inicio | opinión | notas | cartelera | miscelanea sueca | suplementos | enlaces 22-Oct-2010

En Francia se juega algo más que el destino de las jubilaciones europeas
Escribe Gutemberg Charquero. La jornada del pasado martes, culminó una serie de movilizaciones multitudinarias de los trabajadores franceses , y mientras las partes interesadas discrepaban, como sucede habitualmente sobre el número de participantes –un millón según el ministerio del Interior,tres millones según los sindicatos- para deducir de ello las posibilidades de hacer retirar, o modificar, la polémica ley que propone prorrogar dos años la edad del retiro laboral, se aguardaba el regreso del presidente Sarkozy a Paris desde Deauville, donde habia tenido lugar una reunión con sus homólogos rusos y alemán. Desde allí había reiterado su posición de llevar adelante la ley, y sobre todo restablecer el servicio de combustible que tiene semiparalizado al país.

Al mismo tiempo Sarkozy trata de acelerar el trámite de la votación del proyecto en el Senado, que debería quedar resuelto antes de finalizar la semana, lo que a juicio del gobierno contribuirá a volver la situación a la “normalidad”, ya que algunos sindicatos habrían anunciado su intención de interrumpir las movilizaciones una vez aprobada la ley. Previsiones que parecen difíciles de cumplirse ya que la irrupción del movimiento estudiantil en la batalla por las pensiones –apenas un aspecto en el marco de las políticas de ajuste que están llevando a cabo los gobiernos europeos de distinto signo- le ha impreso a las movilizaciones un sello más radical y una visión más critica de la sociedad actual.
La inusitada reacción de los trabajadores, vitalizada y radicalizada con la incorporación de la juventud, ha dado un giro significativo a esta enconada defensa de un sistema jubilatorio conquistado en los años ochenta, durante la presidencia de Francois Mitterrand (1981- 1995) , que es considerado justo y solidario. Y que cuenta, de acuerdo a diversos sondeos con el apoyo de una gran mayoría, estimada en un 75% de los hombres y mujeres de Francia. Y también con la empecinada decisión, del presidente Sarkozy, de que la reforma propuesta es la única esperanza de ”salvar un sistema amenazado por el aumento de las expectativas de vida y la crisis económica”. Aunque en la noche del martes en declaraciones a la prensa mostró un tono más dialogante y, de palabra al menos, una mayor comprensión por las reacción popular, sugiriendo que podría abrirse alguna instancia de diálogo.
Quedan abiertas muchas incógnitas sobre lo que ocurrirá en caso de aprobarse la ley. Si el fervor que inspiró las movilizaciones con la incorporación de los jóvenes, operando como revulsivo para unos sindicatos, que no sólo en Francia sino en toda Europa están demasiado asimilados al sistema o comenzará a debilitarse hasta su extinción, algo con lo que cuenta el gobierno. El gobierno ha mostrado cierta pasividad ante algunos brotes de violencia en las demostraciones. También ha agitado de nuevo el fantasma terrorista, para volcar la opinión pública en su favor y justificar una mayor represión.
Hay empero, en esta conmoción francesa, un fermento que puede comenzar a germinar en el resto del continente, donde el terreno está abonado por la frustración juvenil, por la certidumbre de que las élites financieras que causaron la crisis, una crisis que está muy lejos de haberse superado ya que ni siquiera hay un proyecto común para enfrentarla, se han beneficiado de ella y el peso ha recaído, como es habitual , sobre los más desfavorecidos. (En los cálculos – a menudo contradictorios- sobre un comienzo de recuperación económica en los próximos dos o tres años, se descarta que esté incluida la recuperación del empleo) Lo que implica , además de un descenso en el nivel de vida de los parados, una crispación social, familiar y del propio individuo que se convierte en un drama colectivo, y que se refleja en la creciente violencia imperante en las cada vez más inseguras sociedades europeas.Una estimación relativamente creíble cifra en aproximadamente 30 millones el número de desempleados en Europa.
Dentro de las diversas medidas de “crisis” que el resucitado FMI ha obligado a poner en práctica a los diferentes gobiernos para reducir su déficit fiscal está el de la reforma del sistema de pensiones. Que no es un problema nuevo y que ciertamente afronta la necesidad de reformas ante la aparición de nuevas realidades, pero que exigen soluciones muy diferentes a las que las élites privilegiadas y los organismos creados por ellas, pretenden imponer.
Prácticamente en cada país europeo dichas élites, que disponen de la mayoría de los medios de comunicación, financian además los famosos Think Tank encargados de difundir, a partir de hechos ciertos como el envejecimiento de la población de Europa, resultado del aumento de la expectativa de vida y la disminución de los nacimientos, la necesidad de la aceptación de determinados “sacrificios para evitar el colapso del sistema de pensiones”.
La tesis reiterada en el más reciente informe sobre el sistema de pensiones es que si ahora hay 4 personas que trabajan por cada pensionista, dentro de treinta o cuarenta años, sólo habrá 1,75 por cada pensionista. Lo que significará que en algún momento las pensiones no se podrán pagar. De acuerdo a otros economistas, dicha conclusión está basada en estimaciones erróneas ya que lo que define la sostenibilidad de las pensiones no es el número de personas en edad activa , sino el número de cotizantes a la Seguridad Social y el monto de esas cotizaciones. Se cuestiona igualmente los criterios de financiación de las pensiones que es claramente injusto ya que a partir de ciertos niveles de renta, no se cotiza a la seguridad social. Se menciona asimismo otras formas de financiación sobre la base de establecer algunos gravámenes al capital financiero o la eliminación de irritantes privilegios de los “representantes del pueblo” elegidos en las urnas, cada cuatro o cinco años, asi como los todavía más obscenos, de la burocracia internacional, FMI, Unión Europea, Banco Mundial etc.
Todo esto parecen tenerlo claro, los jóvenes franceses y europeos en general. Las élites del sistema también lo tienen claro pero optan por simular que no lo tienen. Tiempos turbulentos le esperan a Europa, ya desde ahora.



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