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Reciente novela del narrador Juan Mihovilovich |
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escribe Juan Cameron En su serie narrativa Ediciones LOM, de Santiago, presentó hace poco El contagio de la locura, reciente novela del escritor y abogado Juan Mihovilovich en cuyas páginas explora los campos de la soledad y la derrota. El proceso paranoico de su trama envuelve al protagonista, un juez rural, en una serie de acontecimientos insignificantes que lo arrastran a su fin en un breve plazo de tres días. Juan Mihovilovich reaparece en la narrativa chilena, esta vez con una nouvelle, El contagio de la locura, publicada por LOM a fines del año recién pasado. El juez de Letras, Garantía y Familia de Curepto, localidad donde reside hace una década, utiliza elementos autobiográficos y de ficción para construir un relato ameno, con un estilo rápido, tejido página a página y cuya anécdota se desarrolla solamente durante tres días de mayo. El escenario, similar al pueblo donde ejerce su profesión, se convierte de pronto en un sitio amenazante cuyos signos el protagonista va descifrando con la misma certeza de avanzar hacia su propia caída. El escritor Antonio Rojas Gómez, en una nota publicada en La Columna, en noviembre de 2004 (referida a sus cuentos Restos Mortales), señala las características más notables en la prosa de Mihovilovich: unidad conductora, corrección, buen retrato de los personajes, muestra de pequeños sorbos de vida, limpieza, exactitud dinamismo. Estos rasgos se hacen evidentes en el reciente trabajo y determinan la narración de situaciones que, desde lo más cotidiano y procaz, cobran hiperbólicos sentidos para el personaje central: «El signo del contagio, murmuró como un fatal presentimiento. Se apretujaba el sexo con los muslos y el cuello con las manos. Vio sobre el mostrador los diarios del día. La vendedora extrajo uno y se lo colocó, desdeñosa, en una axila. El juez retrocedió golpeándose contra un armario e insinuó una venia completamente absurda». La historia resulta entonces una descripción paranoica del entorno hecha por un magistrado de pueblo, solitario y ajeno a la red social que lo circunda sin tocarlo. Sus aprehensiones se alimentan a través de pequeños incidentes, un ocasional ataque o la sombra de individuos que alguna vez trató; estos hechos van estrechando la situación hacia posibilidades cada vez más escasas. La realidad, empequeñecida y agrisada, se confunde a ratos con el sueño. Las señales se multiplican, le sorprenden y le indican cautela, aunque no exista una causa evidente para tal preocupación. Por lo demás, durante todos estos años el juez ha usado la misma vestimenta, tiene costumbres que practica y respeta, como subir el volumen de la música clásica por las tardes, lo que por cierto, sospecha- puede haber molestado a ignorados vecinos. Mihovilovich pertenece a la tercera generación de emigrantes croatas, etnia que aporta, desde el sur de Chile, a varios escritores nacionales; entre ellos figuran Arturo Givovich y Andrés Garafulic, durante el siglo XIX, y, en el más reciente, a Zlatko Brncic (1925-1985), Amalia Rendic (1928-1986), Nicolás Mihovilovic (1916-1986), Ernesto Livacic Gazzano (1929), Antonio Skármeta, Eugenio Mimica Barassi (1949) y Ramón Díaz Eterovic (1956) por citar algunos. Junto a Mario Banic, narrador nortino, Mihovilovich integra la Generación de los 80 o del Golpe de Estado, todos quienes, como bien señala Diego Muñoz Valenzuela, comenzaron a hacer literatura como una necesidad de expresarse «movidos por sentimientos internos, imposibles de detener; pero también seguros que ejecutamos una obra de liberación, que a su manera contribuye a destruir el vergonzoso gobierno de la fuerza y la demencia. Juan Mihovilovich pertenece al grupo de escritores que optaron por el humanismo con mucha pasión por la verdad (&) y no escapó de las obligaciones sociales; que arriesgaba su vida, teniendo el valor de condenar la violencia», según destaca en una nota aparecida en la página virtual Letras.s5.com, firmada por Jerko Ljubetic, su traductor. Según Ernesto Livacic, «se trata de uno de los mejores representantes de la prosa moderna, lo que es evidente en sus novelas». Para otros, resulta un escritor entre los más interesantes de los ochenta, quien trajo un aliento fresco a la literatura chilena. Ante tales elogios, risueño, Mihovilovich ha manifestado que él se inclina a una suerte de realismo patético. Juan Mihovilovich Hernández nació en Punta Arenas, en 1951. Fue abogado de Derechos Humanos entre 1984 y 1990 en la Vicaría de la Solidaridad del Obispado de Linares. Posteriormente se desempeñó en la Dirección Regional de Aguas y como Secretario Regional Ministerial de Justicia, para luego hacerse cargo del Departamento de Readaptación en la Dirección Nacional de Gendarmería en Santiago. Ingresó al Poder Judicial en 1996. Ha publicado La última condena (novela, 1980 y 1983), Camus obispo (crónica, 1988), El ventanal de la desolación (cuentos, 1989 y 1993), Sus desnudos pies sobre la nieve (novela, 1990), El clasificador (cuentos, 1992 y 2006), y Restos mortales (cuentos, 2004). El contagio de la locura fue una de las novelas seleccionadas para el premio Herralde, en España, el año 2005. Ha obtenido los premios Pedro de Oña y Gabriela Mistral, ambos en 1980, el Premio Municipalidad de Rancagua, en 1989, el Premio Julio Cortázar en 1985, en Buenos Aires, por un conjunto se poemas titulados Extraños elementos, y el Premio Municipal de Arte en Literatura de Linares, en 1992, entre otras distinciones. |
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