El presidente Néstor Kirchner, no está haciendo una revolución en Argentina. Sin embargo, su administración, que algunos se apresuran a definir como populista, ha logrado revertir la crisis económica y la recesión heredada de los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, recuperar algo del empleo perdido, y generar más confianza en el país para el consumo y la producción.
Kirchner, con una clara postura de defensa de la producción nacional, limitando el pago de la deuda externa a la capacidad de recaudación del Estado, apostando al consumo interno, intentando controlar la corrupción y corrigiendo algunas escandalosas privatizaciones, ha logrado encauzar el crecimiento económico, a la vez que apartándose de la ortodoxia del modelo neoliberal, también ha desarrollado posturas nacionalistas en varios asuntos internacionales.
El mandatario argentino, que llegó al gobierno con apenas el 24 por ciento de los votos obtenidos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de abril del año pasado, y sin necesidad de presentarse al balotaje tras la renuncia de Menem a competir, tiene hoy un gran respaldo en la población. Sin embargo enfrenta muy fuertes presiones de parte del gobierno de los Estados Unidos, de los jerarcas de los organismos internacionales, especialmente del FMI, de las compañías transnacionales que operan empresas privatizadas en Argentina (y de los gobiernos de los países sedes de esas empresas), y de los grupos inversores que poseen bonos emitidos por el Estado.
El gobierno de Estados Unidos presiona a Kirchner por varios lados, al tiempo que busca abrazarlo. El mismo juego del policía bueno y el policía malo, o para ser más gráfico, la misma política de la mafia, un favor para quedar en deuda y palos para que obedezcas. El subsecretario de Estado norteamericano para los Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, criticó el acercamiento del gobierno argentino con Cuba. Las declaraciones del mexicano-norteamericano fueron respaldadas por su jefe, Colin Powell. Días más tarde, Kirchner se reunió con el presidente norteamericano George Bush cuando coincidieron en la Cumbre de las Américas en Monterrey, México, y en el encuentro no se mencionó el tema. Posteriormente, el mismo Noriega dijo que las relaciones entre ambos países eran "muy buenas", y casi de inmediato, el número dos del Tesoro, John Taylor, reclamó progresos en la reestructuración de la deuda y advirtió que el próximo examen que le toca pasar a Argentina ante el FMI dependerá de la marcha de la negociación con los acreedores de los bonos.
En un año electoral en los EE.UU., a los asesores del presidente Bush que busca su reelección, les preocupa la renegociación de la deuda argentina, porque no quieren que los tenedores norteamericanos de bonos argentinos reclamen ante su gobierno. Tampoco desea arriesgar el apoyo que algunos de esos tenedores podrían dar a la reelección. El Tesoro busca evitar, además, que la relación entre Argentina y el FMI se deteriore de manera tal que Kirchner decida no pagarle los 3.000 millones de dólares que vencen el 9 de marzo. Es que frente a esa hipotética situación al Tesoro no le resultará fácil obtener fondos del Congreso para pagar la cuota del Fondo, si Argentina entra en default con el organismo. Ocurre que gran parte del dinero que EE.UU. aporta al Fondo es virtual y actúa como garantía. Es decir, nunca es desembolsado ya que el FMI se autofinancia con los créditos que otorga a países como Argentina, que, en general, siempre devuelven la plata.
"Incomprensión" en el exterior
El gobierno argentino está preocupado por lo que considera "incomprensión" en el exterior sobre el problema de la deuda y considera la situación se puede agravar. Dos grandes actores están presionando a Argentina para que modifique su postura, Estados Unidos y el FMI.
Argentina propone una quita del 75% del valor nominal de los títulos porque considera que es lo que podrá pagar en los próximos años. Esta propuesta es rechazada por los acreedores, mientras que el FMI y EE.UU. reclaman que el gobierno argentino mejore su oferta y haga "una propuesta más transparente".
Para que Argentina mejore su propuesta es necesario que alguien ponga los fondos para pagar, ya que el presidente Kirchner se niega a hacer un recorte mayor en los gastos del Estado ya previsto. La sugerencia de congelar la inversión pública, los salarios y las jubilaciones ha sido rechazada por el presidente.
La idea que había de que los inversores que compraron bonos en Argentina, y otros países, que ofrecían altas tasas de interés, sabían de los riegos ha ido cambiando, y desde Estados Unidos y el FMI buscan dar mayor garantía a estos "inversores".
Pero no sólo de estos sectores llegan las presiones. Los poseedores de bonos italianos han obtenido respaldo del gobierno de Silvio Berlusconi, y su representante en el FMI también presiona a Argentina.
Además, el gobierno de Kirchner tiene otros flancos abiertos: con Francia, por el reclamo de la empresa de ese país que maneja el agua potable desde que fue privatizada y que exige aumento de tarifas, con España también con demandas de empresas privatizadas en poder de empresas de esa nacionalidad, con Alemania y con Inglaterra.
La posición argentina fue resaltada en la pasada Cumbre de Davos por el presidente del Banco Central, Alfonso Prat-Gay, "No tenemos plata, pero tenemos tiempo" en respuesta a la interrogante de un banquero japonés sobre el pago de la deuda argentina.
"Cuánto puede pagar la Argentina si se le da el tiempo suficiente: esto es lo que habrá que discutir en la mesa de negociaciones con los acreedores", agregó Prat-Gay.
Para el FMI, Menem es mejor
La vicedirectora del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger sigue a la cabeza entre quienes presionan a Argentina para que acepte las exigencias de los acreedores y para que aumente la cuota de su deuda externa.
Cada vez que interviene el algún evento público aprovecha la ocasión para realizar algún reclamo a Argentina. Recientemente reclamó que el gobierno acelere las negociaciones con los acreedores y que el gobierno central recorte las partidas a las provincias, exigiendo mayor control del gasto.
Como contrapartida, la jerarca del FMI elogió los "avances" logrados en Argentina en la década de los 90, cuando Carlos Menem dirigía el país. "A veces se olvida que, en los 90, Argentina hizo progresos económicos significativos en un amplio abanico de asuntos", y apuntó que la relación con las provincias fue uno de los temas pendientes.
El presidente Néstor Kirchner salió al cruce de las declaraciones de la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI). A la dama de hierro del organismo de crédito internacional la responsabilizó por el endeudamiento externo de la Argentina.
''Trata de justificar lo dañinas que fueron esas políticas para el país", más aún teniendo en cuenta que el organismo multilateral que ella integra las apoyó en su momento concediendo créditos y pronunciando elogios, comentó Kirschner. Krueger es ''la responsable directa de la implementación de las políticas del Fondo y del gran endeudamiento que tuvo la Argentina" subrayó.
Pero Krueger no se queda callada. Dos días antes de la reunión de este 28 de enero entre el gobierno argentino y el FMI, para revisar la marcha de los acuerdos, la jerarca volvió a reclamar "una negociación urgente" con los acreedores y pidió que el gobierno argentino presente "posiciones más constructivas".
"Nosotros no nos vamos a meter en el medio de estas negociaciones entre la Argentina y sus acreedores privados -aclaró Krueger-, pero tienen que ser justas y de buena fe. Y tiene que haber negociaciones, porque está establecido en las cartas de intención", enfatizó.
Por otra parte, Krueger también reclamó que el gobierno conceda a las empresas de servicios públicos (privatizadas), aumento de tarifas. "Existe un fuerte convencimiento de nuestro staff acerca de que es peligroso no otorgar a las empresas de servicios públicos los aumentos de tarifas adecuados". Explicó que sin esos aumentos se corre el riesgo de que en el futuro se tengan que otorgar mayors, y que se pierda la capacidad de inversión en los servicios por parte de esas empresas.
Mercosur y ALCA
Otro frente en el que el gobierno de Kirchner deberá soportar presiones es el del comercio internacional, el desarrollo del Mercosur y su postura frente al ALCA y en su posición contra los subsidios agrícolas de los países ricos.
Si bien las relaciones con el gobierno de Lula en Brasil han mejorado, todavía enfrentan puntos de fricción. Recientemente se salvó un enfrentamiento con las textiles brasileñas que habían logrado obtener una limitación de las importaciones de Argentina al aceptar el gobierno de Brasilia una tregua en la aplicación del decreto. El vicepresidente brasileño es un fuerte empresario textil. El acuerdo básico entre ambos países es que la mejora de la economía en cada uno de ellos repercutirá en la del otro, incentivando el comercio bilateral. Ambos gobiernos parten también de una posición común en defensa de la producción nacional y en el convencimiento de que fomentar la demanda interna mejora la economía en general.
Ambos países han coincidido también en frenar la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y discutir en alguna instancia el tema de los subsidios agrícolas de EE.UU. y Europa.
Por lo pronto, Argentina reveló que está preparando una demanda contra la Unión Europea por los subsidios a la industria lechera, tras caducar el pasado primero de enero, un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio, de 10 años, que aceptaba esa medida europea.
Argentina y Brasil coinciden también en la necesidad de fortalecer los acuerdos regionales para, desde allí, negociar con otros bloques. Esta posición enfrenta la resistencia de Estados Unidos, y del socio del Mercosur, Uruguay, cuyo presidente, Jorge Batlle, trabaja activamente en dirección opuesta. Batlle aplazó durante semanas el acuerdo del Mercosur con los países andinos, se resiste a aceptar a Cuba como socio del Mercosur, según propuesta de Argentina, prioriza el ALCA antes que el Mercosur y los acuerdos bilaterales con EE.UU. Es además el único gobierno de la región que ha roto relaciones diplomáticas con Cuba, y se empeña en mantener una tensa relación con Argentina en el tema de los Derechos Humanos.
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