sencillos y cotidianos de la realidad concreta. Es un poeta intimista y social al mismo tiempo, un aparente cínico que cubre con una leve capa de ironía un enorme humanismo, un optimismo a toda prueba y un amor por la ternura que nunca se atreve a confesar abiertamente.


El director de la Casa de las Américas en La Habana, Roberto Fernàndez Retamar, al anunciar los ganadores de la edición 48 del premio literario, dijo que la poesía de Juan Manuel Roca es "imprescindible".
Roca visitó hace pocos meses Suecia y México, países a los que fue invitado por poetas y participó en seminarios, encuentros y recitales. Tiene en su agenda múltiples compromisos nacionales e internacionales y acaba de publicar una antología de la poesía erótica colombiana del siglo XX: Boca que busca la boca, Taller de Edición, Bogotá.


Ha sido traducido a numerosos idiomas, entre ellos el sueco: Korpens tecken (trad. Maria Kallin, Simon Editor, 2003).


Incluímos aquí dos poemas de Juan Manuel Roca,
ambos de la primera época de su producción.

Paisajes
Sentados en la yerba,
Mientras cruzaban
Mujeres con canastas de fruta,
Dos ciegos
Hablaban del paisaje del olor.
¡Ah, la sombra de un pájaro
en sus rostros!

Mis deudos jugueteaban con un violín prestado
Mis deudos jugueteaban con un violín prestado,
Con ese violín inventado por el diablo.
¿Ese mensajero que venía en bicicleta
traía el papel que anunciaba la matanza?
Alguien dijo: nuestro país se desangra.
Tomaremos nota
Cuando la sangre corra debajo de las mesas,
De nuestras mesas del café que hace esquina con el tedio.
Silencien esa flauta que despierta mis muertos,
No me ortiguen los ojos.
Ah, si tuviera al menos una trenza
y el pie ligero de los vientos
a cuyo paso se hamaca el cafetal o navega el olor de las pomas
mientras las sombras nocturnas se pasean
por los mismos caminos donde un hombre
como fruta madura se desangra.
Nuestro país (si alguna vez ha sido nuestro)
No perdona la risa de sus niños.
Cada mañana un cadáver en las plazas.
Cada noche mujeres visitadas por el miedo
Que golpea las ventanas.
Cada palabra: un pájaro tocado por la muerte en pleno vuelo.
Alguien llega.
Pienso que viene por mis manos.



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