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24-Octubre-2003

 

Conferencia de donantes: ¿Para quién?

 

escribe Cándido

Cuando tiene lugar en Madrid la llamada Conferencia de Donantes para la reconstrucción de Irak, resulta imprescindible para ubicarse correctamente en el tema, repasar los acontecimientos cercanos que desembocaron en la realización de esta conferencia. Son hechos que todos conocemos y que han sido debatidos profusamente. La guerra y la consiguiente destrucción del país que ahora se procura reconstruir, tiene un responsable principal, Estados Unidos y algunos «aliados» que se prestaron a repetir las grandes mentiras con que se «justificó» esta guerra todavía en desarrollo pese a las afirmaciones de Bush.

Basados en la increíble ignorancia de que bastaba la superioridad militar de la «superpotencia» para que los «liberados» iraquíes los recibieran con los brazos abiertos dispuestos a colaborar con los invasores en su principal objetivo, la apropiación y explotación de los recursos del país, el petróleo en primer lugar, se largaron solos, con unos pocos vasallos, a la aventura. Despreciaron a la Comunidad Internacional representada en las Naciones Unidas, a los pueblos del mundo que el pasado 15 de febrero protagonizaron una jornada histórica contra la guerra que se preparaba, y a muchas voces respetables, civiles y militares que dentro del país se pronunciaron abiertamente en el mismo sentido.

Ya todos sabemos cómo el «paseo a Bagdad» ha resultado una trágica «peregrinación» cuyo final es todavía una incógnita pero que por todos los indicios, no augura ningún final feliz, especialmente para el imperio. Cuando esto es ya una realidad inocultable hasta para los «geniales» cerebros que mueven al descerebrado presidente Bush, este revisa su posición y -sin la humildad del emperador Enrique IV humillándose ante el Papa Gregorio VII en el año 1077 en Canossa, Italia- reclama la «solidaridad internacional». En realidad lo que quiere es dinero porque el costo de la guerra además de pesar como una lápida sobre los ciudadanos de su país, le va a arruinar sus aspiraciones a la reelección. Y además, «carne de cañón» para no tener que poner solamente a los pobres negros e hispanos que componen el grueso de las fuerzas «americanas» en Irak, en las fatídicas bolsas negras que traen inevitablemente el recuerdo de la herida de la humillación que le infligió Vietnam. Todo ello, en una demostración flagrante del cinismo del personaje, sin querer renunciar al control total de la gestión militar y económica de la eventual reconstrucción. Además de los británicos, han contribuido a esto último, españoles, polacos, algún búlgaro y alguno que otro desesperado que entre morirse de hambre en su propio país, probablemente una «democracia» tercermundista, arriesga la vida para poder alimentar a sus hijos.

Este es el marco en que se realiza la Conferencia de Donantes, luego de la «agachada» de los «líderes» europeos que abrió el camino para la resolución del Consejo de Seguridad, que «legitimó» la guerra.

Frente a este contexto no hay muchas perspectivas de que, salvo los «aliados» de siempre, Blair, Berlusconi, Aznar, haya muchos dispuestos a abrir los bolsillos para contribuir. Contribuciones de las que se beneficiarán, antes que el pueblo iraquí, las grandes compañías «americanas» que llevaron al gobierno a Bush, de las que forman parte los miembros de la pandilla que le indica lo que debe hacer.

La cobertura» de «ayuda humanitaria» no puede justificar que países como Suecia, donde se deteriora cada día el sistema de salud que era un orgullo, usen el dinero de sus contribuyentes, siquiera en mínima proporción, para ayudar a apagar un incendio que provocaron otros con fines verdaderamente despreciables.



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