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Dos libros del sureño Oscar Barrientos Bradasic |
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escribe Juan Cameron El escritor de Punta Arenas, ya conocido por su activa trayectoria en las letras nacionales, entrega al público lector dos libros, en distintos géneros, continuando con una tarea que iniciara, de manera destacada, hacia finales de la década de los ochenta. El diccionario de las veletas y otros relatos portuarios, publicado por Editorial Cuarto Propio a comienzos del año 2003, es el segundo libro en narrativa del puntarenense Oscar Barrientos Bradasic. La unidad escénica y de quien relata los hechos hace ver a este trabajo como una recopilación de cuentos y a la vez, como una novela desmembrada cuyo nexo es la voz del protagonista. Este, en la madurez de su edad, le proporciona además la unidad de tiempo necesaria para la construcción de un mundo propio e imaginario. El escenario de insularidad, a la vez metáfora de una expresión provincial de independencia frente al poder central, representa a la ciudad de Punta Arenas, al otro extremo del mundo y al otro extremo de Chile. La Región de Magallanes -o XII Región en la división de tipo castrense impuesta al país por el régimen militar- claramente mantiene esa condición dentro de un territorio mayor al cual políticamente pertenece. Los relatos de Barrientos, en consecuencia, ocurren en «el archipiélago de Obato, situado a ciento ochenta y tres millas de la República de Bielovía», en «una isla descontenta con su insularidad». Contribuye también a este paralelismo las descripciones climática y toponímica de la ciudad -Puerto Peregrino- en la que el personaje se desenvuelve. Personaje que, por lo demás, mantiene ese carácter unitario dictado por el autor. Se trata de un antihéroe, un yo cuyo nombre se desconoce, escéptico a la manera del Heredia, del también puntarenense Ramón Díaz Etérovic, aunque por los temas elegidos no ingresa en el campo de la novela negra. Los demás personajes, a veces esperpénticos, las otras románticos, suelen ser máscaras del propio protagonista. La capital de esa isla perdida ha sido habitada por navegantes, inmigrantes europeos, náufragos de otras historias, que bien podrían ser las de Hermann Melville, Jack London o Joseph Conrad. Pero también cierta inútil sabiduría, a la manera de Jorge Teillier o de Germán Arestizábal, los ilumina. Así encontramos a Aníbal Saratoga, poeta, al capitán Gaspar, al marqués Erasmo de la Gleba, a Boris, el eslavo, y su mono Zaratustra (por cierto vestido de militar), y a otros que se trasladan de antiguas páginas hasta ese puerto imposible, como Nicomedes Dresden, personaje similar al de Jaime Collyer en El habitante del Cielo, Gabriela o Adelaida, extractadas de la mismísima aventura cotidiana. Hay en Barrientos Bradasic una condición natural para el relato. Como buen constructor de ambientes y a causa de un lenguaje ameno y fluido, traslada al lector hacia el clima propuesto. En su visión de la naturaleza, el sentimiento se impone sobre la humanidad o la razón por una mera cuestión de actitud; y en tal sentido, la mirada melancólica -esa pasión por la tristeza- resulta casi inevitable. Un poemario reciente Casi a continuación de estos relatos se produce la publicación, esta vez bajo el sello Ediciones El Kultrún, de Valdivia, del poemario Égloga de los cántaros sucios (abril de 2004). En él, Barrientos ubica la anécdota -el canto al hoy mugroso estero llamado Río de las Minas- en la propia ciudad que habita. Si bien el referente puede ahora establecer en la realidad, la inversión propuesta subvierte toda posibilidad de égloga o de canto. El río «cruza Punta Arenas como/ una gran serpiente torpe,/ bajo puentes de cemento» en «la interminable geografía del suburbio». Esta vez se trata de la derrota. Su transcurso, heroico en otras épocas, ha muerto ya antes de llegar al mar y carga fragmentos de la desidia humana: tarros de cerveza, basura, mala memoria y podredumbre. Y es representación general de la sociedad en tanto «Una cordillera de mentiras atraviesa la tormenta/ en busca de agua,/ lágrimas negras del sitio donde perdimos la pelea/ boxeando empatados al cinismo». Y porque «el río seguirá llorando eternamente/ salid, sin duelo, lágrimas corriendo». Oscar Barrientos Bradasic nació en Punta Arenas, en 1974. Profesor de Castellano, titulado en la Universidad Austral de Chile, en Valdivia, y magister en Filología, mención Literatura Hispánica, ha publicado anteriormente Espada y Taberna (poesía, 1988), Mi ropero es un mar sombrío (poesía, 1990) y La ira y la abundancia (cuentos, 1998). Entre algunos reconocimientos ha recibido el Premio María Cristina Ursic de poesía (1988), el Premio Fernando Santiván de la Ilustre Municipalidad de Valdivia (1998), el Galardón de Poesía a la Inmigración Croata en Magallanes (1990) y la Beca de Creación Literaria del Fondo del Libro y la Lectura (2001). |
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