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Dos nuevos libros del poeta chileno Jesús Ortega |
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Con poco meses de intervalo entre ellos han aparecido dos poemarios del poeta, cantante, actor y pintor Jesús Ortega Heller (Caracas, 1932), nacionalizado chileno cuando sus padres se aficaron en Santiago y quien desde principios de los años 70 vive en Suecia. Se tratan de Modestísima proposición / Ett anspråkslöt förslog (Aura Latina, 2004) y De este mundo y del otro - Poemas 1967-2004 (Brutus Östlings bokfölag Symposion, 2005). Ortega se da conocer en 1967 con Las pizarras del mundo un libro aparecido en Santiago en 1967 que en su momento mereció positivos elogios de la crítica. Como el que le dedicó Jorge Teillier cuando anotó que: Sus versos revelan un estado de costante violencia, sarcasmo, humor negro. Hay influencias asimiladas de Pound, Ernesto Cardenal y T.S. Elliot. Hay precisión y síntesis y una visión crítica, un poco anárquica de la política contemporánea (Arte y Literatura, Santiago 1968), y casi en el mismo sentido la del conocido crítico de El Mercurio Ignacio Valente: Ortega debe a Pound cierta ágil y británica libertad para poetizar los sucesos más lejanos a la convención lírica, a César Vallejo un aire de ingenuidad arcaica e infantil en el decir y a Ernesto Cardenal el aire bíblico o salmódico de la protesta política (...) Cuando la situación se despliega en su contenido tragicómico de imagen en imagen, regida por su lógica interna y por el hilo delgado del ingenio, el triunfo expresivo es grato y manifiesto. El golpe militar y el exilio impidieron que Ortega volviera a dar a luz otros libros, dedicándose para sobrevivir a la pantomima, al teatro y al canto del flamenco. Diez años después reparece Jesús Ortega con Serpentímetra un libro bilingüe con poemas traducidos al sueco por Lasse Söderberg, y en los 90 vuelve con La vidriera irrespetuosa del cual se publica también edición separada en sueco. Al prologar Serpentímetra Lasse Söderberg ofrece certero retrato del poeta y de su obra: Cada vez que me tropiezo con Jesús Ortega en algún lugar de la ciudad, lo cual ocurre a menudo, parece estar involucrado en una u otra historia con alguna de las Musas.(&) Ortega puede recordarnos a su paisano Nicanor Parra, que en Chile fue el primero en mostrar con sus brillantes antipoemas, ya en los años cuarenta, un escape de la poderosa pero a veces asfixiante influencia de Pablo Neruda. Pero las ironías de Jesús Ortega son menos venenosas, más cálidas, menos intelectuales. /P.V. El general se levanta cada día,
¿Qué es la poesía? No lo sé, nadie lo sabe. Por mi parte me olvido de limpiarle
La muerte es un abracadabra |
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