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En las Jornadas de Poesía en Malmö |
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escribe Angela García Bastaría una observación general sobre el acercamiento de pueblos y culturas que ha propiciado la traducción, para terminar con el juicio adverso que ya se ha vuelto común hacerle. En un recuento global, es útil recordar ciertos momentos de la historia de la traducción, en lo que concierne al castellano. En sus comienzos la traducción obedecía a la necesidad de formación de los reyes, los nobles y los clérigos. Luego fueron las universidades y su apertura hacia el humanismo, enfrentando la censura y la persecución. Pero mucho antes de eso se traducía por razones particulares, a menudo subrepticiamente en medio del monopolio del conocimiento y de la ciencia por parte de la iglesia. Y las primeras obras que se traducían tenían que ver con los interrogantes esenciales del hombre, su origen, su humanidad o su divinidad y su propia historia. Obras clásicas o románicas: la biblia, los grecolatinos y la poesía (Ovidio, Cicerón, Aristóteles, Petrarca, Erasmo de Rotterdam, Horacio, Virgilio). La imprenta aceleró la producción de libros y por ende la traducción vivió un ascenso extraordinario después del descubrimiento de América. Es Petrarca precisamente uno de los escritores que más influyó en su desarrollo, sobre todo tres de sus obras: De remediis utriusque fortunae, los Trionfi, y el Canzoniere, traducidas por Francisco de Madrid. Desde entonces ya la actividad de los traductores ha estado sometida al juicio de las convencionalidades nacionalistas o religiosas. Fray Luis de León quien traduce el Cantar de los cantares, Los Salmos y el Libro de Job, es condenado a tres años y medio de prisión. Se le imputaba que sus traducciones violaban el Concilio de Trento que prohibía la traducción de libros sagrados a la lengua vulgar. Posibilidad e imposibilidad de la traducción es la forma en que suele definirse más comunmente los milenarios problemas de la traducción. Sin embargo tal definición ha sufrido una mutación: ya no se trata sólo del prevalecimiento de una lengua, ya no sólo la oposición nacionalismo-universalismo, o morfología sintaxis, sino que ahora tiene una dirección hacia una epistemología linguística, que a mi modo de ver es una ficción purista, pues en el fondo la traducción persiste en su comunicación de intención de origen y lo discutible sólo queda en el margen de cuál traducción corresponde mejor a ella. Es como la ambivalencia entre alma y cuerpo, siendo la primera la obra inicial y el segundo la materia del lenguaje que le va a dar sonido, visibilidad, presencia. Así, puede haber distintos cuerpos que alojen tal soplo y queda a las múltiples posibilidades de lectores ese degustamiento diverso. Dicho de otra manera, todo corresponde a un tipo de sensualidad de lo literario que se ejecuta en los matices. Una cierta ortodoxia, nos conduciría a la protección del sentido y el estilo. Otra defendería la forma a expensas de la literalidad. Esta decisión estratégica es la que determina el tipo de funcionalidad de la traducción, según el profesor argentino Sergio Viaggio. De todas maneras ninguna, trasvasaría la diferencia lingüística, como lo explica Jacques Derrida. Pero la decisión estratégica depende mucho del original, de su autor. Obras que son el autor más que su producto, exigen el conocimiento de aquel y la fidelidad a él: referente histórico, atmósfera psíquica, predomina el estilo. U obras que han conducido la mano de su autor, exigirán por consiguiente otro tratamiento, el descubrimiento es a partir de la obra en sí, el lenguaje subyaciendo en el lenguaje: la medida o la prosa. Justamente necesidad e imposibilidad crean esa atmósfera sensual que es el deseo en el universo literario. Al tiempo que se descubre un autor, una obra o una cultura, una filosofía, un pensamiento o sentimiento, se vive la ambición de descubrir más y se tiene conciencia de la distancia y de la duda, se llega a la sensación de imposibilidad, que otros teóricos contemporáneos de la disciplina han dado en llamar resistencia. Las lenguas se resisten, pero el sentido es aéreo o subterráneo. El deseo de entenderse y el afán de decir es la condición de universalidad que valida el trabajo de los traductores, pese a que es muy infrecuente que un traductor pueda competir en pie de igualdad con un gran poeta y mucho menos superarlo. Pero para hablar del tema presente se reunen en Malmö seis traductores y sus poetas, desde hoy viernes hasta el domingo 13 de junio. Otro de los eventos que congrega las Jornadas Internacionales de Poesía en esta ocasión es el homenaje a Pablo Neruda en el centenario de su nacimiento. Programa de actividades Jueves 10, Viernes 11 Sábado 12 Domingo 13 |
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