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27-Febrero-2004

 

Ibero Gutiérrez
Poeta de transformaciones

 
Escribe Sergio Infante

Tan sólo veintidos años, llegó a vivir el poeta Ibero Gutiérrez, asesinado en 1972. Pero de su corta vida, impresionan el ejemplo de sus esfuerzos y los frutos que de ella dejó.

ESTAS CAIDO.

(A Salerno&)

Estás caido
bajo unos eucaliptus
con las palmas de las manos
abiertas
mirando para arriba.
Estás tendido en la hierba
y un poco de sombra
se acompasa
con un poco de sol
a medias, entibiándote la cara;
la tarde calurosa de octubre
se pone de pie
y te descubre
Un poco más allá
-tal vez no alcances a ver-
un tronco retorcido, grueso
sugiere un cielo
y el canto de las aves.

Estás pues, allí dormido
con las venticuatro primaveras
y la boca semiabierta
y el traje oscuro
el cabello confundido con el pasto;
estás, sí
allí
y el eucalyptus, como el mundo
por la muda expectativa
y la mirada incierta
compartiendo el sol y la sombra
de un vasto escenario
poblado de escuelas y silencios
(los silencios de las tardes calurosas
de octubre entre las chacras
y el incesante decir de las cigarras
más el aire infectado de luz
y caminos de tierra, sin final
siempre recorridos, sin apuro). (1)


Este poema fechado en Pando, el 8 de octubre de 1969, lo escribió Ibero Gutiérrez en homenaje a Jorge Salerno, muerto en combate aquel día en ese lugar. Para Ibero debió ser ésta una fecha de gran significación: se cumplía el segundo aniversario de la muerte del Comandante Ernesto Guevara y quedaba marcada nuevamente por la de Salerno, también poeta; autor de esos sonoros versos: »La senda está trazada/ nos la mostró el Che». En medio de esa senda, camino hacia el hombre nuevo, ha de caer también Ibero, un par de años más tarde.

Llegó a vivir tan solo veintidos años, pero con intensidad. Si se repasa su corta existencia, impresionan el ejemplo de sus esfuerzos y los frutos que ella dejó: de la vida estudiantil a la militante; viaja a Cuba y a Francia, regresa más tarde a su Montevideo y porque »quisiera ver rojo el cielo, quisiera sentir rojo el cielo», se reincorpora inmediamente a la lucha, sufre la prisión y finalmente la tortura y la muerte. Se autorretrataba »Paridor de monstruos infernales/ y de causas justas/por las dudas». Y en medio de toda la actividad que esto significa, ama, cultiva con talento la pintura y deja siete libros inéditos de poesía: Los mundos contiguos, Paris-flash, Eros termonuclear, Prójimo/léjimo, A raíz de las entrañas, Poesía del cuaderno negro y Buceando lo silvestre.

En esos libros, Ibero Gutiérrez nos muestra esa manera intensa y crítica a la vez con qué se adentra en el mundo. Intensa, porque lo palpa por todos sus contornos: »buceando lo silvestre/ te encuentro olga/ como un alga transparente/ al descubrir un mundo&»; crítica, porque sabe descubrir en medio del encantamiento, las aristas que ese mundo tiene, y al hacerlo las evoca con fina ironía: »ama a tu prójimo/ él es como el sutién/ de tu mujer/ cómpralo a plazos/ véndelo a crédito/ total/ tu prójimo a esta hora está léjimo».

Así en medio del amor, »para hacerte parir los hijos de la luna y de venus y de marte/ para hacerte subir por mi barriga y por mis piernas doradas», su humanidad lo lleva a rechazar lo artificial de esta sociedad de consumo: »para desodorizar los testículos/ y quitarle importancia subversiva/ a nuestros sexos/ se edifican vaginas envasadas/ con perfume francés en la salida». Sin embargo, su poesía no es por lo general marcamente de denuncia, tiende más bien a mostrarnos con una gran calidad juventil, todos los aspectos de una realidad que es compleja y que le impresiona. Entonces, lo político surge en ella como algo natural que tiene una enorme importancia, pero que por lo menos en el plano poético aparece para Ibero como algo enmarañado en una cosmología aun mayor. Es un gran mérito para un poeta joven; más grande todavía si como en caso del nuestro, le toca vivir una época en la que a veces resulta difícil escaparse de los esquemas sin extraviarse.

Cambiar el mundo

Ibero rompe los esquemas sin perderse, porque conjuga romper-transformar y comienza a probar con el mundo: »pegada a la mañana empañada eres pequeña como el aire/ desde que un aire violento parió tu ternura de flor/ arranco tus pétalos para existir con el 6 hecho 9/ para no ser adjetivo de índices doctos&»; es decir, ser sujetos capaces de construir algo nuevo: »Sólo quisiera que tú, Montevideo, fueras a nuestra imagen y semejanza», para que así exista el derecho a acercarse a los sueños: » y casi en vilo/ por la vuelta de los días/ mirando a Carlos Marx cantando un tango/ y a Goyeneche tomarse lentamente un vino proletario/para encurdarse con ácratas estrellas/ las autopistas donde beso tus brazos cuneiformes». Sueños que tal vez simbolicen un cambio de mentalidad y una gran hermandad entre los pueblos.

Ibero sabe que los elementos básicos necesarios para la transformación que busca no están lejos, está plantado en medio de ellos mismos y por eso los reclama: »Vamos, Uruguay, tu tienes más de un pampero. Dámelo ahora». Los vientos de la revolución han llegado y con ello la hora de las definiciones; todo sufre su alteración, también el mundo de los poetas se transforma con los deberes ciudadanos: »Soy político, piedra de fuego/ caja de Pandora». Fusión de la poesía con otros deberes a los que obligan las circunstancias. Hubo que elegir entre el »poeta redentor de petulancias/ sin fracasos ahogando/ la piel de la poesía/ pura forma/ continente respetuoso/ sin gritos/ callando el mundo/ contemplando&» o el »&poeta luchador emperdernido/ si tu pluma se seca/ a mano está/ este fusil grandilocuente/ recién aceitado». Poeta de las transformaciones, Ibero Gutiérrez se empeña por conseguirlas en todos los terrenos, los márgenes del poema ya no son suficientes y hay que ir más allá.

Ha entrado en la lucha con plenitud. La paz que añoran los poetas se ha alejado: »la paz vendrá/ con la liberación». Buscando esa liberación, la de los pueblos, el poeta Ibero Gutiérrez repitió como Salerno: »la senda está trazada/ nos la mostró el Che». Y al hacerlo, entregó su vida y se quedó tan vivo en el recuerdo y en la maravilla de sus versos.


1) Publicado póstumanente en Revista »Taller» núm. 2, Estocolmo, febrero de 1978. Los otros poemas han sido tomados de Mario Benedetti, »Poesía Trunca», Colección Literatura Latinamericana, Casa de las Américas, La Habana, 1977.

 

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