Escribe Cándido
Mientras el gobierno y los organismos de seguridad suecos se suben al furgón de cola de la "cruzada contra el terrorismo" emprendida por la actual administración de Estados Unidos, otro terrorismo mucho más concreto y cotidiano espera a cada ciudadano de este país cada vez que pone el pie fuera de su casa. El segundo espectacular robo en un lapso de días, de un vehículo de la empresa Securitas que llevaba cuantiosa suma de dinero y valores, ha disparado la alarma. Una alarma que aparece justificada por diversos síntomas de descomposición social tales como agresiones cotidianas, violaciones a mujeres de toda edad y condición, robos indiscriminados en la calle a cualquier hora del día, y mucho más por la noche, brutales agresiones a transeúntes, que han culminado en algunos casos en víctimas mortales. Deterioro que no es ajeno a la corrupción de sectores económicos y políticos. Un clima que no existía hace 20 años, por lo que los "expertos" tendrían una buena ocasión para indagar en las causas que lo provocan y cuya progresiva aparición coincide con la "revolución" liberal que entroniza al mercado como supremo "valor".
Esta tarea de análisis es cada vez más urgente cuanto que la reacción inmediata de los sectores más "conservadores" del sistema, es la de la aplicación de mano dura, más armas, más policías, más control de los ciudadanos y más leyes represivas que lejos de ser eficaces para combatir la delincuencia, suelen derivar en más poder policial, un arma de doble filo como lo prueba la experiencia, y en menos democracia real.
La experiencia de "Amerika", que tantos "devotos" tiene en este país, que aplica la pena de muerte y largas penas de prisión aun a menores de edad y enfermos mentales, muchas veces a inocentes, que tiene una policía de una brutalidad inigualada, sin que por ello haya disminuido la criminalidad, debería servir de ejemplo.
Los servicios de seguridad suecos siempre anduvieron errando los objetivos. Durante la "Guerra fría", se dedicaron a fichar, controlar y perseguir, a los militantes políticos y sindicales de izquierda. Muchas veces provocaron con estas prácticas daños irreparables a ciudadanos inocentes. Un miedo irracional al "comunismo", inculcado generación tras generación, y a la "invasión de los rusos" que nunca se produjo. El comunismo soviético cayó por sus propias culpas más que por el asedio implacable a que estuvo sometido. Y nos invadieron las mafias clasificadas por la policía. El 11-S proporcionó al imperio el enemigo que necesitaba. Y ya hemos visto los resultados. Una guerra justificada con mentiras, que resultaron muy "convincentes" para algunos gobiernos europeos, el sueco entre ellos. La "Cruzada" ha sido un fracaso total, la guerra contra Irak una derrota militar y mucho más moral. La actuación de los organismos de "seguridad" un fiasco total. La estrategia de exaltación del terror ha sido adoptada por los medios y los gobiernos como un arma para inculcar el miedo en la población. (Cuando se incendió un vagón del servicio de trenes subterráneos en la estación de Rinkeby, Estocolmo, un barrio mayoritariamente habitado por extranjeros, la primera hipótesis lanzada y repetida por los medios y algunas fuentes policiales, fue la del atentado terrorista). Después se comprobó que el "criminal" era la empresa privada a la que se le había vendido la explotación del servicio. El vagón incendiado era viejo y debió haber sido retirado de servicio. Pero ya se sabe, "el mercado" está primero que la vida de los ciudadanos. Hay muchas causas de la creciente criminalidad, pero la marginación y la brecha social con sus connotaciones degradantes para los que la padecen, son el mejor caldo de cultivo para la criminalidad y el terrorismo.
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