Escribe Hans Gittermann (*).

El libro "Literatura Infantil - Lenguaje y Fantasía", escrito por Víctor Montoya, autor boliviano residente en Suecia, merece no sólo un comentario, sino también un elogio. El texto es un ensayo que, como idea principal, plantea "la necesidad de valorar y adecuar la literatura infantil a nuestra modernidad". Como maestro de lengua y literatura me congratulo de encontrar un libro en español, que se centre y destaque la esencia de la literatura y el lenguaje en la infancia, un tema de extremada importancia que no siempre es valorado en la enseñanza ni en la sociedad.

El libro de Montoya busca argumentos científicos para demostrar que gran parte de la literatura infantil está desfasada y que no corresponde a los conocimientos que actualmente se manejan en torno al desarrollo idiomático del niño. En su trabajo, Montoya, ha sido muy metódico y pedagógico. Ha entrelazado la literatura infantil y el desarrollo del lenguaje para demostrar que su tesis tiene validez. Me apunto a él. Pienso que el autor lo demuestra de sobra. Pero el libro es más que eso. De trasfondo subyace una rebelión pedagógica y planteamientos ideológicos de "igualdad idiomática" para todos los niños.

El ensayo trasluce una crítica indirecta a la escuela actual, que no ha asimilado e incorporado el conocimiento científico de las últimas décadas en materia de lenguaje. Ello se debe, en parte, a la falta de formación en los pedagogos y escritores que desconocen el mundo cognoscitivo de los niños. Esto, a su vez, conlleva a una injusticia educativa que repercute en toda la sociedad. Las diferencias idiomáticas generan desigualdades sociales y económicas. Somos juzgados acorde a nuestra habla. La carencia de un buen dominio del idioma es un impedimento de avance social. De ahí la importancia del lenguaje y de su buena enseñanza en los primeros años de vida. Si pensamos con palabras, mientras más vocablos manejamos, será más fácil formular nuestros pensamientos y desarrollar el propio intelecto. He aquí la importancia de una buena literatura infantil que conlleve un contenido apropiado que, aparte de estimular la fantasía, satisfaga las necesidades del destinatario.

El ensayo describe el desarrollo idiomático del niño desde los cero a los quince años de edad e incluso se remonta a los orígenes del lenguaje. En la literatura infantil destaca la importancia lúdica y terapéutica de los cuentos clásicos y del porqué el éxito de "Cenicienta", "Caperucita", "Hansel y Gretel" y muchos otros, debidamente analizados junto a los cuentos provenientes de la tradición oral latinoamericana.

Los cuentos clásicos, aparentemente inverosímiles, apasionaron a generaciones hasta el día de hoy. Probablemente no son muchos los niños urbanos en Occidente que no hayan escuchado y gustado de los cuentos compilados por Charles Perrault y los hermanos Grimm, cuyos elementos fundamentales son, entre otros, un lenguaje apropiado y accesible para el niño, una fantasía desbordante y una trama psicológica subyacente en el infante.

Todos estos elementos, destacados por Víctor Montoya, se encuentran también en los textos de los escritores de "de hoy y de siempre". Entre ellos, por ejemplo, el autor destaca a Astrid Lindgren. Le doy toda la razón. Sin embargo, resulta interesante leer los atributos y comentarios a los que Montoya hace referencia. Parece ser que es un admirador de la escritora. Le gusta en particular su personaje "Pippi Calzaslargas". Ella es "revolucionaria" y capaz de transformar el mundo. Es fuerte, desobediente, criticona, testaruda e inteligente. Está en contra de la sociedad actual. Ella es campesina con ideas propias. Hay que cambiarlo todo, inclusive la escuela. Por ello se niega a asistir a clases. Creo que Víctor Montoya tiene algo de eso. Por último, recomiendo a quienes se interesen por el tema, leer el ensayo "Literatura Infantil - Lenguaje y Fantasía". Es instructivo, ameno e interesante.

* Profesor de lengua y literatura.

Un ensayo para el debate y la reflexión

Escribe Raquel Barthe (*).

Víctor Montoya nos presenta un ensayo profundo y bien elaborado, con un fundamento teórico sólido, que enfoca el tema desde diferentes ángulos, apoyándose en la psicología, la lingüística, la filosofía, la literatura, la antropología, etc., ahondando en los mitos y tradiciones latinoamericanos y su relación con las culturas europeas y orientales.

Desde el inicio del libro, Víctor Montoya expone con claridad su propósito (p. 30): "...demostraré la necesidad de una literatura infantil". Y a partir de esta propuesta desarrolla una serie de temas que argumentan su posición frente a la problemática de la literatura infantil y que se van abriendo como un abanico.

Este libro tiene el gran mérito de llevar a la reflexión y guiar la investigación de cualquier persona que se interese en la literatura para niños y jóvenes, y en los libros que ellos leen.
La bibliografía consultada por el autor es amplia y variada, y ofrece al lector la posibilidad de ampliar conceptos y profundizar el tema, desde una óptica interdisciplinaria, necesaria para poder arribar a conclusiones válidas.

Algunos temas, como la tradición y los mitos latinoamericanos, muy poco tratado por los especialistas, abren nuevos caminos para la investigación. El lector podrá estar de acuerdo, o no, con los argumentos expuestos por Víctor Montoya, pero estos planteos son puntos de partida necesarios para el debate, la reflexión y la investigación.

En definitiva, no se trata de un libro que termina en la última página, sino que es sólo un comienzo, la punta de un iceberg que no podemos ignorar. Al finalizar la lectura es como hallarnos en el inicio de un largo camino a recorrer y un desafío que ya no podemos abandonar.

* Escritora y bibliotecaria argentina.

Datos del autor

Víctor Montoya (La Paz, 1958). Escritor, periodista cultural y pedagogo. Durante la dictadura militar de Hugo Banzer, fue perseguido, torturado y encarcelado, hasta que en 1977, tras ser liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional, llegó exiliado a Suecia.

Egresado del Instituto Normal Superior de Estocolmo, en cuya Institución Pedagógica cursó estudios de especialización. Coordinó proyectos culturales en una biblioteca, dirigió Talleres de Literatura Infantil y ejerció la docencia durante varios años.

Entre su obra destaca: "Huelga y represión" (1979), "Días y noches de angustia" (1982), "Cuentos Violentos" (1991), "El laberinto del pecado" (1993), "El eco de la conciencia" (1994), "Antología del cuento latinoamericano en Suecia" (1995), "Palabra encendida" (1996), "El niño en el cuento boliviano" (1999), "Cuentos de la mina" (2000), "Entre tumbas y pesadillas" (2002) y "Fugas y socavones" (2002).

Dirigió las revistas literarias "PuertAbierta" y "Contraluz". Su obra mereció premios y becas del Fondo de Escritores Suecos. Tienes cuentos traducios y publicados en antologías internacionales. Actualmente escribe para Liberación y otras publicaciones en América Latina, Estados Unidos y Europa.