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El derecho a la información veraz |
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escribe Cándido En un mundo dominado por la dictadura del mercado, el papel de los medios de comunicación de masas ha adquirido una significación mayor de la que tradicionalmente ha tenido. En la mayoría de los países con regímenes democráticos capitalistas, el verdadero poder reside mucho más en el mercado, que en los «representantes del pueblo» que habitualmente han sido elegidos gracias al financiamiento de aquel. (Un representante a la Cámara baja de EE.UU, no puede aspirar a serlo si no cuenta con un «contribución» mínima de un millón de dólares). Todo este entramado tiene su principal sostén en el control de los medios de información. Y por eso es que las grandes cadenas que nutren el mercado mundial están controladas por pequeños grupos mediáticos cada vez más concentrados. Diarios, televisión y radio, además de muchos otros instrumentos, aparentemente inofensivos, como los populares «culebrones», moldean la forma de pensar y la conducta de los individuos, desde la cuna a la tumba. Un diario resulta así más peligroso que un ejército y eso lo han comprendido muy bien los dueños del mercado. En algunos países, como por ejemplo Suecia, una sola familia es propietaria de aproximadamente un 90% de los diarios de mayor tirada. Ese consorcio mueve anualmente 15 mil millones de coronas, mientras que la cifra del public service, es de 5 mil millones.(1) Una contradicción flagrante con la democracia. Pero justamente en nombre de la «democracia», los «derechos humanos» la libertad de prensa», dichos medios «venden» como ciertas las mentiras inventadas por Bush y Blair para «justificar» la invasión a Irak y el horror subsiguiente de muertes, torturas, exilio masivo, mayor exacerbación de las relaciones internacionales, en un mundo enfrentado a problemas de supervivencia que sólo unido podrá afrontar. Esos mismos medios podrán «justificar» golpes de Estados contra gobiernos elegidos en las urnas o demonizar a políticos o periodistas honestos que han rechazado «encamarse» con el poder y la mentira, algunos de los cuales terminan siendo víctimas de una «mano asesina». Tal el caso reciente del periodista armenio-turco Hrant Dink, como lo señaló acertadamente el premio Nobel de Literatura Pamuk, o de nuestro Olof Palme, asesinado tras una sistemática campaña que lo presentaba como un «instrumento» del comunismo soviético al que estaba dispuesto a entregar a Suecia. Para preservar el derecho de los ciudadanos a una información objetiva existe en algunos países, Suecia entre ellos, el denominado public service, que comprende Radio Suecia, Televisión y una sección de Educación general que se difunde tanto por radio como por televisión (Utbildningsradion UR), de excelente nivel esta última. Los usuarios pagan una cuota trimestral para el financiamiento de este servicio, lo que reafirma si cabe su derecho a una información veraz. Lamentablemente esta premisa no se ha cumplido especialmente en lo que tiene que ver con la televisión y sus programas Rapport y especialmente Aktuell. El ciudadano sueco no se entera de lo que realmente sucede en el mundo, si no complementa su información con otras cadenas, no totalmente independientes, pero al menos con más profesionalidad. Es una burla que Aktuell omitiera el fin de semana pasado, en su noticioso de las 21, el de mayor audiencia, el derribo de un helicóptero de EE.UU con 13 militares abordo todos los cuales perdieron la vida. O que en las pasadas elecciones suecas dicho noticiero asumiera la tarea de descalificar las posibilidades de Göran Persson, por más que este hubiera hecho todo lo posible para merecerlo. Toda la cobertura de la campaña apuntó a presentar positivamente la alternativa de un gobierno «burgués», que es, como se pudo comprobar, el mayor enemigo del public service. Cuando la directora de este servicio ciudadano, señora Eva Hamilton anuncia planes para efectivizarlo, especialmente en al área de noticias, debe saber que el público sueco merece otra profesionalidad y otra ética informativa que la que está recibiendo por el servicio que paga. (1) María-Pia Boethius- Mediernas svarta bok- Edit.Ordfront, 2001) |
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